Artículos

El CD Lugo es de Segunda… más que nadie

por Denís Iglesias 17 abril, 2022
Capitán Ancares
Tiempo de lectura: 4 minutos

Tal día como hoy hace diez años, el CD Lugo acababa de empatar ante el CD Tenerife (1-1) en el Heliodoro. La igualada llegaba después de un doloroso 1-5 recibido en contra el Real Madrid Castilla de Toril. Aquel bache se prolongó la siguiente jornada con otra derrota, frente al Rayo Vallecano. El conjunto albivermello entrenado por Quique Setién terminó tercero la fase regular de Segunda B. Lo que vino después, forma parte de la historia. Los Héroes del Carranza se ganaron el nombre y otorgaron el ascenso a Segunda División a un equipo que solo había militado en esta categoría un solo año.

Y hasta hoy. Tras la confirmación del descenso del Alcorcón a Segunda B, el CD Lugo es ya, salvo sorpresa mayúscula en el tramo final de temporada, el equipo que más temporadas consecutivas lleva en LaLiga SmartBank, que cuando ascendió se denominaba Liga Adelante. Hasta el patrocinador ha cambiado en un periplo lleno de baches, algunos impuestos por la que se considera como la sexta mejor liga de Europa y otros propios, generando tumbos en un carruaje que, pese a todo, ha sabido vencer al destino cada vez que se ha cruzado en él la muerte y la guadaña.

Doce entrenadores y 2.000 espectadores

Doce entrenadores, dos presidentes y decenas de jugadores han habitado en el Anxo Carro a lo largo de esta década. Primero, más cerca de los 4.000 espectadores, después, “los 3.000 de siempre” y ahora un núcleo de 2.000 que ni con una permanencia tranquila son capaces de estirarse, con asiduidad, por encima de un millar más. La ciudad no está a la altura de lo que representa tener una entidad en el fútbol profesional más mediatizado y competido de la historia. No valora poder acudir cada 15 días a ser partícipe del presente de una entidad que no ha vivido ni volverá a vivir nada así.

Es como si a Lugo le hubieran adjudicado una sede sin fecha de caducidad para uno de los mayores espectáculos del mundo

La situación es la siguiente: es como si a Lugo le hubieran adjudicado una sede sin fecha de caducidad para uno de los mayores espectáculos del mundo. Y frente a esto, el habitante de la urbe, aún siendo futbolero, hubiera preferido la política del bar. Hablar de oídas y esperar a lamentarse, como el que más, cuando, algún día, el CD Lugo descienda y tenga muy difícil volver a un mar lleno de transatlánticos que se han ido cribando. La dificultad de permanecer en la categoría se expresa en los nombres de caídos como el Deportivo o el Real Racing Club que reman desde Primera RFEF para salir del exilio.

Nadie ha durado más que el equipo albivermello en Segunda División. La entidad, con el pulso que dan los colores y el escudo, ha resistido a la transformación en Sociedad Anónima Deportiva, que trajo una nueva dimensión al club, en pro de una profesionalización que también se ha tornado en distancia con el aficionado manual. El analógico que lo único que pide es que no le muevan de su asiento. Por el contrario, ha permitido dotar a la sociedad de diferentes elementos para su transformación en marca comercial. Un valor que si aprende a gestionar, aumentará su perdurabilidad en el tiempo.

Ser del CD Lugo es una contradicción

Ser del CD Lugo continúa siendo una batalla contra los elementos. Frente a uno mismo y todas las contradicciones que genera vestir una camiseta que cada vez es menos extraña en los bares y las calles de la ciudad, pero que aún sigue siendo de una minoría. Es incomprensible, como la resignación institucional a reducir el efecto atracción de los aficionados a una cuestión circunstancial. La renuncia explícita a generar, alrededor de una jornada de fútbol, un día que movilice a la ciudad. Sea a las 12, las 14 o las 21 el partido de la jornada.

Ante la falta de una fuerza colectiva, la identidad albivermella es el resultado de historias individuales muy distintas entre sí, pero que aportan riqueza

Pero esa vivencia tan individual o en grupos pequeños de lo que representa ser albivermello ha sido positiva desde el punto de la configuración de una identidad con múltiples puntos de vista. Al final, cada uno entiende ser del CD Lugo de una manera muy distinta. Por arraigo familiar, por ser un lugar de reunión con los amigos, debido a su afición futbolera, por responsabilidad como lucense, debido al apego que le tiene por estar fuera de casa, por Pita y Seoane, por el modelo empresarial que representa… Son modos contrapuestos de sentir una entidad inmaterial y de derecho.

En el núcleo de todas estas sintonías, la resistencia contra los que, a principio de temporada, sitúan por decreto al CD Lugo entre los candidatos al descenso. Única y exclusivamente porque lo consideran inferior al resto. Porque minimizan el puñado de millares de aficionados a un accidente histórico que no merece codearse con grandes venidos a menos.

Falta un paso adelante, por el que hay que trabajar. Un proyecto de consolidación que entienda el valor de un club que no puede vivir, después de diez años en el fútbol profesional, como una PYME que consolida cuentas. Hemos llegado hasta aquí para vivirlo. La exigencia debe ser siempre la mayor y el “pon tú el dinero” un argumento a extirpar, ventajista y revanchista y que va en contra de lo construido. El fútbol, sin sus aficionados, es menos que nadie. Y este CD Lugo ha de serlo todo y de todos.

Ilustración principal Pablo del Valle – Capitán dos Ancares. Prohibida su reproducción.

Comparte:

Deja un comentario