Crónica

Crónica del Lugo 1-2 Cádiz. Esperpento

por Javier Folgueira Lozano 27 octubre, 2018
Tiempo de lectura: 6 minutos

Según la RAE, esperpento es una “persona, cosa o situación grotescas o estrafalarias”, al tiempo que define grotesco como “Irregular, grosero y de mal gusto”. Pues sí, si esperpento se puede entender según la RAE como una situación irregular y de mal gusto, una vez más como suele ser habitual coincido en la definición del encuentro de hoy que hacía el compañero Aarón Cabado nada más finalizar el partido en el Anxo Carro: un auténtico esperpento.

Sin duda, el juego lucense ha sido irregular y de mal gusto y por lo tanto grotesco y en consecuencia la situación en su conjunto esperpéntica si tomamos el diccionario al pie de la letra. Y el esperpento no alcanzó tan solo al juego del equipo, si no que abarcó todos los aspectos, desde el momento en que Tebas puso el horario coincidente con el derby gallego de baloncesto hasta la también esperpéntica presentación de los equipos de fútbol base del CD Lugo. Pero no adelantemos acontecimientos y empecemos por la narración del encuentro de hoy.

De nuevo un buen arranque… que duró 15 minutos

Tuve la semana pasada varios amigos y conocidos que me dijeron que no estaban en absoluto de acuerdo con mi crónica del anterior partido frente al Nàstic, pero qué le vamos a hacer, soy de naturaleza optimista y me gusta buscar el lado bueno al equipo aunque éste se empeñe en bajarme continuamente de mi “nube”, así que mi ser optimista no podía estar más feliz en la primera parte con lo que ocurría sobre el terreno de juego. Por primera vez en la temporada, repetíamos 11 inicial. Se veía un planteamiento claro sobre el campo, el mismo que en los ratos buenos ante el Nàstic: circulación de balón de un lado a otro, buscando la entrada por bandas de Lazo e Iriome y los centros para un rematador… que seguía sin aparecer.

Pero a falta de rematador local, Sergio Sánchez podía ocupar su lugar perfectamente, así que en una buena internada por banda, Iriome puso un centro de esos que sólo hay que empujar al fondo de la red, pero se encontró con el pie del 20 del Cádiz, que a punto estuvo de marcar en propia puerta y la desvió a córner. A la salida del saque de esquina, clarísimo penalti de Edu Ramos a Vieira que el pichichi Pita envió al fondo de las mallas. 1-0 a favor de los locales y un servidor que podía sacar pecho, porque la mejoría que anunciaba tras el partido del Nàstic era ahora evidente. Pero, como ya el destituido Idiakez tras la victoria del Lugo en la Romareda, en esta categoría si sacas pecho te lo parten y en mi caso tardaron apenas 7 minutos en hacerlo. Fue Manu Vallejo, probablemente la única buena noticia del Cádiz este año, el que atrapó un balón y, medio por calidad, medio a trompicones, puso más fe que Campabadal y Vieira en la lucha por el balón y se plantó ante Juan Carlos, batiéndolo sin compasión.

Y por si fuera poco el 1-1, para acabar de hundir mi optimismo, en la misma jugada del gol se lesionaba Sergio Gil, probablemente la clave principal de la leve mejoría del Lugo hasta ahora.

No Gil, no party

Ni por asomo se me ocurriría comparar a Sergio Gil con uno de los más grandes de la historia (ojalá en un futuro), pero como decía la camiseta del italiano, sin Sergio en el campo se acabó la fiesta y el control del balón por parte del Lugo. Afortunadamente, la ansiedad por la que está pasando el Cádiz en estos tiempos, le hizo dar instintivamente un paso atrás tras el empate. Un punto fuera de casa en su situación ya estaba muy bien, así que había que guardar la ropa y no desmelenarse. Y digo afortunadamente, porque pese a ello, el cambio obligado de Gil por Aburjania pilló al georgiano tan frío como la temperatura de la noche y lo albivermellos perdieron totalmente el control del balón que habían mantenido hasta ese momento y los andaluces empezaron a acercarse con más peligro al área rival.

Exceso de ansiedad

Pero si la ansiedad por puntuar le estaba pasando una pequeña factura al Cádiz, para exceso de ansiedad el que tiene Dongou con el gol. Pese al bajón de juego tras el empate, el Lugo aún creaba ocasiones, y en un fantástico pase en profundidad de Kravets, el camerunés se plantó ante la portería del cádiz, con una carrera de 15 m de verde por delante y un defensa detrás acosándole. Va a ser probablemente la ocasión más clara de marcar que tenga en toda la temporada, pero en su estado actual, la ansiedad y el exceso de revoluciones hicieron que un mínimo empujón del defensa gaditano fuese suficiente para acabar con Dongou en el suelo reclamando una falta que, en directo, más parecía que fuese una caída fruto de la desesperación por haber perdido el control del esférico.

No sería la única clara que tendría. Ya en el minuto 3′ esa misma ansiedad le llevó a rematar fuera una ocasión en la que dos compañeros esperaban desmarcados el remate y a perder varios balones claros de peligro en la segunda mitad. El propio Javi López se acordaría de esas ocasiones posteriormente en rueda de prensa. No parece acordarse tanto de ellas en el momento de confeccionar el 11 inicial, porque el exceso de ansiedad tal vez se curaría con una dosis de “minutos desde el banquillo”. Nunca es bueno cargar las tintas señalando a un jugador, porque los partidos los pierden y los ganan todos, pero en estos casos a veces un gol entrando fresco como suplente hace más por recuperar al jugador que 90 minutos de obsesión por marcar no satisfecha.

Tanto va el cántaro a la fuente…

Sin embargo, como digo, el partido de hoy no lo pierde Dongou. Si empezaba este artículo definiendo el esperpento como una situación irregular y de mal gusto, el verdadero esperpento se dio en la 2ª mitad. La irregularidad y el mal gusto por el juego de este Lugo se hicieron patentes, con un Cádiz que parecía haberse tomado una sobredosis de bebidas energéticas en el descanso, porque presionaba la salida de balón como auténticos búfalos embistiendo, en especial un Jairo que salía al campo transformado tras una primera mitad realmente horrible. Y fruto de esta presión llegaban las irregularidades del Lugo, en forma de pérdidas de balón en zonas muy peligrosas. De hasta 7 remates a portería dispuso el Cádiz fruto de contras tras pérdida. Era cuestión de tiempo que llegase el gol y un auténtico milagro que no lo hiciese hasta el 85′.

¿y mientras, qué intentaba el Lugo para poner freno a este acoso rival? Pues lo dicho, un juego muy irregular y a ratos de mal gusto. Se manejaba bien el balón atrás en los momentos en que no había pérdidas groseras de balón, con alguna salida por el medio de Aburjania, Pita ¡¡e incluso Josete!!, pero el enlace entre medio campo y delantera (la mediapunta, vaya) es inexistente, así que la obsesión del Lugo estaba en avanzar por banda derecha con combinaciones entre Pita e Iriome. La banda izquierda desaparecida, con un Lazo que retrasaba demasiado su posición, hasta el punto de solaparse con Kravets. Lo más chocante era que tras la entrada de Herrera en lugar de Lazo, la izquierda era un erial libre para las subidas por banda de Kravets… que apenas se intentó aprovechar. ¿el principal recurso ofensivo? Puede que no el principal, pero sin duda el que más se intentó fue el balonazo en largo de Juan Carlos que obviamente, sin ningún delantero capacitado para el juego aéreo, terminaba en todas las ocasiones en la cabeza de un rival.

En rueda de prensa, preguntado por la falta de internadas por banda de Campabadal y Kravets, Javi López respondió que sí se intentaba entrar “por fuera” (cierto, pero casi en exclusiva por banda derecha y sin apoyo de los laterales) y que derrotas como hoy se dan porque “esto es fútbol”.

Así que nada chavales, el fútbol debe ser conceder remates al rival hasta que el jugador rival que estaba siendo el mejor desde el 45′ por fin atina con tu portería.

El remate del esperpento

En fin, que un partido que ya era esperpéntico desde el momento en el que Tebas decidió ponerlo el mismo día y hora que el Lugo-Obradoiro continuó siéndolo sobre el campo. Aumentó el esperpento con una presentación de los equipos base que decidió hacerse hoy pese a que el partido de baloncesto hacía inviable hacerla antes del partido (con mucha gente aún de camino desde el pabellón),  tuvo que suspenderse en el descanso por el clima y acabó haciéndose de la peor manera posible con los equipos sentados en las gradas.

Un esperpento que tuvo su culminación en los gritos de ¡Javi vete ya! desde la grada tras el gol del 1-2, un cántico que no podría decir cuánto hace que no se escucha en el Anxo Carro porque, sinceramente, ya ni lo recuerdo y son el fruto de un juego muy frustrante para la afición en el que sólo los jugadores que ya eran de la plantilla salvan la cara del equipo, mientras los nuevos fichajes siguen sin rendir, no sabemos si porque su nivel es inferior a las buenas expectativas que desataron en verano o porque no se les está sabiendo sacar el rendimiento adecuado.

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