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El camino

por Ramón Rivas 8 abril, 2016
Tiempo de lectura: 2 minutos

No creo que sea demasiado común que un tipo como yo se aficione al Celta de Vigo. Para mí, que vine al mundo a finales de 1996 y nací al fútbol diez u once años después, Mostovoi, Karpin, Catanha o Gustavo López, más que futbolistas, eran cromos de futbolistas. Las gestas europeas y coperas del cuadro olívico, tiempos mejores que me llegaron a través de algún que otro nostálgico documental.

Sin embargo, la retórica del balompié todavía no había puesto fin a nuestra relación. En la última etapa del cuadro vigués en el “infierno” de la Segunda División, y cuando Internet todavía era más futuro que presente, la Televisión de Galicia me ofreció el vehículo necesario para colocarme cada 7 días en la mente de un socio vigués. Así comienza mi historia, que toma un cariz irreversible a partir de la tarde del 6 de junio de 2009. Era la jornada 40, y en plena batalla campal por la salvación, el Alavés visitaba Balaídos. Fue cuando Iago Aspas se presentó.

A partir de aquí, la llegada de Paco Herrera a Vigo supuso un salto de calidad importante, que hoy, con el paso de los años, se puede valorar todavía más. Además de alumbrar al panorama nacional a jugadores de la talla de Michu o Trashorras, hay un denominador común que ha permitido al Celta eliminar por completo su deuda y volver a ser un grande deportivamente hablando: una apuesta decidida y firme por la cantera.

Teniendo en cuenta las posibles variaciones generacionales y de nivel entre futbolistas, nombres como Roberto Lago, Dani Abalo, Iago Aspas, Yoel Rodríguez, Hugo Mallo, Joselu Mato, Sergio Álvarez, Jonathan Vila, Toni Dovale, Álex López, Jota Peleteiro, Jonny o Santi Mina recorrieron el camino que años atrás había abierto Borja Oubiña. Rubén Blanco, David Costas o Borja Fernández serán los próximos en sonar fuerte.

Extrapolar el modelo

Excepción hecha de algunos casos que se cuentan con los dedos de una mano, como el del Athletic de Bilbao, el fútbol español ha demostrado empíricamente que sólo mira en casa cuando no hay dinero en caja. Obvia que un jugador de cantera te aporta juventud, compromiso, posibilidad de desarrollo (ganancias en posibles ventas) e incluso genera más simpatías entre la afición, y se lanza como un poseso al mercado nacional e internacional.

El nuevo Club Deportivo Lugo de Tino Saqués ha tenido la fortuna o la audacia de poder contar con Toni Otero, parte fundamental en todos los éxitos previamente comentados del cuadro celeste. Para que parte de estos pequeños triunfos se reproduzcan, harán falta años, proyecto y paciencia. Sin embargo no es imposible.

A día de hoy, parece que se están dando los pasos correctos. Tanto el juvenil como el filial están llevando a cabo una buenísima temporada, y ya se habla de ciertos jugadores con posibilidades de promocionar hacia arriba. Mención especial merecen Mario Barco, Pedrosa y Leuko, que están dejando muestras de su buen nivel con el Somozas en la categoría de bronce.

Desde mi perspectiva, me encantaría ver en unos años al Lugo en el fútbol profesional con un número importante de jugadores de la provincia, que se dejen la piel por un escudo y una afición que sientan como suyos. Ojalá podamos nombrar algún día una amplia lista de jugadores y decir que se sumaron al camino que abrió Iago Díaz.

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