Dicen que vivir del pasado es hipotecar el presente, que no dejar atrás los recuerdos y las viejas rencillas no sirven más que para morir en vida. La historia nos enseñó que los pueblos desunidos son vulnerables y acaban cayendo, que las guerras entre hermanos nunca llevan a nada bueno.
Hoy la manifestación del sector lácteo la encabezaba una pancarta enorme con un lema muy sencillo, claro y directo: A Unión Fai a Forza, algo que nos parece tan extremadamente obvio que a veces lo olvidamos y lo damos por hecho.
Son tiempos convulsos en la ladera del Miño, con cambios en los asientos del palco, guerras internas, filtraciones, comunicados, auditorías y guerra fría.
En los bares se habla más de burocracia y dinero que de goles o de tácticas y eso tampoco lleva nunca a nada bueno.
El debate y la opinión siempre son un ejercicio sano y necesario, pero no nos dejemos llevar por los partidismos y las guerras internas.
Mientras en la prensa los titulares hablan de Saqués, Setién y Mouriz, los que llevan los colores en el pecho ganan fuera de casa a todo un Córdoba recién descendido de Primera División a base de coraje y corazón, pasando la primera eliminatoria de Copa del Rey.
Si por algo se caracterizó toda la vida la afición albivermella fue por su unión, a pesar de pequeñas discrepancias en determinadas épocas o situaciones. Todos a una conseguimos salir del pozo de la Tercera División cuando el futuro era negro y el club estaba en la ruina, todo a una conseguimos reponernos de caer con el Murcia en los playoffs de ascenso a Segunda para, de nuevo, todos juntos, gritar con el penalti de Manu en Cádiz y hacer las colas más largas de nuestra historia para sacar abonos de temporada bajo el sol.
Todos juntos conseguimos dejar al club donde está. Se cierra una etapa y se abre otra. Estamos invictos en Liga y Copa, en el banquillo está Milla y sobre el campo está la que posiblemente sea la mejor plantilla de nuestra historia. No son tiempos para desunirnos y hacer juicios para señalar a buenos o malos, son tiempos para disfrutar de lo que vemos sobre el campo, para acompañar al equipo en los desplazamientos y olvidarnos de temas que lo único que hacen es daño al club y a la afición.
A fin de cuentas, nuestra pasión empieza en el minuto 1 y termina en el 90, la boca se nos llena de gol, de alegría y de sufrimiento, sentimos el olor del césped y soportamos la humedad de Tribuna en invierno. Somos fútbol y no podemos dejar que algo ajeno tiña de negro nuestra pasión.
Somos la afición del Club Deportivo Lugo.