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La dura vida del 10 del Leganés

por Daniel Martínez Baniela 17 septiembre, 2014
Tiempo de lectura: 3 minutos

Estimados amigos y vecinos, lucenses y lucensistas todos, heme aquí de nuevo ante vosotros, los que aún me aturáis y tenéis el tremendo valor de perder unos minutos de vuestra sin duda interesante existencia en leerme. Como me ha llegado rumores de que mi anterior entrada no sentó del todo bien a según quien, vaya por delante mis respetos, que no disculpas, a todos los que así se hayan sentido. No pido disculpas porque no voy a caer en la autocensura, que es la peor de las censuras, pero si que estoy dispuesto a debatir con cualquiera que piense distinto a mi e incluso, quién sabe, puede que hasta me convenza. Debatir es bueno.

Me disperso como mantequilla untada sobre demasiado pan (Bilbo Bolsón dixit), así que voy a lo mío, que me pierdo. Hoy quiero hablaros, o escribiros, sobre una revelación que tuve el pasado domingo en el Anxo Carro mientras presenciaba desde mi localidad de abonado de Tribuna el partido de los nuestros frente al Leganés. Siempre me estoy quejando de cosas, razón por la que me llaman, acertadamente, hater. Sin embargo, como si de una epifanía se tratase, el pasado domingo me congracié con todos mis demonios interiores y mis dudas rojiblancas, y el culpable de todo eso, el instrumento que el dios del fútbol utilizó para limpiar mi alma lucensista de reprobaciones, fue Francisco Javier Moreno Jiménez, Fran Moreno para los amigos, el dorsal 10 del Leganés. Gloria para él.

Estaba yo perdido en mis meditaciones interiores (ya sabéis, por qué no se le da una oportunidad a Dalmau en Liga, por qué Lolo Pla no es titular, por qué le anulan el gol a Luis Fernández…) cuando el portero pepinero, Quique Piña, hizo honor al apodo de su club y pegó un pepinazo a Fran Moreno, dorsal 10, mediapunta que frente al Lugo jugó de única referencia ofensiva del Leganés, que este luchó y perdió frente a Borja Gómez. A los dos minutos, otra pedrada en largo de un central para que el bueno de Fran Moreno intentase, sin éxito, bajarla. Al minuto y medio, otra, y así todo el partido, convertido el pobre Fran Moreno en objetivo de los boleones, porque a eso no se le podían llamar pases largos, que sus ¿compañeros? de equipo tenían a bien obsequiarle. Ni un balón al pie, ni un pase al hueco, ni siquiera un centro como mandan los cánones, sólo pedrada tras pedrada

Y yo me pregunto, ¿qué no daría Fran Moreno por tener un centro medido de los de Ferreiro en su cabeza? ¿Cuánto no pagaría por un pase interior marca de la casa de Jonathan Valle o David López? Imaginaos que le ofrecen jugar en un equipo que apuesta por el ataque, como el Lugo, o ser entrenado por un “mister” amante del juego de ataque, buen trato a la pelota y calidad como Setién. A Fran Moreno se le harían las botas, y la boca, agua sólo de pensarlo.

Y a lo mejor nosotros también tenemos que empezar a valorar un poco más lo que tenemos, a pesar de que, como dice mi abuela, “todos los días gallina amarga la cocina”. Y lo digo yo, que ya habéis visto en artículos anteriores que soy muy crítico con todo y todos. Pero en serio, paraos un momento y pensad en Fran Moreno peleándose todo el partido entre Borja y Pavón, perdiendo todas las batallas, reventado de perseguir balones a ninguna parte, y pensad en lo que sería ver algo así en nuestro Lugo. Como siempre le digo a mi amigo y compañero de Tribuna (omitimos los nombres para proteger a los inocentes), qué duro tiene que ser el ser aficionado del Numancia, o del Alcorcón. O, ahora añadiré, del Leganés.

Y podéis dar por seguro que me seguiré cabreando cada vez que Luis Fernández fallé un gol, o cuando el equipo se aturulle y tenga esas posesiones estériles en mediocampo que no llevan a ningún lugar, o cuando a Setién se le ocurra sentar a Ferreiro con 0-0 (Quique, colega, ese cambio me mató…), pero también os aseguro que, de ahora en adelante, cuando quiera ciscarme en uno de los nuestros porque haga algo mal, intentaré tranquilizarme, contar hasta tres y, sobre todo, pensar en la dura vida del 10 del Leganés. Y disfrutaré un poco más de lo que, por suerte, tenemos en el Lugo.

PD: Abonaos, cojones, que tenemos un equipo que no lo merecemos.

Foto: Óscar Cela.

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