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El Lugo, los fichajes y las matemáticas.

por Daniel Martínez Baniela 17 agosto, 2016
Tiempo de lectura: 4 minutos

Aunque la analogía que podría ser más tópica en referencia a la contratación de refuerzos del CD Lugo sería aquella que habla del mal estudiante que deja todo para el último día, lo cierto es que de las últimas declaraciones de Emilio de Dios, e incluso de las formuladas ayer mismo por el presidente Saqués en Ser Deportivos, se desprende que la línea marcada en materia de incorporaciones por el club rojiblanco tiende más a la del cazador paciente que, sabedor de que su escopeta no es la de más alcance ni su munición la más efectiva, se sitúa paciente entre los matorrales a la espera de que la pieza deseada se acerque lo suficiente para asestarle el ataque definitivo.

El CD Lugo tiene varios hándicaps a la hora de contratar jugadores,  que van desde la capacidad de atracción del propio club frente a otros equipos de la categoría con mayor solera, hasta la propia capacidad económica de la entidad, pasando por las necesidades coincidentes con otros rivales o los objetivos que se perciben desde fuera por los que el Lugo va a fichar. Así se explica que clubes que a priori tienen una salud económica más quebradiza que el del Anxo Carro, véase Zaragoza o Elche, por citar dos ejemplos, aspiren a contrataciones de más enjundia aunque su economía ofrezca menos garantías. Los jugadores los perciben como clubes que van a luchar por estar arriba, con posibilidades más o menos reales de luchar por el ascenso, y les son por tanto más apetecibles a la hora de estampar la firma en un contrato. Es bien sabido que, en esto del fútbol, muchas veces es más importante lo que se aparenta que lo que se es.

Además de todo lo anteriormente descrito, el límite salarial es otro escollo no menor a la hora de atraer jugadores a las filas lucensistas. Ese cálculo, heredado de otras competiciones y adquirido desde hace unos años por la LFP (recordemos, Primera y Segunda División), tiene su supuesta razón de ser en su utilización como dique ante los desmanes de los clubes a la hora de manejar sus presupuestos, y que busca evitar que estos gasten, al menos en sueldos, por encima de sus posibilidades. Dejando de lado su dudoso resultado en estas lides (no hay más que ver las cuentas de la mayoría de equipos señeros), el límite se basa en unos cálculos que, de forma muy resumida, serían restar de los ingresos de la campaña anterior de cada club sus gastos en materia no deportiva. Un lío que, además, hace que la configuración de las plantillas se convierta en un ejercicio matemático que, por si fuera poco, luego no se traduce en la supuesta equidad que persigue, ya que por otro lado se permite que clubes con deudas astronómicas sigan compitiendo en igualdad de condiciones con clubes perfectamente saneados, y aquí se podrían recitar una lista no corta de clubes que, inmersos en concursos de acreedores o con deudas enormes incluso con Administraciones Públicas, siguen gastando a manos llenas configurando plantillas de campanillas en un claro perjuicio de aquellos otros que, como el Lugo, apenas deben nada a nadie. ¿Es justo que estos morosos tengan acceso y permiso para seguir dilapidando mientras otros han hecho sus deberes económicos a costa de cuadrar sus presupuestos hasta el último céntimo? La respuesta parece obvia.

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Con todo esto es con lo que tienen que lidiar los clubes a la hora de confeccionar sus plantillas y quizás explique, no como excusa ante la lentitud del Lugo a la hora de cerrar su plantel pero si como intento de comprender las dificultades que conlleva cada incorporación, el ejercicio de picapedrero que supone cada nuevo fichaje. El dinero de más que se le ofrezca a uno es el dinero de menos que se le ofrecerá al siguiente, y lo que cobren los que ya están en la plantilla influirá en lo que puedan llegar a cobrar los que vengan en el futuro. Lo dicho, un lío.

Por último, también cabe señalar que el tan traído y llevado aumento de ingresos por derechos de TV no deja de ser un aumento para todos los clubes, de manera que si el Lugo ha pasado de ingresar tres a seis millones en ese concepto (son cifras aproximadas, ya que no se conocen oficialmente), habrá clubes que habrán aumentado de siete a catorce (de nuevo cifras aproximadas), por lo que, aunque supone un aumento de “cash”, no conllevan una ventaja competitiva, ya que aumentan para todos los clubes. Los auténticos beneficiarios de esto serán los propios futbolistas, que podrán pedir mayores cantidades a la hora de fichar por un equipo. Recordemos que, además, para el cálculo del tope salarial se tiene en cuenta los ingresos del año anterior, por lo que los nuevos ingresos no tendrán impacto en este concepto hasta la temporada que viene.

Es importante volver a señalar que todo lo descrito anteriormente no se debe tomar como una excusa a la deliberada o no tardanza del Lugo en cerrar su plantilla. Otros clubes a estas alturas ya han fichado mucho y bien, clubes de la misma “clase” que el propio Lugo. Solo se pretende señalar todo lo que hay que tener en cuenta, sortear y calcular antes de traerse a tal o cual jugador. Es perfectamente entendible que el aficionado de a pie, que paga su abono y quiere ver reforzarse a su club, se muestre intranquilo cuando las cosas tardan en cristalizar, y lo más recomendable, deportiva e institucionalmente, es completar la plantilla cuanto antes, pero también se debe tener en cuenta que el Lugo, de momento, llega a donde llega y, aunque tenga sus primeras opciones, casi nunca es la primera opción de los jugadores que más ilusionan. Tengamos, pues, paciencia (yo el primero, que muchas veces me he dejado llevar por la histeria) y recemos, eso si, porque el Lugo acierte con las incorporaciones que han venido, por las que quedan por llegar y por los jugadores que ya estaban de otras temporadas. Su suerte será la nuestra. Que sea buena.

Fotografías: CD Lugo / Lugoslavia.

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