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Cometa Whalley y el deseo de la salvación en propia

por Denís Iglesias 13 mayo, 2022
Cometa Whalley CD Lugo
Tiempo de lectura: 4 minutos

La vida tiene una configuración en la que cualquier individuo encaja más derrotas que victorias. En el lado de los triunfos cabe la rutina, que no emociona, pero ayuda a sobrellevar la estabilidad. Esto es así, sin importar la clase social. El esfuerzo es innegociable incluso para levantarse de la cama. Por eso es importante cosechar una importante tolerancia al error y a la crítica. Algo que ha sabido hacer, como nadie, Óscar Whalley, portero del CD Lugo, rebautizado como Cometa Whalley por un seguidor de Lugoslavia, idea que traslada Pablo del Valle al apartado gráfico como solo él sabe.

Ilustración principal: ‘Cometa Whalley’, por Pablo del Valle. Prohibida su reproducción salvo con cita expresa del autor y de www.lugoslavia.gal

Al portero albivermello, al igual que ocurre con las estrellas fugaces, la afición albivermella le ha pedido un deseo: la permanencia. El equipo de Rubén Albés lleva más de un mes cruzando los partidos en verde intermitente, al borde del rojo, consciente de la ventaja que tiene sobre el resto, aunque incapaz de cerrar un objetivo que, por la dinámica del curso, parecía que iba a alcanzarse con más holgura. El CD Lugo debería formar parte de la nómina en la que están Burgos o Ibiza, rival este último frente al que los albivermellos sacaron un punto que puede ser definitivo en la lucha por mantener la categoría.

No fue el resultado del éxito colectivo, como fue norma durante la mayoría de la temporada. El empate fue posible gracias a dos intervenciones precisas de Cometa Whalley y un gran gol en propia meta de Manu Molina. Dentro de la gama de permanencias inverosímiles alcanzadas por el equipo amurallado en las últimas campañas aún quedaba un recurso por utilizar: los tantos anotados por un jugador rival. El descenso administrativo del Reus, el vídeo de Maradona con Juanfran, los penaltis de Manu Barreiro… Faltaba el macguffin definitivo: goles en propia, aunque como en todas las situaciones anteriores, tiene que haber algo que fuerce la situación, como recordó Rubén Albés en la rueda previa al CD Lugo – Fuenlabrada (sábado, 16:00 horas, Anxo Carro).

«No queremos ser una marca blanca»

Todos los números que se suman vale, así que como buenos hombres de letras nos da igual el origen algebraico de una salvación que debería certificarse este fin de semana. Puede ser por lo civil, esperando un tropiezo de la Real Sociedad B ante la UD Almería este viernes (21:00 horas); o por lo criminal, obligados a coger el cortacésped para degollar de alguna manera inverosímil a un equipo ascendido como el Fuenlabrada. El encuentro es peligrosísimo, porque los de Sandoval son como una araña aturdida por un escobazo. Cuando piensas que ya no puede hacerte daño, estira una de sus ocho patitas para salir corriendo hacia debajo del sofá. Y el miedo aparece de pronto.

«La motivación es lo de menos. Tenemos que pensar en ser profesionales y darlo todo», aseguró José Ramón Sandoval, técnico del conjunto fuenlabreño, quien repasó ante los medios el camino de intentos fallidos que han supuesto su descenso. El CD Lugo no quiere suponer, ni por asomo, un itinerario similar del que, todo sea dicho, ha salido siempre victorioso. El estreno de la undécima temporada en el fútbol se ha pospuesto, algo que, según Albés, se ha produjo por el «desgaste emocional» que provoca una temporada tan larga. Pase lo que pase, tendrá el mérito de ser el primer entrenador que completa una campaña completa en el banquillo del Anxo Carro desde Francisco (2017/18).

«El día que no jugamos con alma y emoción, somos un equipo vulgar. Somos un club de marca blanca y no queremos eso». Esta frase del técnico vigués, pronunciada en sala de prensa, sirve para resumir sus diez minutos de comparecencia. Y vale para todas las facetas del club. En el momento en el que un equipo como el CD Lugo cae en la indefinición, asumiendo lugares comunes, está condenado al fracaso y al ostracismo. Esto se refleja igualmente bien en la comunicación y relación con el socio, donde existe una franca debilidad que ha convertido la filiación albivermella en cuestión de fe y compromiso. La SAD no ha conseguido ofrecer un producto atractivo que invite a más público que los fieles.

Para llenar ese vacío emocional, cobran enorme relevancia los jugadores que no se vuelven transitorios como el Cometa Whalley. El meta amurallado, con contrato hasta 2023 y opción de uno más, ha entendido a la perfección lo que supone ser un operario del fútbol. A las preguntas sobre sus intervenciones clave frente al Ibiza, respondió: «Es mi trabajo. Estoy aquí para intentar ayudar en lo que pueda». Lo hizo sin esperar una palmadita en una espalda en la que ha recibido golpes de todos los tamaños. Así fue en el Sporting, también en Zaragoza, menos en Castellón, donde puso más que nadie de su lado para la permanencia de los orelluts, e igualmente en Lugo fue objeto de críticas.

En el Anxo Carro tuvo que escuchar, al principio de temporada, todo tipo de improperios. La mayoría, por una acusada falta de seguridad con la que aún sigue lidiando. Es como el bicho de la depresión, que siempre acecha y al que hay que combatir a diario. Ha sabido suplir su falta de seguridad en las salidas con una colocación excelsa. Ha demostrado tener reflejos y sangre fría para no acobardarse. Habilidades con las que cerró un debate en la portería que realmente nunca existió. Vieites no supo o no pudo aprovechar la oportunidad. Cuando Whalley se recuperó de su factura, limpió el área del CD Lugo para hacerla suya hasta el final y convertir un deseo en realidad.

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