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Alberto y las conquistas de la clase trabajadora

por Denís Iglesias 1 mayo, 2022
Alberto Rodríguez - CD Lugo.
Tiempo de lectura: 3 minutos

Hay una enorme brecha salarial y social entre los jugadores y la mayoría de los aficionados. La industria deportiva ha construido pequeñas burbujas desde las que saludan a las hinchadas. Rebotan contra las paredes y se van lejos después de cara partido. Pero hay jugadores que por el esfuerzo del camino que han completado para llegar al fútbol profesional siguen actuando con conciencia de clase. Alberto Rodríguez, central del CD Lugo, es el máximo exponente.

El canario es un ejemplo a seguir, tanto por el vestuario como por la grada. Un tipo serio, con una facha que, desde el prejuicio y el desconocimiento, podría suponer una mirada al suelo o el cambio de acera. Pero lo que verdaderamente impone es su talento para hacer de la meritocracia una virtud, cuando está poco valorada en el mundo de los agentes, el carisma efervescente y la ausencia de dobles oportunidades. A no ser, claro es, que uno pertenezca a la clase dominante o, en su defecto, se relacione con ella.

Este domingo, el CD Lugo tiene la oportunidad de cerrar matemáticamente la permanencia ante un CD Tenerife que quiere hacer valer el peso de su historia clasificándose para los playoffs. Lo harán sin Álex Muñoz y Shashoua, ausentes por lesión, y con una racha que en los últimos diez partidos se reparte en cuatro victorias, dos empates y otras cuatro derrotas. Saltarán al Anxo Carro desde la cuarta plaza, con 63 puntos, con distantes opciones de ascenso directo, pero con la oportunidad de dejar encarrilada la clasificación para la eliminatoria a la que quiere engancharse su eterno rival, la UD Las Palmas.

El rumor que no fue

Pudo ser Alberto Rodríguez uno de los protagonistas de un derbi canario. Cuando estaba en el Tamareceite, del que fue clave en su ascenso del fútbol regional al nacional, su nombre estuvo en las quinielas como refuerzo amarillo. El rumor no fructificó y el central de Arucas se ganó un puesto en el profesionalismo tras la pretemporada que el CD Lugo vivió en cuadro en la parcela defensiva. Pero Alberto Rodríguez no lo ha tenido fácil nunca de ahí que la suya sea la historia de la conquista de los derechos de la clase trabajadora balompédica.

Tan canario como el Ron Arehucas, las chocolatinas Tirma, el gofio escaldao, el Clipper de fresa, el leche y leche o el café barraquito. Igualmente, tanto del CD Lugo como cualquiera de los que acuden al feudo albivermello y más que los que tuercen la vista e ignoran a un equipo con una década consecutiva en el fútbol profesional. La construcción de un sueño piedra a piedra hace que Alberto Rodríguez valore al máximo figurar en un once titular al que accedió desde el banquillo de suplentes y que abandonó definitivamente tras la lesión de Ros.

No cayó del cielo en las convocatorias. Tuvo que superar una pubalgia de la que se recuperó con tratamiento conservador y que le tuvo en el dique seco durante varios meses. Parecía conformar una pareja de centrales inédita con Álex Pérez, fuera del mapa desde el principio.

Minimizar las debilidades

Dos caminos con consecuencias inversas. Alberto cogió la herramienta y se apretó las tuercas que tiene al lado de las rodillas y que le hacen funcionar como una cafetera italiana. Podrá no ser un central último modelo que hace un cremosísimo capuchino en los cortes o las incorporaciones, pero cumple exactamente con lo que se le pide. Así lo ha venido demostrando en los más de 3.100 minutos que acumula entre Copa del Rey y Segunda, en los que anotó un gol clave contra el Real Oviedo.

Alberto Rodríguez es el mejor embajador de la principal virtud del CD Lugo 2021/2022: ser capaz de minimizar los riesgos. A base de colocación, pases seguros y coordinación con las diferentes parejas con las que ha formado (mayormente Alende, en el tramo final) se ha ganado el respeto de una afición que ha convertido el galardón del MVP en una secuencia de fotos con su cara. Mientras ciertas piezas del engranaje de Albés han ido perdiendo lustre o empaque, Alberto ha configurado un completo contador de oportunidades aprovechadas.

Alberto Rodríguez podría haber sido, como otros de su generación y compromiso, un taxista que recorriera de punta a punta su isla y los campos del fútbol modesto. Un increíble y respetado modelo de vida, con continuas carreras sacadas de la manga. Sin embargo, el destino ha querido premiar su perseverancia y le ha convertido en un chofer de las aspiraciones del CD Lugo, con el que firmó un año más otro opcional que se ha ganado. La suya es, sin duda, la conquista de la clase operaria.

Ilustración principal: ‘El nacimiento de Alberto’, por Pablo del Valle (@pablo_dvp).

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