Tiene el Club Deportivo Lugo de Albés un punto de drama, de agonía, que me engancha profundamente. Frente a los equipos que hacen bandera de su buen juego, o de tener tal o cual jugador desequilibrante, el CD Lugo que se ha pergeñado para esta temporada destila un aroma a pelea, a estar siempre al borde de algo, a partirse la cara. A mí siempre me han gustado ese tipo de equipos. No te quieren vender lo que no tienen pero te aseguran de que con lo que hay van a estar hasta el final en la lucha. Lo que pasa es que la lucha a veces sale cara y otras veces cruz, y contra la Ponferradina fue cruz. Y de las que duelen.
Porque en el global la Ponferradina fue mejor. Lo fue porque comparando plantillas, es superior a la albivermella. Es de elogiar que un equipo como el berciano, que ascendió en 2012 como nosotros y que a diferencia nuestra se ha comido tres años desde entonces en la B, haya dado pasos tan firmes y constantes en su crecimiento que ni un descenso les afectó. La Ponfe es equipo serio, muy trabajado y con jugadores desequilibrantes. Enrich, directamente, es de otra categoría.
Pero estábamos hablando del Lugo. Como nos tiene acostumbrados, se agarró al partido para recuperarse del gol inicial de Agus Medina. Tras una primera parte tirando a mala encaró una segunda mitad en la que, por momentos, sometió a los de Bolo. Pero la gasolina se acabó justo cuando más falta hacía, la Ponfe olió sangre y Enrich hizo el resto, justo cuando el punto ya se saboreaba. Perra vida.
Sin embargo, y a pesar del palo, la sensación sigue siendo la misma. Puede que a este equipo le cueste mucho ganar, pero también es cierto que a los rivales les cuesta mucho ganarnos. Puede que haya déficits y carencias, pero también hay fortalezas que se explotan hasta el límite. Cuando ves al Lugo sabes, en definitiva, que las vas a pasar putas pero también que el que está enfrente va a tener su ración de sufrimiento.
Queda trabajo por hacer, claro. Mucho. Queda recuperar a los lesionados y que puedan dar descanso a unos titulares que viven al borde de la asfixia, cuando no de la lesión por la acumulación de partidos en este calendario de locos propiciado por la LFP. Queda afianzarse atrás, recuperar la solidez que se ha perdido en los últimos partidos y queda volver a afilarse arriba. Queda mucho, pero hay ganas de apretar los dientes y agarrarse con todo a cada duelo. Y eso es mucho.