Nuestra primera charla en Fútbol de África no podía ser con otro invitado: Serge Leuko. El impulsor de la campaña Aucun Enfant Sans Sac charla con nosotros y nos cuenta cómo vivió y cómo se crió en Camerún, África; recuerda el salto a España y nos habla de la importancia de dos personas clave en esa nueva aventura del fútbol europeo: Samuel Eto’o y Cristóbal Tudurí.
Leuko siempre tiene presente a su familia, de la que habla con un cariño especial, que considera como pieza clave para su desarrollo como futbolista pero, sobre todo, como persona. Tampoco olvida su barrio, New Bell, lugar en el que comenzó a dar las primeras patadas al balón, presente en cada recuerdo lleno de felicidad.
Nos revive su infancia: cómo creció y quién lo acompañó. Nos cuenta cómo era la vida en un barrio famoso por su mercado, por su cárcel y por tener la rotonda más grande. Sus recuerdos, preciosos: Jugar y correr con amigos, ir al colegio, regresar a casa y ver a su padre con los ojos en la velada de Mike Tyson que echaban por la tele…
El salto a Europa con tan solo catorce años y las aventuras hasta llegar a Valencia fueron complicadas. Quizá, desde aquella óptica joven, Leuko no entendía la dimensión de algunas cosas, pero hoy en día sí es capaz de reconocer, agradecer y querer a toda esa gente buena y generosa que se cruzó en su camino.
También repasamos temas tan importantes como el racismo, cómo lo vivió (y, lamentablemente, aún vive en alguna ocasión); su paso por la selección nacional, las costumbres y tradiciones del país ligadas al fútbol, la Copa de África…
Imperdible conversación con Serge Leuko, en este Fútbol de África, que os invitamos a leer con la calma y tranquilidad que merece. Ojalá la disfrutéis y aprendáis mucho.
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- ¿Cómo ha sido la infancia de Leuko?
Nací en Douala en el año 1993 y crecí en el barrio de New Bell. Es un barrio muy grande y muy famoso por su mercado, por su cárcel, por su cementerio y por tener la rotonda más grande. ¡Con 6 salidas!
Tengo muy buenos recuerdos. Desde el primer momento siempre me gustó salir a la calle a jugar con mis amigos e ir al colegio juntos ¡desde muy pequeños! A partir de los tres o cuatro años ya íbamos solos. Estaba muy cerca de mi casa.
Por la tarde jugábamos al fútbol, echábamos carreras por las calles… Disfrutábamos mucho. ¡Era maravilloso! Siempre estábamos con niños de la misma edad, íbamos a barrios vecinos a hacer amigos…
Ahora, cuando eres más grande, te das cuenta de que esos momentos eran únicos y te da pena, porque en realidad no lo has disfrutado como querías.
- ¿Y tu entorno familiar? ¿Era un ambiente futbolero?
Somos cinco hermanos. Tengo tres hermanas y un hermano mayor al que le gusta mucho el fútbol. En casa siempre se ha visto mucho fútbol: la Copa de África, los Juegos Olímpicos, los torneos que juega la selección de Camerún son muy seguidos.
También aprovechábamos los torneos de los barrios para ver partidos o incluso jugar. Algunos eran muy famosos, más incluso que los partidos de primera división. La gente esperaba al verano para ir a ellos. Yo iba mucho a ver a mi hermano jugar y a partir de ahí también lo empecé a seguir.
¡Aunque el deporte preferido de mi padre siempre ha sido el boxeo! Los torneos de Mike Tyson le flipaban.
- ¿En qué momento te das cuenta de que te gustaría ser futbolista?
La verdad es que me di cuenta muy tarde, la verdad. Mira, cuando empecé a jugar en Camerún, en el equipo de mi barrio -el BBR, que era de un centro militar que tenía una escuela de fútbol y lo llevaba un chico de allí cerca- íbamos tres o cuatro amigos del barrio a entrenar e íbamos jugando y cogiendo rutina de fútbol pero sin ninguna otra pretensión.
Me gustaba porque ya no ibas sólo a New-Bell, que a un campo en calle, sino que también salías a campos más grandes y conocías gente. Muchas veces ibas más por ver a tus amigos que por jugar. ¡Lo pasábamos bomba!
A medida que pasaba el tiempo nos gustaba y jugábamos contra equipos más fuertes. Decían: «hay un equipo de jóvenes en tal sitio que son muy buenos», y queríamos ir a ganarles.
Más adelante, cuando llegué a España, estuve en Mallorca y en Menorca -en el Penya Ciutadella-, pero hasta que no me vino a buscar el Valencia al Torre Levante no me di cuenta de que podía hacer carrera como futbolista… Fue cuando dije: «¡hostia!», y mira que ya estaba en Europa… pero yo seguía disfrutando el fútbol igual que en Camerún.
¡Aunque el deporte preferido de mi padre siempre ha sido el boxeo! Los torneos de Mike Tyson le flipaban.
- Y en el momento en el que das el salto a Europa… ¿Cómo se lo toma tu familia?
Estábamos todos flipando. Yo viniera a España a jugar varios torneos y ya habían escogido a varios compañeros para jugar en el Barcelona, ya habíamos visto a gente que se había venido a Europa, la posibilidad era real. Pero ni mis padres ni yo nunca nos obsesionamos con que un día pudiera ficharme un equipo…
Y pasó. Fuimos a un torneo a Corea del Sur donde yo salí escogido como mejor jugador del torneo y, a los pocos meses, reúnen a mis padres y les dicen que el Real Mallorca estaba interesado en que fuese para allí.
Pero ya te digo, en mi familia nadie podía permitirse pagar un billete de avión o una estancia en Europa… era imposible. Entonces ver que alguien te daba una oportunidad sin tener que poner nada… para mis padres fue una satisfacción grande.
- ¿Y, en algún momento, te dijeron que era mejor que no fueras o algo?
No, nada. Mis padres siempre me apoyaron en todo. Mira que antes, cuando era más pequeño, no hablaba nada con ellos, no les comentaba como habían ido los partidos al acabar… nunca tuvimos esas conversaciones. Me preguntaban el resultado y listo. Iban a las reuniones y todo eso, pero no éramos mucho de profundizar. Pero siempre siempre me apoyaron. Y ese día recuerdo que estaba toda la familia muy contenta.
Yo veía, en la televisión, que los partidos se jugaban de noche, pero el estar ahí y verlo en directo era espectacular.
- ¿Cómo es el momento en el que vienes aquí y dejas toda tu vida allí?
Recuerdo que todo el rato pensaba en cómo podía ser Mallorca, cómo podía llegar allí, cómo serían los compañeros, los entrenamientos… Era todo imaginar cosas increíbles. ¡Iba a estar en Mallorca!
- ¿Y el idioma?
¡Nada! Llegué allí con catorce años sin saber nada de español. Bueno, el hola, ¿qué tal?; buenos días, buenas tardes, buenas noches, pero nada más.
- ¿Fuiste solo?
No, fui con un compañero, Fabrice Olinga, en el mismo vuelo en Navidad, el 25 de diciembre, imagínate.
Recuerdo que llegamos a Mallorca y que estuvimos, primero, en un hotel. Nos vinieron a recoger para enseñarnos la ciudad deportiva. Era todo de noche, con muchas luces, muy brillante… Flipaba. Yo veía, en la televisión, que los partidos se jugaban de noche, pero el estar ahí y verlo en directo era espectacular.
El caso es que llegamos a Mallorca y a Olinga lo mandaron con una familia de acogida y a mí con otra. Nos decían que si estábamos juntos nunca aprenderíamos el idioma, por eso nos separaron. El español me resultaba muy fuerte al escucharlo (risas).


Fabrice Olinga. | Foto: Sportdirect.
- ¿Sigues teniendo relación con esa familia de acogida?
Con la de Mallorca poca. Allí estuve solo un año nada más, pero sí que los tengo en las redes sociales y nos preguntamos qué tal de vez en cuando; pero no una relación estrecha como la que tuve con Cristóbal (Tudurí) porque fue esa fue muy muy fuerte.
¿Y sabes quién era el entrenador? ¡Rubén Albés! Fui a hacer la prueba con otro compañero, con Essomba, y al acabarla nos dijo que quería a Essomba, pero que a mí no me veía por ser muy joven y pequeño.
- ¿Quién era Cristóbal?
Después de Mallorca nos vamos al Penya Ciutadella. Vivíamos en un apartamento que nos pagaba el club pero, a las semanas, surge un problema: la FIFA saca una ley en la que prohíbe fichar a jugadores africanos a causa del tráfico ilegal de menores que se estaba produciendo y claro, nosotros teníamos que volver para Camerún porque al no jugar, ellos no podían asumir esos gastos.
Ahí es donde aparece Cristóbal, el entrenador del Penya Ciutadella, que nos dice que no nos preocupásemos, que iríamos a vivir a su casa y que él se haría cargo de nosotros.
Finalmente nos mudamos a su piso. Por la mañana íbamos al colegio, que estaba justo enfrente y por la tarde a entrenar. De repente empezamos a tener una relación muy fuerte con una persona que no conocíamos de nada y que se hace cargo de nosotros. Estuvimos todo el año con él en su casa a gastos pagados, nos daba todo lo que necesitábamos, como si fuésemos sus hijos, ¡tal cual!
En aquel momento no te das cuenta porque eres pequeño, pero ahora piensas que no tenía por qué hacerse responsable de nosotros. Imagínate el impacto que tuvo ese hombre en mi vida. Si esa persona no hace eso probablemente estaría en Camerún.
De todos los años que llevo en España ese ha sido el más importante de mi vida. Nos quedamos sin competir pero conocimos a una persona que a día de hoy es como un padre. Es la persona más admirable que hay. Con un corazón enorme, sin ningún interés. El trato siempre fue espectacular hasta el día de hoy.
- Pero cuando sucede el tema de la FIFA con los fichajes, ¿realmente te planteaste regresar a casa?
No, porque en aquel momento nosotros no sabíamos nada de lo que pasaba. Nos decían que no podíamos jugar por tema de papeleo, entrenar sí, pero no competir. Pero no nos plantearon nunca de volvernos a Camerún. No nos dijeron nunca nada, no sé por qué.
Después de acabar el año en Menorca, la fundación Eto’o nos dice que nos tenemos que marchar porque no nos pueden fichar. Fuimos a Valencia porque Alma (directora de comunicación de la Fundación Eto’o) conocía una persona allí y nos consiguió una prueba en el Burjassot, equipo de Tercera División.
¿Y sabes quién era el entrenador? ¡Rubén Albés! Fui a hacer la prueba con otro compañero, con Essomba (que ahora juega en Don Benito, en Badajoz), y al acabarla nos dijo que quería a Essomba, pero que a mí no me veía por ser muy joven y pequeño. Teníamos dieciséis, era nuestro primer año de juveniles. Él era más fuerte, más alto y más musculoso que yo. La Fundación quería que fuésemos los dos juntos y al final no nos quedamos en el Burjassot. Pero a los tres días teníamos una prueba en el Torre Levante y allí sí nos cogieron.


Clyde Essomba. | Foto: Castellón Información.
- Y luego es cuando te vas al Valencia.
Exacto. Estuve un año, y después el Valencia me siguió mucho y le hizo una oferta al Torre Levante para ficharme. En Valencia estuve tres temporadas antes de venir a Galicia, primero para jugar en As Somozas y después ya en el Club Deportivo Lugo.
Me llama Germán, el jefe de prensa de Lugo. Yo estaba en el centro comercial con Julia y me dice que había llegado una convocatoria de Camerún en la que ponía mi nombre.
- Cuando llegas a Lugo, en el año 2017 eres convocado con la selección absoluta que venía de ser campeona de la Copa África…
Si, fue una sorpresa todo. Vino Hugo Broos, un entrenador que rompió la tradición de llamar a jugadores de grandes equipos y con mucho nombre. Desde entonces cualquier jugador de Camerún era seleccionable.
Él llegó a la Copa África con chicos desconocidos que jugaban en ligas menores, de los que nadie había oído hablar. Pero confiaba en darles rendimiento. Jugar en el Manchester no te aseguraba un puesto. Se quedaron nombres muy grandes sin ir y, fíjate, Camerún salió campeón.
Antes era imposible que Camerún llamase a un jugador de Segunda División división como el Lugo.
- ¿Y recuerdas cómo fue el momento en el que te convocan?
Me llama Germán, el jefe de prensa de Lugo. Yo estaba en el centro comercial con Julia y me dice que había llegado una convocatoria de Camerún en la que ponía mi nombre y las fechas de los partidos. Yo, al principio, pensé que me estaba vacilando, así que fui para allí para verla en persona.
- ¿Fue una sorpresa entonces?
La verdad que sí. Yo sabía que el segundo entrenador de Camerún había ido a verme a un partido contra el Mallorca. Me enteré, al acabar de jugar, que había estado allí, pero no sabía si me iban a convocar… (se queda pensando). Es lo máximo. Después de ahí no hay más.
Los niños, en Camerún, cuando ven el autobús de los Leones Indomables y se ponen a correr detrás de él, se para toda la zona y se ponen a sacar fotos. La gente se concentra en todos los rincones para ver la Copa África. Lo que pasa allí con la selección no pasa con ningún club, es espectacular.
- Y ya que hablas de los Leones Indomables… ¿Recuerdas cómo fue el primer día que entraste al vestuario de la selección? ¿Te resultó muy impactante?
La verdad es que no mucho, porque ya había coincidido en la selección sub-20 con cuatro o cinco jugadores -que eran pilares del equipo además- entonces eso hizo que la entrada fuera muy fácil. Recuerdo que todo era muy divertido y que siempre había buen rollo. Eran solo cinco días pero estabas con ganas y con mucha energía.
El ambiente, además, es muy sano. No sé cómo será en otras selecciones, pero en Camerún funcionaba muy bien. Cuando estaba en Lugo, lo hablaba con Lass (Bangoura) o El-Hacen, que también habían ido con sus selecciones, y me decían que siempre tenía ganas de ir porque se lo pasaban bomba.
- Durante esa etapa en la selección, ¿recuerdas haber vivido alguna situación muy loca o que te quedase marcada?
¡Sí! Recuerdo un partido contra Nigeria (jugamos allí) que fue el más bonito que viví. Era como meterte en un nido de abejas. ¡Había muchísima gente y un ambiente espectacular!
Estaban cantando el himno tan bien coordinados… ¡Hasta animando! Era un ambiente tan especial que no quería que acabase nunca ese partido ¡y eso que lo perdimos! (risas).
Piensa en lo que le duele a un gallego que un madrileño le menosprecie. Pues imagínate por el color de la piel…


Fútbol de África. Lugoslavia.
- La gente en África vive al máximo el fútbol, ¿no?
Aquí también hay campos que aprietan mucho, ¿eh? Como el de Sporting, el Córdoba… que molan. Pero hay una diferencia que es que allí no hay insultos. Mientras dura el partido, la gente no insulta. Todo lo contrario que aquí. Es más, como el equipo rival sea mejor que tú, la afición puede aplaudir al otro equipo si te están dando un baño.
- ¿Se puede decir que en el fútbol africano hay más respeto, entonces?
No sé si es respeto o es su forma de entender… Mira, yo lo más fuerte que he visto en un campo de fútbol fue cantarle a Eto’o al final del partido «que malo eres» por fallar un penalti que nos dejó sin ir al mundial. Pero fue al final del partido y una vez había acabado todo. Mientras tanto era todo animar.
- En la actualidad está muy presente el tema del racismo en los estadios. A nivel personal, ¿has vivido algún episodio durante tu carrera como futbolista?
Si, en España si. Al final es donde más tiempo he pasado, he vivido en diferentes ciudades… Son cosas que van dentro del pack y las vives. No debiera de ser así, pero hay que estar por encima de eso. Es duro, porque por mucho que la gente se ponga de nuestro lado, creo que nunca lo va a poder entender. Piensa en lo que le duele a un gallego que un madrileño le menosprecie. Pues imagínate por el color de la piel… Cuando hablan de «vosotros» te excluyen. Pasa lo mismo a nivel de continente, de raza de color…
- ¿Y en un vestuario?
Es más complicado… Son más los comentarios. Hay gente que a veces hace comentarios desafortunados, que no saben que pueden llegar a herir. Al final no puedes pelearte por todo, cansa. Pero te cansa a ti y a los demás.
La gente te dice: «te parece todo mal, te parece todo un ataque» y no se dan cuenta de que son ellos los que ofenden. Algún día no tienes ni ganas de decir nada, porque acabas peleando con todo el mundo.
- Mirando las selecciones nacionales, me llama mucho la atención que los técnicos sean blancos en la mayor parte de equipos. ¿Crees que desde las federaciones se confía más en la gente blanca que en la negra?
No lo sé. Yo no encontraría una razón concreta, es muy difícil. En mi opinión, pienso que es muy difícil ser profeta en tu casa a pesar de que haya gente preparadísima que pueda hacerlo.
Se puede plantear de muchas formas. Ya no solo en el mundo del fútbol, sino también en la vida normal. En los altos cargos de las grandes empresas verás a pocos cameruneses. ¿No se fían? ¿No les interesa? ¿Piensan que por tener una persona blanca ya es superior y tiene más mano? No lo sé, no es fácil saberlo. De todos modos, creo que poco a poco debemos de ir mentalizándonos y ver, demostrarnos, que cualquiera es capaz, más allá del color.
Por ejemplo, aquí tenemos un seleccionador portugués. Es un buen entrenador, te lo puedo asegurar: lo conozco, tengo hablado con él y sé cómo trabaja. Ahora, el criterio de por qué lo eligen en lugar de un camerunés lo desconozco. Habría que preguntarles a ellos.
En la selección ha habido africanos pero poco tiempo. Estuvo Clarence Seedorf, que es negro, pero es holandés…
Además, era como una forma de devolver lo que a mí se me dio en su día. Aunque no sea en el fútbol.


Serge Leuko con los Leones Indomables.
- En este 2021 se iba a disputar la copa África en Camerún, pero con motivo del COVID se aplaza para enero del 2022. ¿Qué significa para ti que se celebre en tu país y qué esperas?
Pues era la ilusión más grande que tenía. Sé que ahora es muy complicado porque me he quedado sin equipo y no sé cuando empezaré a competir… De hecho, fue una de las razones por las que fui a Bélgica la pasada campaña, porque juegas en Primera División y la visibilidad es mucho mayor. Estando allí hubo cuatro convocatorias y fui a tres. Ahora tuve mala suerte porque el equipo descendió.
Era una de mis prioridades, pero bueno, nunca se sabe lo que puede pasar. Ya se sabe que las cosas pueden dar un giro para bien o para mal en poco tiempo. Es muy complicado, casi imposible, pero en ese casi hay una esperanza.
¡Aún por encima es en Camerún! Es la posibilidad de que te vean tus padres, tus amigos, familiares… Esta es la segunda vez que se celebra en un país con la importancia de Camerún. La primera fue en el año 72. No te puedo decir que se siente porque yo no la viví.
La gente llevaba años preguntándose que cómo podía ser que un país como Camerún no estuviera preparado para organizar una Copa África. ¡Pues este año será!
- En Europa nos llama mucho la atención la figura del hechicero, siempre ligado a Camerún. ¿Siguen estando presentes en la selección?
No, qué va. En la selección no. En la vida normal sí los hay y en liga y campeonatos sí que puede haberlos. Allí los encuentras en miles de ámbitos.
En la copa hay gente que se pone en la grada con los rituales, porque para nosotros es tradición; pero un deportista se da cuenta de que da igual lo que diga, que si no estás bien vas a perder. Es un tema de mentalidad.
En la Copa África hay gente que se pone detrás de la portería porque creen que así no van a entrar los goles.
- Hablas siempre de la importancia de la mentalidad y de la formación. Hace poco estuviste presentando la segunda edición de la Campaña «Aucun enfant sans sac» para los niños de tu barrio, de New Bell. Me gustaría saber un poco más sobre cómo es la educación allí y que te lleva a promover una iniciativa así.
En Camerún hay mucho potencial. Si hacemos una comparativa entre un niño africano y uno europeo al africano, físicamente, lo ves como una bestia, pero mentalmente lo ves un paso por debajo.
Aquí, en Europa, la base de educación de los niños se sigue a rajatabla. Los niños hablan antes. ¡En Camerún andan antes! Tu ves un niño por la calle e igual con nueve meses va andando; ya sale de su casa y todavía no habla.
Aquí es al revés. Va a comenzar a andar y ya está diciendo cosas. Los niños van a la guardería. Allí no, empiezan el colegio más tarde.
Entonces, quieras o no, cuesta. Yo me he dado cuenta aquí. En Europa tienen una madurez mayor y por eso esta iniciativa me pareció buena idea. La educación y la formación es lo mejor que hay.
Además, era como una forma de devolver lo que a mí se me dio en su día. Aunque no sea en el fútbol. Que los niños fueran a clase con su mochila, a formarse. A animarlos a continuar. A demostrarles que los estudios son lo mejor que hay. Para mí es la base de todo.
Cualquier niño dentro de diez o quince años recordará que alguien les ha regalado una mochila y que la gente pudo contribuir a que fuese a clase. Eso a mi me parece muy bonito.
Y por eso quiero agradecer también la ayuda desde Lugoslavia. No solo por dar visibilidad, sino también porque habéis participado muy fuerte y estoy muy contento y agradecido.
- Ya para cerrar. ¿Qué consejo le darías a un niño que nos pueda estar leyendo y que quiera ser futbolista?
Pues le diría que si quiere ser futbolista nunca piense en ser futbolista. Es lo último en lo que tiene que pensar. Tiene que disfrutar. Tiene que ir a entrenar y hacer todo lo que hace un niño y, si se tiene que dar, ya se dará.
Yo ahora lo veo y me hago miles de preguntas. Lo veo tan complicado y tan difícil… Cada vez más.
Si quisieras ser médico te diría que fueras a por ello, porque si quieres puedes serlo. Si estudias depende de ti; pero ser futbolista no va a depender de ti nunca. Un día te tienen que elegir, El que vaya a verte ese día, como haya pasado una mala noche o venga con malas ganas y no sea profesional igual te dice que no vales. Y en otras circunstancias sí que le valdrías. Hay miles de factores. Esto no depende de ti, porque entrenar bien no te garantiza que mañana vayas a jugar bien.
Cuando algo no depende solo de ti, no pienses en ello. Ve por el camino, y ya irás cada vez dando pasos grandes.
- Creo que con esta frase no podrías definir mejor la esencia de lo que pretendemos con este espacio que vamos a intentar continuar y seguir aprendiendo y mejorar y muchas veces creo que no se da voz. Agradecerte de nuevo este rato y decirte que aquí tienes tu casa cuando lo necesites.
Es totalmente mutuo. Mil gracias por acordaros siempre se mí, llamarme y lo mismo os digo, para lo que queráis, aquí estoy. ¡Un abrazo enorme!