Artículos

Opinión CD Lugo. Clandestinidad y huevos gordos

por Denís Iglesias 21 septiembre, 2021
Huevos Gordos Rubén Albés
Tiempo de lectura: 4 minutos

La clandestinidad ha sido siempre un territorio de figuras para el recuerdo. Sombras que se han movido al margen de la legalidad por fines lícitos y otros no tanto. Guerrilleros, bandoleros y fugitivos perseguidos por una vida pasada o condición ideológica. En no pocas ocasiones, han contado con el favor del pueblo para su resistencia, a la que han sido incapaces de poner fecha. Y así, la mayoría de estos retratos se han emborronado con la muerte de los prófugos o con su captura. El CD Lugo, este año, vive su propia clandestinidad. 

Algunos diarios de los maquis, guerrilleros antifranquistas, contenían instrucciones para manejar las armas que caían en sus manos. La mayoría garabateadas e incomprensibles cuando eran traspasadas a las manos de un algún compañero. Algunos de estos combatientes tenía formación militar, otros más ganas que habilidades bélicas y lo más erguido que habían asido para la batalla era el palo de una escoba. Su voluntad era inquebrantable en un proceso que tenía pocos visos de un final exitoso. 

Vieites se repuso mentalmente del error que supuso el penalti en contra y siguió dirigiendo a su equipo, manteniéndolo vivo con un mano a mano

Pero, ¿quién iba a reprocharles nada en un proceso de lucha contra todos los elementos? Algo similar le sucede al CD Lugo de Rubén Albés, plagado de jóvenes militantes que necesitan más cuerpo a cuerpo en Segunda División para sentirse cómodos en ellas. El vigués citaba en sala de prensa a Orest Lebedenko, Ros o Fran Vietes, que debutó contra el Cartagena (2-1) con un error que le costó un penalti al equipo albivermello. Sin embargo, el meta vigués supo reponerse mentalmente para seguir dirigiendo a su equipo y sacar un mano a mano que mantuvo vivo al Club Deportivo Lugo.

La actitud de Vieites es la de un clandestino. No se viene abajo ante los golpes en las rodillas por una caída entre las zarzas. Entra en lo exigible en un clima de absoluta incerteza, con un club que ha convertido cada temporada en un acto de supervivencia. Que un tiro salga por la culata es lógico, pero también ha de serlo revisar la parte defectuosa e intentar ponerle un remedio. Aunque si no se lleva a cabo este último proceso, el mal se vuelve endémico. De ahí que es importante hacer un ejercicio de revisión de todos los goles que han convertido al CD Lugo en el segundo que más encaja de la categoría. 

No basta asumir que en la incursión para generar un sabotaje en campo enemigo a uno se le ha olvidado el fusil y otro se dejado la munición en la entrepierna, como ocurrió con Campabadal en el 2-1 de Cartagonova. Hay que recoger esa lectura y convertirla en ejercicio de repetición para que no vuelva a suceder. Las lecciones están aprendidas, pero falta no caer en las preguntas más fáciles del examen. Y eso es básicamente un problema de concentración, no de estudio, porque el esquema de Albés funciona pese a las bajas

Clandestinidad entre los que están

Durante años, los maquis esperaron la intervención exterior que restaurara la república o un régimen democrático. Esta no llegó y siguieron luchando como si no hubiera calendario, hasta que la mayoría cayeron presos o enfermos. Otros consiguieron sobrevivir en el exilio. En cualquier caso, el CD Lugo no puede esperar a los que no están y que se han convertido en bajas sin siquiera pegar unos tiros. Alberto Rodríguez y Álex Pérez, que prometían ser centrales con participación, sobre todo el segundo, siguen en sus fases de recuperación -el primero- y de preparación -el segundo-, mientras la defensa sufre un sangrado de goles. Eso sí, las heridas cicatrizan y a pesar de que los golpes en cuerpo propio no ayudan, Alende y Ros suman minutos para poner sus apellidos en la zaga.

La justicia en el fútbol no existe y la diferencia entre marcar un gol o fallarlo es cuestión de astrología

Manu Barreiro, que tiene bastantes insignias acumuladas en el frontal de la camiseta, se refería tras la derrota ante el Cartagena a la providencia del fútbol. Es decir, ese cauce astrológico que es capaz de conducir el balón desde la bota de un jugador al fondo de las mallas. Y es que más que justicia esto es cuestión de flujos más azarosos que una ametralladora Chauchat, en la que se taponaban de nieve y barro los cargadores para una experiencia de tiro propia de una tómbola. 

Por suerte, aún estamos escribiendo los primeros partes de guerra, en los que se improvisan titulares y ambiciones. No son ni mucho menos definitivos, pero la caligrafía, cuando se mantiene jornada tras jornada llena de manchones, es más difícil de corregir. Eso sí, toda mi vida he tenido una letra de espanto y casi no se ha notado, por lo que mi optimismo se mantiene intacto, como el primer día, a la espera de que el caudal de errores se tapone y permita dar rienda suelta a un equipo valiente, decidido y con los “huevos gordos” tan mentados por Albés, cargados de alto valor vitamínico y mineral, recomendables para la dieta de cualquier albivermello.

Ilustración principal: “Huevos Gordos”, de Pablo del Valle. Permitida su reproducción solo bajo cita y consentimiento del autor y del medio.

Comparte:

Deja un comentario