Albivermellos, Mauro Pérez será el nuevo director deportivo del CD Lugo como ya todos sabéis. Exacto, el CD Lugo ha contratado a un nuevo director deportivo a pesar de que “la figura del director deportivo no tiene cabida en el Club Deportivo Lugo”. Pero Mauro Pérez sí.
Aún sin dudar de nuestras capacidades recabando datos, contrastando información y demás, hemos decidido preguntar a alguien que sabe para que nos ayude a destripar (en sentido figurado, ¡por favor!) a Mauro Pérez y, ya de paso, hablar sobre su trayectoria más reciente como director deportivo del Albacete Balompié.
¿Y quién mejor que nuestro queridísimo Míchel Barba para manejar el bisturí? Si es una delicia hablar y tratar con él, imaginaos leerlo. Sin más, os dejamos con su texto sobre, exacto, Mauro Pérez, nuevo director deportivo del CD Lugo.
A propósito de Mauro
Los amigos de Lugoslavia, quienes con extrema generosidad ya me abrieron sus puertas cibernéticas en una lejana ocasión, me han pedido unas impresiones sobre Mauro Pérez, flamante director deportivo del CD Lugo, del que usted que lee esto será hincha, como lo soy yo del último club en el que el canario ha prestado sus servicios: el Albacete Balompié. Vaya por delante que lo que sigue no es una semblanza ni un análisis profesional de ningún tipo (no soy periodista, solo un aficionado en todos los aspectos de la vida), sino un resumen y un balance improvisado del reciente paso del ínclito por La Mancha desde mi humilde y parcial perspectiva. Ruego que sean indulgentes con los errores y omisiones que escribir rápido y de memoria puedan haberme hecho cometer.
Año I
Mauro Pérez llegó a Albacete en junio de 2018, justo después de certificarse la permanencia en la primera temporada tras el ascenso y por la marcha de Nico Rodríguez (actual director deportivo del Elche), que había hecho en general un buen trabajo ese mismo año. Mauro procedía del Getafe, club del que también había venido un año antes Nico y que mantiene habitualmente relaciones y negocios con Skyline, grupo inversor propietario del Alba desde 2017. Como recordarán, la temporada 2018/2019 trajo gran ilusión y casi un ascenso a La Mancha. Gran parte de la afición le niega a Mauro cualquier mérito en la confección de aquella plantilla, y aunque es cierto que Nico pudo dejar avanzado algún fichaje y que puntales como Tejero y Febas vinieron únicamente por intercesión de Ramis (que los tuvo en el Castilla), Mauro fue responsable de la mayoría de incorporaciones, entre las que había nombres como Eugeni Valderrama o Mickael Malsa, que no cuajó en Albacete pero ahora es clave en el Levante de Primera División. Hubo ya algún pinchazo durante ese primer verano, pero nada grave dentro del conjunto.
Los problemas empezaron en su primer mercado invernal. Enero de 2019. El Alba era la revelación, estaba en ascenso directo, pero cualquiera veía que la plantilla se quedaba corta y que probablemente no sería suficiente para aguantar el ritmo de la cabeza. Se marcharon dos titulares, Mathías Olivera y Erice, y solo el segundo tuvo un sustituto a la altura (Dani Torres). Se pagó traspaso al Alcorcón por Álvaro Peña, centrocampista plano e insustancial que apenas aportaría al equipo. Pero, por encima de todo, era imperativo incorporar un jugador de banda con nivel de titular. El 31 de enero Mauro nos sorprendió con Muntari, pasado de toneladas y cuya posición estaba cubierta, y la cesión de Ballou Tabla, un extremo suplente en el Barcelona B. Fuera de mercado llegaría a prueba un extraño uruguayo, un tal Boselli, teóricamente para la banda y que ni siquiera era futbolista profesional. Entre los tres no juntaron medio puñado de minutos, lo poco que jugaron se demostró que no estaban para eso, la plantilla no se mejoró en nada y, como es sabido, el Alba no pudo aguantar el ritmo y se perdió la gran oportunidad de nuestra generación. En aquellos días se señaló más a Ramis que a Mauro por ello.


Año II
En el verano de 2019 se quiso hacer una plantilla con menos cedidos y más activos en propiedad; a partir de aquí Mauro comenzó a fraguar el desastre. Hizo movimientos acertados como Ojeda o Álvaro Jiménez, aunque luego rindiesen de forma muy irregular, pero en el mediocampo perpetró un destrozo que el Alba arrastraría durante toda esa temporada y la siguiente. Optó por renovar con un sueldo excesivo a Zozulya, que ya no podía subir más su nivel, mientras se dejaba marchar, por no querer mejorar su contrato, a Jeremie Bela, quizá nuestro jugador con más calidad. De nuevo se pagó un traspaso al Alcorcón, esta vez por Eddy Silvestre, a quien Mauro Pérez firmó 4 añazos y que resultaría ser de lo más asqueroso, aún más por actitud que por rendimiento, en pasar por el Alba en los últimos años. De forma muy llamativa se fichó un ramillete de centrocampistas de un único perfil, digamos de tipo box to box, muy físicos y justitos de calidad en el mejor de los casos, y de difícil encaje en la idea de juego de Ramis. Desde meses atrás, entrenador y director deportivo habían ido acumulando roces; al final de ese verano ya ni se hablaban. Mauro volvió a dejar una plantilla descompensada y coja en varias posiciones a 31 de agosto.
Es un milagro que el Albacete llegase a hacer 25 puntos en el primer tercio de liga; desde noviembre todo se derrumbó, pues el equipo era insostenible. En el mercado de invierno tampoco se mejoró nada. El nuevo director deportivo del CD Lugo fichó dos cedidos que rendirían bien en la liguilla post-confinamiento (Maikel Mesa y, en especial, Chema Núñez) y otros dos cedidos del Cádiz, lesionados crónicos que apenas olieron el césped. El Descarte del Cádiz ha sido el perfil de fichaje más icónico de la era Mauro en Albacete. Curioso. Cesado Ramis, el fichaje de Lucas Alcaraz resultó acertado para el contexto de caída libre que sufría el equipo, ya que frenó la sangría. El error fue renovarlo después de una salvación de penalti en el minuto 90. Ah, la clásica renovación por agradecimiento que nace ya abocada al fracaso (seguro que les suena). Prueba de ello es que en la jornada 5, apenas unas horas después que Juanfran, cayó.
Año III
La salvación del Carranza fue una oportunidad de oro para haber hecho reset, pero el primer paso debía ser la salida de Mauro Pérez y, dado que eso no se produjo, tampoco se produjo lo demás. Todos los problemas que llevaban arrastrándose más de un año se agravaron. Con las dificultades impuestas por el contexto pandémico, la plantilla siguió sumiéndose en la mediocridad, llegaron varios jugadores de 2ªB sin competir desde marzo y sin experiencia a nivel profesional (esto no es malo per se, en 2ªB hay grandes futbolistas, pero no fue nuestro caso), la limpieza se limitó a ciertos veteranos. Mauro Pérez consiguió firmar en propiedad a dos grandes deseados por la afición, Álvaro Jiménez, a la postre nuestro mejor jugador en esta infame temporada, y Chema Núñez, si bien el regreso de este sería terriblemente decepcionante. A última hora, el canario reclutó a Diamanka porque se le puso a tiro su cesión, cuando el equipo necesitaba un pivote de perfil distinto. Y de propina, otro cedido sospechoso del Cádiz que se rompió para todo el año al poco de demostrar que no era ningún figura. El negligente López Garai se rindió con el equipo a los pocos partidos de llegar y, cuando finalmente fue cesado, el nuevo director del CD Lugo presentó su dimisión; aseguró que ya lo había intentado en verano y el club no lo aceptó, nadie sabe si es cierto. Lo que vino tras él sería igual o peor. Y el destino del Albacete ya lo han visto ustedes.


Por ir concluyendo y no dar más la tabarra
Mauro gozó siempre de una gran confianza por parte de Skyline. Me pregunto cuántas veces fue utilizado por la propiedad como parapeto; hay determinadas operaciones sospechosas que llevan el sello Skyline y que no deberían atribuirse personalmente al trabajo de Mauro Pérez como director deportivo. En algunos casos resulta muy claro (jugadores relacionados con Boston River, club uruguayo también en manos de Skyline), en otros no tanto. El propietario del Albacete, Edmundo Kabchi, suele rodearse de asesores externos que, sin pasar por el director deportivo de turno, le sugieren fichajes, especialmente para el caso de los entrenadores. ¿Cuántos de los fiascos de Mauro Pérez, que los ha tenido a montones, han sido responsabilidad exclusivamente suya? Resulta difícil precisarlo. En mi opinión, bastantes, la mayoría. No todos, por supuesto. Tengamos también en cuenta que un director deportivo no tiene culpa de que sus fichajes claramente llamados a marcar la diferencia rindan luego por debajo de lo esperado. Considero, en definitiva, que los defectos de Mauro Pérez residen en la idea confusa de fútbol que trata de imprimir sobre las plantillas que diseña, en su imprudente manejo del presupuesto y el límite salarial, y en su irritante falta de autocrítica.
Desconozco cuánta autonomía y libertad dejará Saqués a Mauro para trabajar en el Lugo, por lo que leo suele ser un tipo, digámoslo con elegancia, difícil de tratar y, como es sabido, de gatillo fácil. Desde luego, de entrada dudo mucho que tenga la seguridad y estabilidad que Skyline le proporcionó. En fin, les deseo suerte con él. A la luz de sus dos años y medio de trabajo y de las consecuencias del mismo (y sin saber, repito, dónde acababa en ocasiones su responsabilidad), los errores superan a los aciertos y debo concluir que me parece de los peores directores deportivos que servidor haya visto pasar por el Alba. Tampoco es mi intención deprimir a nadie, en cualquier caso. En el fútbol todo es muy relativo e impredecible, y al fin y al cabo con Mauro Pérez en el puesto casi ascendimos a Primera. Quédense con eso. Ya habrá tiempo para confirmar o no los prejuicios. No preparen todavía los santos aceites. Yo, desde las profundidades de la flamante Premier League de Rubiales, estaré pendiente de sus nuevas aventuras.
Aperta forte!
Foto principal: Aúpa Alba.