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De gurús e ilusiones

por Aarón Cabado Vázquez 10 marzo, 2020
Tiempo de lectura: 3 minutos

Dicen los gurús de la vida en general que para conseguir un objetivo es necesario visualizarlo antes. Ilusionarse con la consecución de dicho objetivo, tenerlo presente y usarlo como motivación para iniciar el proceso que te lleve a él. Lo que nunca te dicen los gurús de la vida en general es que a veces arriesgas y no sale bien, que a veces haces un salto de fe y te pegas un hostión de la virgen. Por eso hay que andarse con ojo con ese tema de la ilusión. Ilusionarse sí, vale, pero poquito, casi imperceptiblemente, ilusionarse moderadamente, de modo que si al final la cosa no sale como uno esperaba, todavía se esté a tiempo de demudar ligeramente el rostro y decir que bueno, que son cosas que pasan, que tampoco hace falta dramatizar.

Hay que tener cuidado con la ilusión, pero a veces tendemos a olvidarnos de ese tipo de cosas, porque la ilusión muchas veces se abre paso a patadas y es difícil de contener. Pasa con las expectativas sobre la vida y pasa también con el fútbol. No sé qué proporción de culpa habrá que achacarle a las películas, pero a veces pensamos que la vida real también tiene guión, y no, ni guión ni leches, la vida real no es mucho más que un caos maravilloso en el que, deberíamos ir aprendiéndolo, no merece la pena buscar un sentido claro.

Con todo este discursito quería llegar a que, el otro día, en el Lugo-Cádiz, pudimos vivir algo así, pudimos probar el sabor delicioso de la ilusión y también el sabor agrio de las expectativas incumplidas. Porque la valoración del partido es positiva, porque el Lugo sometió al líder la categoría y porque el equipo de Curro Torres dio continuidad a la línea de las últimas semanas, todavía insuficiente para salir de los puestos de descenso, pero que sí ha servido para no descolgarse y recuperar la confianza de una afición que, tras el partido contra el Elche, se había quedado tocada.

El Lugo sometió al Cádiz en una gran segunda parte y logró un punto que le permite sumar por quinta jornada consecutiva, aunque todavía sigue en puestos de descenso.

El caso es que el respetable que acudió al estadio Ángel Carro pudo disfrutar de una segunda parte espléndida del Lugo, que asedió a un Cádiz en inferioridad y que se volcó en busca de la remontada. La frustración y la desesperación por las ocasiones falladas mutaron, con el gol del empate albivermello, en ilusión desaforada. ¿Qué ocasión mejor, qué situación mejor, qué circunstancias mejores, para lograr una remontada épica ante el líder y salir de los puestos de descenso?

Y en el descuento, falta peligrosa para el Lugo. Carlos Pita al lanzamiento, con todo lo que eso conlleva. ¿Qué ocasión mejor, qué situación mejor, qué jugador más idóneo, para anotar el gol de la remontada en el último minuto?

Si hubiese un guión, y si su autor portase la zamarra albivermella, el guión finalizaría con un gol espectacular, con los jugadores haciendo una piña y con miles de aficionados abrazados en las gradas. Pero ni guión ni guiona: balón al larguero y final, y un empate que no sabe tan mal como una derrota pero que está muy lejos de saber tan bien como una victoria. Un empate que deja un leve rastro de ocasión perdida.

Los gurús deberían hablar menos de cómo alcanzar el éxito y un poco más de cómo esquivar el fracaso, o al menos de cómo lidiar con él. De aceptar la realidad tal y como es, sin adulterarla con posibilidades pretéritas que no han sucedido y que ya se han perdido por el agujero de las cosas que nunca han pasado. Que nos hablen los gurús de cómo ver el resumen del partido sin visualizar el balón dentro de la portería en el lanzamiento de Pita, que nos hablen los gurús de cómo no pensar en la felicidad de una remontada en el 93’ y que nos hablen los gurús de cómo mirar la clasificación sin pensar dónde estaría ubicado el Lugo si tuviese dos puntos más.  

Por si acaso todo esto ha sonado demasiado fatalista, y si todavía estoy a tiempo de demudar ligeramente el rostro, os diré que bueno, que son cosas que pasan, que tampoco hace falta dramatizar. Que todavía quedan once jornadas y que si el Lugo sigue jugando como ha jugado este último mes, no tendremos que lamentarnos por esos dos puntos que no tenemos. Forza Lugo y a resistir.

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