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Entre burlas y veras. Apuntes picarescos del CD Lugo-Real Madrid Castilla

por José Ricardo Carrete Montaña 4 agosto, 2019
Tiempo de lectura: 4 minutos

El Lazarillo de Tormes, novela picaresca del siglo XVI, encierra para los investigadores una serie de cuestiones filológicas todavía sin resolver plenamente, como son la autoría o la fecha de redacción. Diego Hurtado de Mendoza, Fray Juan de Ortega o, más recientemente, Alfonso de Valdés son algunas de las plumas que podrían haber engendrado este texto en que se nos cuentan las aventuras y desventuras de Lázaro de Tormes desde su crianza hasta el momento en que se convierte en un hombre hecho y derecho con su empleo de pregonero de vinos y su matrimonio con la criada (amancebada) del Arcipreste de San Salvador. En el camino servirá a diversos amos de los que aprenderá lecciones de vida muy valiosas, especialmente la de saber agudizar el ingenio.

Estadio Cantarrana de Viveiro. Fuente: José Ricardo Carrete Montaña

La elección de este texto como acompañante para la crónica reside en que el CD Lugo nos está demostrando esta pretemporada un ingenio táctico desconocido en años anteriores y la capacidad de adaptarse a las características del partido y de sus rivales. En el partido contra el Castilla, el equipo albivermello supo tirar de la superioridad física y la mayor experiencia de los jugadores contra un oponente que plantó cara en la primera parte, pero acabó sucumbiendo víctima de su bisoñez. El partido terminó con victoria del Lugo por 2 a 0 con tantos de Cristian Herrera y Juan Muñiz.

-Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.

Así alecciona el primer amo (un ciego) a Lázaro después de estrellar su cabeza contra el toro de piedra que preside el puente sobre el Tormes en Salamanca. Eloy Jiménez planteó en la primera parte una formación 4-1-4-1 con Jaume Grau organizando el juego escoltado con la línea de 4 compuesta por Borja Domínguez, Campillo, Tete Morente y Juan Muñiz. En la línea de ataque formaba en solitario Cristian Herrera, mientras que Carlos Pita, José Carlos, Canella y Asier protegían al meta Cantero. Parecía que el entrenador quería ganar en toque en la zona central tras la comprobación de que este equipo sabe mover bien el balón para generar peligro sin recurrir a los pelotazos.

El plan, al igual que la experiencia de Lázaro al acercarse al toro de piedra, no salió bien y el Lugo no fue capaz de generar grandes ocasiones de peligro ni siquiera de combinar a pesar de la superioridad en el mediocampo. Además, se confirmó que los rivales ya han visto un punto débil en la defensa albivermella mediante los balones largos a la espalda de Carlos Pita. El Castilla tuvo sus mejores ocasiones gracias a este ardid, pero gracias a la vista de lince del linier y la falta de puntería de los delanteros madridistas evitó el gol. Contrastaba esta situación con la presencia, en el banquillo visitante, de un depredador del área como Raúl González, que a buen seguro deseaba en aquellos momentos poder rematar él.

Y fue ansí, que, después de Dios, este me dio la vida y, siendo ciego, me alumbró y adestró en la carrera del vivir.

La experiencia es maestra de la vida y así se desequilibró el partido. Más pendiente de atacar la portería lucense que de defender la suya, una cesión demasiado corta del lateral madridista a su portero permitió al veloz Cristian Herrera adelantar a los lucenses, que a partir de ese momento tomaron la iniciativa del partido y bien pudieron dejarlo sentenciado con otra ocasión del propio Herrera. Se llegó al descanso con 1 a 0 en el marcador y la sensación de que el Lugo había escapado vivo ante un rival que puso más empeño y que había pagado cara su bisoñez.

El segundo tiempo lo inició este cronista con dificultades para situar a los jugadores en el campo, ya que Eloy Jiménez había adelantado la posición de Juan Muñiz y Tete Morente, quienes parecían más extremos que hombres de mediocampo. Efectivamente, era un 4-3-3 la nueva formación de los rojiblancos, algo que no habíamos visto en la pretemporada. El míster lucense nos había mostrado dos sistemas diferentes, uno más de toque y otro directo en el mismo encuentro. Los jugadores del Castilla no supieron reaccionar a este cambio y se notó inmediatamente en las numerosas recuperaciones en el borde del área, fruto de que los defensores blancos no podían superar la altísima presión del Lugo.

El segundo gol llegó en un rechace que Juan Muñiz aprovechó llegando antes que la zaga. A buen seguro Raúl González recordó en ese momento los innumerables goles que anotó en su carrera como jugador gracias a su excelente colocación en el área y olfato para estar en el sitio justo. Aquí murió el partido, ya que el Lugo siguió apretando arriba y el Castilla siguió sin poder salir con comodidad de su campo, solo la gran actuación del meta madridista y la falta de puntería de Manu Barreiro evitaron la goleada.

-Lázaro, engañado me has. Jurare yo a Dios que has tú comido las uvas de tres a tres

-No comí-dije yo-, mas ¿por qué sospecháis eso?

Respondió el sagacísimo ciego:

-¿Sabes en qué veo que las comiste tres a tres? En que comía yo dos a dos y callabas.

A falta del partido de presentación contra la Ponferradina, las líneas anteriores pueden ser un buen resumen de lo que ha sido la pretemporada del Lugo. Por mucho que los analistas pudiésemos presumir de habernos hecho una idea de cómo piensa Eloy Jiménez, lo cierto es que en estos encuentros preparatorios el técnico del Lugo nos ha ido sorprendiendo a cada paso con tácticas nuevas. A pesar de que este cronista solo ha podido tres de los cinco encuentros, ha visto tantas formaciones (4-4-2, 4-1-4-1 y 4-3-3) como las que plantearon tres entrenadores diferentes en toda la campaña pasada. Se nos presenta una temporada ilusionante con este pícaro míster, que nos tendrá, al parecer, siempre entre burlas y veras.

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