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Apuntes pacientes del CD Lugo-SD Ponferradina escritos desde Castroforte del Baralla, quinta provincia gallega.

por José Ricardo Carrete Montaña 10 agosto, 2019
Tiempo de lectura: 4 minutos

Es un lugar común en la mitología popular gallega especular sobre la existencia de una quinta provincia. Algunos han hecho referencia a que podría ser Buenos Aires por el volumen de la emigración gallega y otros han señalado que las áreas limítrofes de Asturias y León deberían formar parte de Galicia por su evidente conexión cultural. Dentro de la literatura española, fue Gonzalo Torrente Ballester quien formuló con más claridad el tópico con la creación de Castroforte del Baralla en su obra de 1972 titulada La saga/fuga de JB, novela que ha sido encuadrada dentro de la novela experimental española de los años 70 o como la parodia más lograda de esta.

La mención a la quinta provincia gallega viene perfecta para referirse al llamado Derbi de Os Ancares entre el CD Lugo y la SD Ponferradina, que vivió otra cita en el Estadio Anxo Carro en la presentación del cuadro local ante su afición, con la asistencia de numerosos aficionados visitantes. Fue la última oportunidad de hacer pruebas antes del comienzo de la temporada y medir fuerzas con un rival directo. El partido terminó con empate a 1 gracias a los goles de Pablo Valcarce en el minuto 22 y Manu Barreiro en el 40.

Estadio Anxo Carro. Fuente: José Ricardo Carrete Montaña

Castroforte del Baralla es un lugar en el que las tradiciones se mantienen intactas y las siglas JB se repiten en una serie de personajes (el obispo Jerónimo Bermúdez, el nigromante Jacobo Balseyro, el almirante John Ballantynes, los profesores Jesualdo Bendaña y José Bastida…) que aseguran la continuidad del lugar. Así es este año el CD Lugo, fiel a sí mismo hasta el punto de que el planteamiento táctico fue calcado al que vimos en Foz contra el Oviedo. De hecho, recuperaré mi comentario de ese día para simbolizar lo idéntico de ambos encuentros:

“El entrenador recupera el esquema 4-4-2 […]. Por lo visto, este año el Lugo apuesta por tener la pelota y gracias a ella superar las líneas enemigas con pases sencillos, pero con velocidad. El balón sale fluido con la incorporación de Carlos Pita a la defensa, bien escoltado delante por Fernando Seoane y Jaume Grau en el mediocentro. En las bandas, disponen de la opción técnica con Borja Domínguez en una banda y la velocidad en la otra gracias a Tete Morente (Carlos Castro ante la Ponferradina). Si el toque corto no es posible, delante también hay más de una alternativa, gracias a la corpulencia de Manu Barreiro y la velocidad de Carlos Castro (Cristian Herrera)”.

El Lugo salió de inicio con mucha decisión a buscar la portería contraria sin prisa, pero sin pausa. Este cronista, que siempre tiene una oreja en las reacciones de la grada, detectó cierta impaciencia de la afición local con la salida de balón del equipo tan lenta en algunos momentos. No deja de ser curioso que el año anterior la parroquia se quejase amargamente de que el equipo daba demasiados pelotazos y ahora suceda justamente lo contrario. Sin embargo, esperemos que esto no se traduzca en una desconexión entre equipo y grada en momentos en los que los resultados apremien. El Lugo de este año es un músico que interpreta sus melodías en blancas y no en negras o corcheas, cada nota es lenta y precisa, y está metódicamente elaborada.

No obstante, también desde el principio del principio se pudo observar el punto más débil de este equipo, el puesto de central. Al igual que la presencia de Carlos Pita en la defensa aporta muchísima salida de balón, los contrarios se han dado cuenta de su lentitud y no hace falta más que un pelotazo a la espalda para generar peligro. Así llegó el gol de Pablo Valcarce, totalmente a contracorriente ya que el partido estaba siendo un monólogo de los lucenses contra un rival que esperaba su oportunidad. En una confusión de marcas entre Pita y Calderón, el pelotazo largo, el delantero berciano corrió sin problemas hasta la espalda del zaguero y batió con facilidad a Varo.

Con el gol, los visitantes se crecieron e intentaron cerrar el partido teniendo el control de la pelota a la espera de que otro despiste de Pita permitiese un nuevo mano a mano. Fueron minutos de desconcierto en la grada y en el césped, con el Lugo sin mostrar, en opinión de los adláteres a este cronista, capacidad de reacción. Pero esta llegó en el minuto 40 con una jugada donde la paciencia que hemos defendido en estas líneas dio sus frutos. Un balón en profundidad acabó con Cristian Herrera encerrado en el área, sin embargo, el delantero canario supo ver el hueco en la banda, movió la pelota y el posterior centro fue directo a la red gracias a un espléndido cabezazo de Manu Barreiro. Con paciencia, el Lugo había sabido seguir en el partido y empatar.

En la segunda parte los dos equipos se dejaron el planteamiento táctico en el vestuario y jugaron un partido diferente. La rigidez táctica de la primera parte se convirtió en un avanza como puedas y lo anecdótico fue que el marcador no se moviese a pesar de que en ambas porterías hubo ocasiones de sobra. En el Lugo la noticia más destacable fue ver la presencia de tantos canteranos (Escobar, Álex Rey, Morais, Asier) como alternativas en caso de que los jugadores del primer equipo no estén disponibles. Al igual que la obra de Torrente Ballester, el segundo tiempo fue muy experimental y los jugadores a buen seguro tuvieron un rato para pensar solo en el fútbol y no en la competición ni en la situación en la tabla.

A nuestro juicio, la valoración de la pretemporada del equipo ha de ser positiva, ya que el CD Lugo ha mostrado, ante todo, una identidad clara y un plan de juego reconocible. El equipo toca sin precipitación hasta que los huecos aparezcan en un rival que tendrá que presionar y correr incansable detrás del balón. Esta filosofía no estará exenta de riesgos y habrá un caso Pita cada vez que algún delantero rápido le gane la posición por velocidad y marque gol. No será una temporada para impacientes, así que nosotros seguiremos, desde Lugo o desde el imaginario de Castroforte del Baralla, para irlo contando y sufriendo con los lectores.

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