Crónica

Carrera de caracoles

por Aarón Cabado Vázquez 19 marzo, 2019
Tiempo de lectura: 3 minutos

Unas semanas atrás, nos entró el miedo y nos caló el pesimismo. No era para menos: el Lugo había encadenado tres partidos nefastos, con dos goleadas a domicilio (3-0 en Soria y Mallorca) y una derrota en casa ante el Zaragoza después de que los albivermellos se hubieran adelantado en el marcador. Los de Monteagudo firmaron un mes de febrero horrible, tanto por los resultados como por las sensaciones, e incluso llegó a pensarse que el técnico castellano-manchego podría ser cesado.

No es que desde entonces el Lugo se haya convertido en una máquina futbolística, pero sí se ha sobrepuesto ligeramente de un bache que le acercó peligrosamente al borde de los puestos de descenso. En Oviedo, los lucenses mejoraron en solidez, plantaron cara ante un equipo superior y consiguieron arañar un punto gracias a una acción de estrategia. Este sábado, tras casi dos semanas sin competir, el Lugo se enfrentaba al Cádiz en el Carranza, con el objetivo de seguir sumando.

Porque esta temporada cada punto está revestido en oro. Se prevé que la 2018-19 nos traerá una de las permanencias más baratas de los últimos años, con un listón que estará por debajo de los clásicos cincuenta puntos que garantizan la salvación. A no ser que los clubes de la zona baja experimenten una metamorfosis, parece que la permanencia estará más próxima a los cuarenta.

En esta tesitura, los empates cobran mayor relevancia. Este fin de semana, el punto cosechado por los de Monteagudo supuso ampliar la distancia sobre Extremadura, Nástic y Córdoba, los tres equipos que ocupan ahora mismo los puestos de descenso. La lucha por la permanencia es, a día de hoy, una carrera de caracoles en la que lo importante no es llegar a meta, sino estar por delante de tus rivales cuando asome el verano.

La mejor noticia del partido en el Carranza es que el Lugo no fue inferior en un escenario y ante un rival al que, sobre el papel, debería haberlo sido. Se pudo perder y se pudo ganar, pero el empate, probablemente, hace justicia a lo ocurrido en el campo. Los albivermellos no se limitaron a encerrarse en el área, se asentaron con cierta frecuencia en campo contrario y agitaron la defensa gaditana con más facilidad de lo previsto. La movilidad de Lazo, Juan Muñiz y Tete Morente generó desequilibrio y Manu Barreiro completó un buen partido peleando balones y asociándose con la línea de tres. Además, Sergio Gil suplió con garantías a Seoane y fue capaz de aportar fluidez en la medular del Lugo.

Barreiro se estrenó como goleador con la zamarra albivermella, en una de esas acciones que uno espera de él: poco estética, pero seca y efectiva. Si el compostelano está a gusto y tiene oportunidades, la permanencia del Lugo estará mucho más cerca.

La fiesta no fue completa porque Manu Vallejo se empeñó en demostrar, igual que ya hizo en el Anxo Carro, que es uno de los mejores futbolistas de la categoría de plata. Le tiró un caño a Carlos Pita y, casi sin ángulo, clavó el balón en la portería de Juan Carlos.

Al final, el Cádiz intentó dar un paso al frente para completar la remontada, pero también se desordenó y el Lugo fue lo suficientemente valiente para buscar el triunfo. La tuvo Iriome en un remate claro que le salió en la dirección equivocada.

El empate deja un sabor positivo, pero la ventaja sigue siendo escasa y el calendario del Lugo no es todo lo favorable que nos gustaría. La próxima jornada, en la que el Extremadura sumará los tres puntos de su enfrentamiento ante el Reus, los de Monteagudo se verán obligados a vencer al Albacete para mantener la distancia en cinco puntos. Si el Lugo es capaz de mostrar con asiduidad la versión que a veces deja entrever, la octava campaña consecutiva en la Segunda División estará más cerca de materializarse. En cualquier caso, lo que sí parece indudable es que de aquí a junio nos va a tocar sufrir. Para eso hemos venido.

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