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Isto é Lugo e aquí hai que sachar

por David Boyero 7 febrero, 2018
Tiempo de lectura: 6 minutos

Ser del CD Lugo durante mucho tiempo ha sido una auténtica quimera. Un desafío al sentido común, un acto de resistencia contra el orden establecido empeñado con su militancia en negar la realidad de las cosas. Pero quizás como ejercicio de auto-comprensión debemos preguntarnos y analizar el porqué de esta realidad.

En primer lugar se deben entender una serie de razones materiales, geográficas: En una ciudad pequeña y rural, donde siempre ha habido cierta tendencia al retraso e inmovilismo con respecto a otras áreas de Galiza (retraso e inmovilismo al cuadrado el que asola a la ciudad amurallada si se presta atención a la alarmante y ya “endémica” situación de retraso que vive Galiza en comparación con otras partes del Estado) y donde tanto baloncesto como fútbol sala han sido referentes absolutos en el ámbito deportivo, las posibilidades futbolísticas de un equipo feo, pobre y malo han sido mínimas. Si a eso se le suma la proximidad de equipos como Deportivo de A Coruña o Celta de Vigo, históricos del fútbol español que han dejado en varias ocasiones grabado a hierro su nombre en la élite Europea, y además tenemos en cuenta la ideologización futbolística que los medios de comunicación de masas ejercen en beneficio de Real Madrid y FC Barcelona (quien escribe fue durante su infancia una victima más de esta situación, llegando a profesar un amor tan exagerado como irreal por el universo Merengue), esta situación de “diglosia futbolística” que acontece en Lugo entra dentro de los parámetros naturales que se podrían esperar.

La propia historia del equipo: Hijo bastardo nacido a raíz de las desapariciones de la Gimnástica Lucense y del Club Deportivo Polvorín.

CD Lugo temporada 74-75 | Foto: futboldelugo.com

Dicha situación aparece remarcada si se presta atención a la propia historia del equipo: Hijo bastardo nacido a raíz de las desapariciones de la Gimnástica Lucense y del Club Deportivo Polvorín, pasaría sus primeros 25 años de vida en el amateurismo de la Tercera División (incluido un año de penitencia en los bajos fondos del fútbol Regional). Sería en 1978 cuando por vez primera el CD Lugo asciende a la Segunda División B. Pero tras un año de aventura en la categoría de bronce, un golpe de realidad lo devuelve a la Tercera División, en donde el equipo se hace fuerte durante 7 temporadas hasta lograr volver a ascender en el año 1985. En esta ocasión, y con la lección del pasado aprendida, el conjunto albivermello consigue asentarse poco a poco en la categoría hasta que, en el año 1992, se logra la proeza de ascender al fútbol de plata tras haber coqueteado (sin éxito) con él en los playoffs de la campaña anterior. Pero en casa del pobre las alegrías duran lo que duran. El equipo, poco acostumbrado al fútbol profesional, pagó las consecuencias de la siempre difícil y competitiva Segunda División, y en otro nuevo golpe de realidad, se certifica su descenso a la división de bronce.

Tras haber alcanzado un techo difícil de imaginar en la década de los 80´, el C.D Lugo se estanca en la categoría hasta que a principios del nuevo milenio vuelve a tocar el fondo de la Tercera División. Desde ese ya lejano 1953 a aquel funesto 2003 habían transcurrido 50 años. 50 años de historia fueron necesarios para salir del pozo del fútbol Regional, pero también suficientes para volver a caer en sus profundidades.

Tras un cambio de dirección que resultaba necesario, el CD Lugo comienza a volver a caminar.

El cuerpo comatoso del equipo se arrastró durante un tiempo a orillas del río Miño. Algunos incluso lo dieron por muerto. Pero poco importaba la muerte de un don nadie a decir verdad. Sin embargo, y contra todo pronóstico, el muerto resurgió lentamente. Tras un cambio de dirección que resultaba necesario, el CD Lugo comienza a volver a caminar. En el 2006, después de la angustia que supuso vivir el tiempo añadido más largo de la historia en aquel estadio de Segovia, el equipo vuelve al fútbol de bronce, del que todavía no se había olvidado. Rápido se acomoda a la competición. Pero ese escudo que hacía poco tiempo parecía ser portado por un muerto en vida, ahora tiene hambre. Es en este momento en el que aparece Quique Setién, un exquisito y reputado futbolista de los 80´ que llega en el verano del 2009 a la capital luguesa para continuar su, hasta ese momento, poco exitosa carrera como entrenador. Tras un inicio dubitativo, el proyecto empieza a tomar forma. En ese primer año el equipo acaba en la mitad alta de la tabla. El cuerpo sin órganos ha dejado de andar y ya comienza a correr.

Lugo del ascenso | Foto. X Marra.

La temporada siguiente, 2010/2011, fue la de la confirmación de las expectativas que se venían rumiando desde los aledaños del Anxo Carro. El equipo desenvolvió un fútbol de gran nivel, haciéndose amo y señor de la categoría y ganando por vez primera el título de campeón de la Segunda División B. Pero en la fase de ascenso que otorgaba plaza directa en el fútbol de plata no fue capaz de vencer al Murcia. Era el momento de la lotería de la repesca. Lotería que resultó ser especialmente amarga para la parroquia albivermella, pues de nuevo vivieron en su propio estadio la desolación y el valle de lágrimas que supone quedarse a un partido de la gloria.

Pero tras dos combates ensangrentados, fue la dichosa fortuna bajo la terrible  forma de la tanda de penaltis quien ejerció la suprema justicia.

Con la herida todavía encarnada, el C.D Lugo comienza una nueva temporada. Practicando un fútbol con menos virtuosismo en su juego que en la inolvidable campaña anterior, el equipo logra clasificarse de nuevo para los playoff. Al final del camino se encontraba, de nuevo, la eterna promesa del fútbol profesional. Pero esta temporada, la 2011/2012, el sueño parece más lejano que el curso anterior. Tres finales por delante y la hiel todavía en los labios por el recuerdo de lo ocurrido el año anterior. El primer obstáculo es el competitivo Eibar, a quien el equipo lugués vence con mucho trabajo. El segundo rival es el adinerado Atlético Baleares, que sucumbe estrepitosamente en el Anxo Carro. El tercer y último enemigo es el Cádiz, histórico del fútbol español y claro favorito (todo el establishment del fútbol español deseaba la vuelta a la élite del conjunto amarillo) en aquella eliminatoria definitiva. Pero tras dos combates ensangrentados, fue la dichosa fortuna bajo la terrible  forma de la tanda de penaltis quien ejerció la suprema justicia. Aquel 24 de Junio de 2012, 20 años después de tocar la cima, 9 años después de tocar el fondo, el Club Deportivo Lugo vuelve a morder la Plata.

Lo que vino después de aquel penalti transformado por el capitán Manu Rodríguez es algo que aún a día de hoy resulta difícil de expresar con palabras, generando un acontecimiento que a orillas del Miño la gente todavía sigue sin comprender completamente. Porque desde aquella temporada 2012/2013, el C.D Lugo vive soñando peligrosamente con el fútbol de primer nivel. Curiosamente es también en el año 2013 cuando sale a la luz la obra titulada “El año que soñamos peligrosamente”, escrita por el filósofo, crítico cultural e influencer esloveno Slavoj Zizek. En dicha obra el autor analiza la deriva y pérdida de oxígeno de los movimientos emancipatorios que agitaron el mundo durante el año 2011. Allí se plantea el modo de proceder ante la deprimente realidad cuando los sueños parecen desvanecerse. Si la única elección que nos queda es aquella que tiene lugar entre el recuerdo nostálgico-narcisista de los momentos sublimes de entusiasmo y la explicación cínica de su fracaso.

Un penalti. | Foto: La Voz de Galicia.

A diferencia de aquella primavera del 2011 que durante unos meses hizo soñar al mundo entero con un futuro mejor, la primavera particular del C.D Lugo lleva 6 temporadas instalada en el Anxo Carro. Y en pleno Febrero de 2018, con el equipo situado en la zona de playoff, el siareiro del Lugo, poco acostumbrado a estas situaciones, es invadido por una mezcla bipolar de emociones: por un lado el vértigo de quien echa la vista atrás y observa todo lo que ha subido, lo mucho que ha luchado para llegar hasta ese punto, y lo fácil que puede ser caerse (de nuevo). Por el otro lado el éxtasis, el delirio de quien se ve con posibilidades de llegar más lejos, de conquistar una nueva cima, de seguir soñando peligrosamente lejos de su zona de confort.

Es en este momento de tensión en el que toda siareira y todo sirareiro debe hacer ejercicio del auto-conocimiento propio y recordar lo siguiente: que llegará el día en el que el fracaso vuelva a nuestras aguas, que las derrotas se acumulen en nuestra puerta y que la caída nos recuerde de nuevo el sabor a barro del fútbol amateur. Pero hasta que ese fin llegue, hasta que la Historia del fútbol nos devore y volvamos al más absoluto silencio, seguiremos soñando y luchando por lo imposible, por esa utopía que nunca llega pero que nos permite “hacer” el camino. Por que, aunque no les guste a muchos, isto é Lugo, e aquí hai que sachar¡

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