El punto Gräfenberg, más conocido como punto G, es una secreta localización que, según las coordenadas de sus descubridores, se encuentra detrás del pubis y alrededor de la uretra. Se desconocen las indicaciones exactas para llegar a semejante paradero pero cuentan los más viejos del lugar que llevaría a la mujer a una fuerte excitación. La elevaría hasta la mismísima eyaculación.
El fútbol también tiene su punto G. Para algunos es simplemente el gol, para otros ganar… Pero los hay que encuentran el mismo en gustar. El CD Lugo fue capaz de alcanzar este estado contra el Real Valladolid en una segunda parte donde rozó con los labios una victoria que les hubiera relanzado a los puesto de promoción. Se quedó a las puertas del orgasmo tras no soportar la reacción al tanto primerizo de Joselu. Aunque este punto supo mejor que otros que se han perdido por el camino.
El gatillazo frente al Elche había arrimado a los de Luis César a un abismo de miedos del que sólo saldría con un duelo de buenas sensaciones en el Nuevo Zorrilla. Era necesario ganar o, en su defecto, agradar. Un triunfo malogrado a última hora o una apestosa derrota tras una semana de terremotos extradeportivos encendería varias alarmas.
Otro empate, otro Real Valladolid
Todavía hay balas para mantenerse en una batalla que es ajena, pero que es alcanzable. Esta sensación de placer a medias, como el despertar tras un sueño erótico, no se planteó siquiera en un inicio agotador. El equipo pucelano, que no pierde en su feudo desde septiembre, salió dispuesto a prolongar esa alegría. Cuando el año pasado el Lugo visitó Valladolid (también logró la igualada), la ciudad poco menos que tenía hachones en las puertas del estadio. Pitaba más que el árbitro. Ahora mira relajada, quizás en exceso, a una clasificación en la que los discípulos de Paco Herrera han sabido sacar pecho.
El equipo volvió a hacer aguas atrás en la primera parte
El Lugo salió con el peores de sus disfraces, ese Fantasma de la Ópera que no para de poner en aprietos a José Juan con balones a medio gas que éste despeja a lugares no documentados. La expresión defensiva rojiblanca fue de absoluto temor. Desapareció el miedo con un tanto de Joselu. El máximo goleador de la categoría culminó una jugada de maestría entre Calavera, Iriome (el centenario está de vuelta) y Campillo. El onubense estuvo presto al pase y sacó a relucir un instinto que le falló en la segunda parte.
Este conjunto es átono, y en vez de crecerse o caer con los goles, sigue un patrón propio, bastante imprevisible. La escuadra vallisoletana se escapó vivo de este embate y empató poco después, por medio de Raúl de Tomás, jugador en la agenda del CD Lugo la pasada temporada. El avanzado local consiguió aprovechar un agujero negro en la defensa lucense, que en la primera parte hizo aguas en todos los flancos. La cohesión entre líneas mejoró con el paso del encuentro. Sobre todo, cuando Damià Sabater, debutante en el rol de recambiar a Seoane, encontró su sitio. Su perfil se desarrolla en un contexto más creativo: mejor en la salida de balón que en frenar la de contrario.
Sin puntería
Luis César decidió tapiar la ventolera con un cambio que puede definir una futura alineación. Marcelo Djaló fue el sacrificado, con una tarjeta amarilla, una advertencia que también recibió Leuko. Ambos fueron los puntos más sensibles de una retaguardia que ganó enteros con la entrada de Carlos Hernández al descanso. En las listas abiertas del técnico de Vilagarcía, el jiennense debería ser una cabeza visible. Tras este partido, ha postulado su candidatura para compartir espacio con Ignasi Miquel, el único titular de cuerpo y alma.


El ex rojiblanco Sergio Marcos, ante Iriome, que cuajó uno de sus mejores partidos de la temporada | Foto: CD Lugo.
De tanto explorarse las heridas, el Lugo consiguió vendarlas y regalar a los aficionados una segunda mitad de esperanza. El equipo no volvió a caer en la autolesión de los fallos. La efectividad no quiso presentarse al encuentro de la insistencia. La ocasión más clara del equipo amurallada estuvo en los pies de Joselu, que se llenó de balón y disparó, para disgusto de Campillo. El mediapunta ya tenía armada la pierna para un gol casi cantado. Tampoco pudo estrenarse Caballero, que desperdició otra buena oportunidad al empalmar de primeras un remate a las nubes, cuando tenía abierta una ventana por la banda izquierda.
Más allá del fútbol ficción de las ocasiones perdidas, el Real Valladolid, que entregó por completo el balón al CD Lugo, dispuso de varias opciones generadas por pérdidas, principalmente en la banda de Leuko. Notas discordantes en casi 45 minutos de fútbol generoso. Ayudaron a digerir el lechazo y la soleá del estadio de la pulmonía, del que el equipo lucense sale con un balón oxígeno.
Ficha técnica
Real Valladolid: Pau Torres; Moyano, Guitián, Álex Pérez, Balbi; Leao (Álex López, min.69), Míchel, Jordán; Sergio Marcos (Villar, min.57), De Tomás y Jose (Mata, min.78).
CD Lugo: José Juan; Jordi Calavera, Djaló (Carlos Hernández, m.46), Ignasi Miquel, Leuko; Carlos Pita, Damià Sabater (Sergio Gil, min.73); Iriome, Campillo, Fede Vico (Caballero, min.75); y Joselu.
Marcador: 0-1, min.13: Joselu. 1-1, min.17: Raúl de Tomás.
Árbitro: Areces Franco (Asturiano). Amonestó a los visitantes Marcelo (min.36), Leuko (min.38), Sabater (min.71), Campillo (min.92),
Incidencias: partido correspondiente a la vigésimo séptima jornada de la Segunda Divisón, disputado en el Nuevo Estadio José Zorrilla ante 8.899 espectadores. Gran desplazamiento visitante.