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El paradigma de José Juan

por Colaboración 6 enero, 2017
Tiempo de lectura: 4 minutos

Por David Boyero

Pier Paolo Pasolini es probablemente el intelectual europeo del siglo pasado que más se esforzó en entender desde su interior el complejo microuniverso que convierte al fútbol en el mayor fenómeno cultural de masas de la historia. En una entrevista realizada en 1973, ante la pregunta de por qué el fútbol es tan mediático, Pasolini responde que “el fútbol es la última representación sagrada de nuestro tiempo. En el fondo es un rito, también evasión. Mientras otras representaciones sagradas, inclusive la misa, están en franca decadencia, el fútbol es la única que permanece. […]. El fútbol es un espectáculo en el cual un mundo real, el de las gradas del estadio, se mide con los protagonistas reales, los deportistas en el campo de juego, que se mueven y se comportan según un ritual preciso. Por esto considero al fútbol el único gran mito que permanece vivo en nuestro tiempo”.

No obstante, tras tres décadas convulsas, el mundo del fútbol ha cambiado radicalmente. Si bien se ha asentado y expandido como gran mito vivo por todo el globo, su sacralidad ha sido vejada por el nuevo Imperio neoliberal. Y es que el fútbol no puede mantenerse fuera del ámbito socio-económico-cultural; su poder representativo reside justamente en ser la más grande forma de expresión de la sociedad. Por lo tanto, en una sociedad como la actual en la que manda el simulacro y el plástico, donde el placer se experimenta de forma individualizada a través del consumo, se generan nuevas formas de relación en el fútbol.

El aficionado desaparece en detrimento del consumidor, y de modo paralelo, el paradigma del jugador de equipo da lugar al nuevo jugador moderno; el crack galáctico. Este nuevo espécimen se caracteriza por ser el mejor individuo, el determinante, el imprescindible. Además, es el que más consumo genera (o el más consumido), realizando más anuncios, entrevistas y actos de merchandising que jugadas dentro del campo. Que Messi y Cristiano Ronaldo sean los grandes referentes del mundo del fútbol ejemplifica perfectamente la sociedad en la que vivimos, cuál es su ideología, y cómo se reproduce como un virus por doquier, más allá de fronteras, de religiones o de tendencias políticas.

El Lugo gesta un nuevo modelo hegemónico en el ámbito deportivo-social

Pero en el interior del Imperio del establishment siguen existiendo modelos que hacen resistencia al nuevo orden del fútbol moderno. Un bello ejemplo se puede encontrar en el CD Lugo. Club que ha pasado su historia peleando entre la Tercera División y la Segunda B, en una tierra históricamente dominada por el baloncesto. Como no podría ser de otro modo, la hinchada del Lugo tampoco es la mejor, ni la más abundante, ni la que más ruido hace. No obstante estos son los valores que representa el espíritu lucense. Y desde la humildad y con unos medios limitados, el CD Lugo está construyendo algo más que un proyecto deportivo; lo que se está gestando en la ciudad amurallada es un nuevo modelo hegemónico en el ámbito deportivo-social.

Un líbero gourmet

Y mientras estos acontecimientos se suceden en un mar de incertidumbres, la hinchada lucense ha hecho de un personaje atípico en el fútbol actual su ídolo. José Juán, un portero más bien esmirriado y con chepa, con aparato dental a sus 37 años y una calva que lo identifica siempre en cualquier parte del terreno de juego. Su estilo al parar es peculiar, poco ortodoxo y sobre todo poco estético. Pero efectivo, siempre seguro y atento en su área.

José Juan es el único jugador al que la grada canta con vehemencia

A pesar de las apariencias, con la pelota en los pies ejerce de líbero más que de portero, y con una tranquilidad pasmosa, controla y pasa con gran precisión a cualquier compañero que esté sobre el verde. Con un eterno gesto serio (Jose Juán no suelta fácilmente una sonrisa), organiza al equipo desde el arco. Su buen hacer y su peculiar modo de ser le han convertido en uno de los ídolos indiscutibles del CD Lugo. Único jugador de la plantilla al que la afición dedica una canción con exclusividad, cada vez que las gradas la cantan con vehemencia, Jose Juán responde aplaudiendo tímidamente sin despegar la vista del partido. Fuera del campo es un lucense más que saca todas las mañanas temprano a su perro antes de ir a trabajar. Porque José Juan es un hombre de fútbol; él es su propio representante y sus negocios más allá del terreno de juego se ubican en el ámbito de la comida gourmet.

Jose Juán y el CD Lugo convergen en esa peligrosa pero excitante cuerda; la del equipo pequeño y feo que crece más allá de las expectativas, y lejos de la élite representada por los Cristiano y los Messi que compiten por toda la aldea global entre excesos y plástico, en el Anxo Carro se sigue gestando semana a semana un sueño en el barro. A estas alturas, las dimensiones de lo que puede ocurrir a orillas del Miño son desconocidas. Quizás todo sea un fuego fatuo (uno más) condenado a morir. Pero ocurra lo que ocurra, mientras la hinchada lucense siga cantándo su canción, Jose Juan y el CD Lugo resistirán subversivamente al fútbol de los guapos, buenos y ricos.

Foto principal: Xabi Piñeiro.

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