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Solidez

por Xabier Piñeiro Neira 17 noviembre, 2016
Tiempo de lectura: 3 minutos

Cuando se plantea el término “sólido” en cualquier tertulia futbolera de caña de Estrella y pincho de tortilla, probablemente salgan Mourinho y el Cholo Simeone por algún lado, la Grecia del 2004, la pareja Pablo Alfaro-Javi Navarro o todo el grupo II de Segunda “B”.

Qué feo es eso del anti-fútbol. Un término que deja mal gusto en boca y bouquet ranciete. Desde que Luís Aragonés decidió juntar a unos cuantos bajitos para jugar al balón, como un Juan y Medio en chándal de piel de melocotón, nos creemos en posesión del balón y de la verdad, al 70%. Ya nos olvidamos de las tardes de gloria que nos dejó don Javi Clemente metiendo a Alkorta, Nadal, Hierro, Abelardo, Iván Campo o Roberto Ríos a dar cera.

¿En qué momento eso tan ridículo del “tiki-taka” sepultó bajo tierra al “patapum p’arriba”? ¿Dónde estás, fútbol?

Cholidez

Cholidez

Bueno, que me desvío de la temática de esta web. El CD Lugo. Qué bien, ¿eh?

¿Cuánto hacía que no podíamos hablar del Lugo y de solidez en la misma frase durante más de dos jornadas seguidas? ¿Empezamos a ser un equipo serio, de esos que ofrecen seguridad y garantías incluso en la derrota? La respuesta, por suerte, parece ser un “sí” rotundo.

Lejos de la asociación de lo sólido con lo defensivo, el equipo de Luis César produce ese efecto fortalecedor de las comidas copiosas en días de nieve. Basando su fútbol en el ataque rápido y la intensidad, parece que el equipo va curando sus propias heridas con cicatrización rápida y sin infección.

A pesar de errores puntuales en momentos concretos, por falta de concentración o, simplemente, mérito del rival, la diferencia de este Lugo con cualquiera de los anteriores es que no produce en el espectador esa sensación de “antes o después nos va a pasar algo” que rondaba por las cabezas del albivermellismo desde los tiempos de Xulio Díaz. Seoane está al mejor nivel de su carrera, Ignasi Miquel está en una categoría que no se corresponde con su calidad, al igual que un Calavera que es uno de los mayores regalos que nos hicieron desde que estamos en Segunda. Manu parece haber rejuvenecido 6 años e incluso Marcelo Djaló, a pesar de sus carencias técnicas, se está consolidando sin hacer mucho ruido como una pieza importante en la temporada de invierno de la rocosidad.

Incluso detalles como dejar a los recogepelotas sin balones en el minuto 85 o tirarse un rato al suelo para dejar pasar los minutos van apareciendo aquí, en una tierra en la que siempre se nos queda cara de tontos en los finales de partido. No está bonito convertirse en un equipo Bordalesco, pero si me dan a elegir, prefiero bajar al barro cuando las circunstancias del partido así lo requieran. Ya llevamos demasiado tiempo siendo tontos en una categoría hecha por y para lo sólido y contundente.

Somos el boxeador que gana por saber atacar bien y esquivar en el momento adecuado, por fuerza y desgaste. Antes ni siquiera nos dejaban subir al ring. Supongo que El Piña tendrá algo que ver en todo esto. Solo digo que a Luis César, en el cuerpo a cuerpo, no le gana.

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