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El Lugo remonta entre el caos

por Daniel Martínez Baniela 28 agosto, 2016
Tiempo de lectura: 4 minutos

Los estrenos siempre son inciertos. Da igual lo que hayas hecho en pretemporada, igual que da  lo mismo lo que hayas estudiado antes de un examen importante o lo mucho que te hayas preparado una entrevista de trabajo. Cualquier cosa puede pasar, y más si eres el Lugo. Se te pincha el coche y llegas tarde, no te suena el despertador, llevas la camisa manchada de café y no lo sabes, que se yo… Imponderables de esos todos hemos vivido mil, y sabemos lo que se siente, la cara que se te queda, así que podemos ponernos en la piel de Luis César. Imaginaos, toda la semana preparando el partido, vigilad a este, cuidado con aquel, que no nos pillen aquí y vamos a atacar por allá…para que en el minuto 15 se repita, como un deja vu, eso que tantas veces hemos visto ya en este campo, en este equipo. Churricesión del iluminado de turno (esta vez fue Carlos Hernández) que cree que es mejor comprometer al portero que dar un patadón al balón, portero que se hace un lío y no puede despejar y gol de uno que pasa por allí, que esta vez fue Lanzarote, pero otras veces fue Sandaza, o Sergio León, o cualquiera de los muchos goles que nos han metido así. Con Setién, con Milla, con Durán y ahora, con Luis César. Lo de siempre.

Me imagino a Milla diciéndole a sus chavales que nos apretasen, que alguna así íbamos a montar, que si lo sabrá él, que se comió unas cuantas la pasada temporada. El caso es que el plan del Zaragoza era ese, no otro. Agazaparse y esperar el error, asi que la cagada, digo gol, no altero los planes de unos ni de otros. El Zaragoza siguió aculado buscando contras y el Lugo a dominar a través de la posesión, que no es que fuese especialmente profunda ni especialmente incisiva, rondando el borde del área pero sin tirar ni crear ocasiones…hasta que se juntaron Yelko y Pedraza y surgió el amor. Un balón peleado por Igor Martínez acabó en los pies del exceltiña, que aguantó el balón lo justo, ese segundo que fue suficiente para que Pedraza, en modo obús, la reventase llegando por su carril. 1-1 y al descanso.

Lo que pasa es que el árbol que nace torcido, luego es muy difícil enderezarlo, aunque te empeñes. La segunda parte comenzó recordándonoslo. Minuto 5 de la segunda parte, Pita que recibe el balón para salir jugando, tarda una era en girarse y Zapater, que es viejo pero no tonto, le roba la cartera y asiste a Ángel que, en el mano a mano, bate a José Juan. Ni diez minutos después el propio Ángel aprovechaba un no despeje (si es que eso existe) de los centrales para recoger un balón y hacer el 1-3. Finiquitado.

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¿Finiquitado? O no, ojo, porque este Lugo puede ser muchas cosas, pero con Luis César lo que no va a ser es cobarde. Salió Campillo por un Yelko fundido y, más tarde, Iriome por Igor y Marcelo por un nervioso Carlos Hernández y el partido se volvió (aún más) loco. El Lugo razonó que, de perdidos, al Miño, y se puso a hacer lo que hasta entonces no había podido o querido: atacar con sentido. Con un Campillo imperial, además de tener el balón el Lugo tuvo el acierto, y así, poco a poco, fue empujando contra la portería del Zaragoza que, quizás abrumado por tanta generosidad lucense en los goles, decidió corresponder con otra pifia defensiva más para que no se diga. En un pase largo, Cabrera e Irureta se hacen un lío y Joselu, ratonil y trabajador como siempre, roba la pelota para marcar el 2-3. Minuto 69.

Al Zaragoza se le descubrió entonces una tara made in Milla: el equipo llamado a ser de ascenso, con tantos exprimera y tanto nombre, tenía la mandíbula de cristal. Lo supo el Anxo Carro y lo supieron los jugadores rojiblancos, que olieron la sangre y se lanzaron a por la presa. Así, con la grada empujando y Milla buscando en el banquillo a ver si tenía un Solana, un Aguado o un Belsue que echar al campo, otro robo del Lugo acabó  en los pies de Iriome, activísimo, y la puso para que Campillo, en carrera y pegándole con el corazón, la reventase en el larguero y adentro. Empate y justicia.

De ahí para adelante el partido pudo decantarse para cualquier lado, aunque fue el Lugo el que más lo peleó, guiado por Campillo y un Pedraza que es lo mejor que se ha visto en el Anxo Carro en mucho tiempo, quién sabe si de siempre, pero el videomarcador (que nos ofreció a una voluptuosa JLo en el descanso) no se movió más. El Lugo celebró el empate como si ganase y Milla se fue de la que fue su casa saludando y, creo, contento también por el resultado. Ya nos esperan en Córdoba el próximo viernes, esperemos que para los blanquiverdes no llevemos ya ningún regalo.

Ficha técnica:

CD Lugo: José Juan; Calavera, C. Hernández (Marcelo, min.67), Miquel, Manu; Seoane, Pita; I. Martínez (Iriome, min.67), Y. Pino (Campillo, min.59), Pedraza; Joselu.

Real Zaragoza: Irureta; Casado, Cabrera, Erik Morán (Javi Ros, min.58), Cani (Wilk, min. 79), Lanzarote (Fran, min. 73), M. Silva. Lanza, Iza, Xumetra, Zapater, Ángel.

Árbitro: Figueroa Vázquez (Col. Andaluz). Mal. Tarjeteó a M. Silva, Isaac, Cabrera y Calavera.

Anxo Carro: 3127 espectadores corregido (¿?) después a 3900 por problemas en un torno de acceso. Cosas de los estrenos. Cristian Toro (¡GRANDE!) hizo el saque de honor del partido con la medalla de oro al cuello.

Fotografías: LFP

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