El Lugo es un club humilde. Humilde en presupuesto, humilde en historia, humilde en afición (a los números me remito) y humilde, en parte consecuencia de todo lo anterior, en infraestructuras. El Lugo no posee estadio propio, ni ciudad deportiva ni un mísero campo de entrenamiento de su propiedad. Eso es lo que hay. El ascenso a Segunda División trajo consigo la necesidad que, en la B, se iba trampeando como bien se podía. Nuestro Anxo Carro huele a fútbol, pero seamos sinceros, también es incómodo y no da, estéticamente, una imagen especialmente atractiva del club, sobre todo si nos fijamos en su piel exterior. Y de campos de entrenamiento, el “enorme” salto cualitativo ha sido que el Ayuntamiento cumplió, como siempre tarde y de aquella manera, la promesa orozquiana de rehabilitar el campo de O Ceao, que hasta hace dos años lucía comido por las silvas y las malas hierbas en un estado deplorable que nos demuestra lo poco que valoramos aquí lo que es de todos, precisamente porque creemos que no es de nadie.
Ante esta carestía de medios, el Lugo se ha acostumbrado a vivir de prestado, de alquiler, pagando la comunidad y los gastos, como cualquier estudiante que se va a la capital a sacar la carrera. Esto, de por si, no tiene porque ser malo. En España la mayoría de estadios son municipales, autonómicos o de la Diputación (ay, las Diputaciones) de turno. Esto no es Inglaterra, donde cualquier banda de la Third Division tiene en propiedad un campo del copón. No. Aquí siempre se ha estilado eso de que el Ayuntamiento de cada sitio ponga a disposición de una empresa privada lo que se ha pagado con dinero de todos, a cambio de diversas especias como pago, ya sea utilizarlo para el concierto del Bisbal de turno en las fiestas patronales que te deja el césped hecho un cristo como por una cantidad económica X. Y no es malo, porque aquí muy pocos clubs pueden asumir el coste de hacer su propia casa, por muy modesta que sea, pero todo depende de lo equilibrado que sea el trato al que el club y la administración pública lleguen y, sobre todo, que la administración cumpla con su parte, que suele ser magra.
Así, en este pequeño reportaje vamos a repasar las instalaciones de las que disfruta el CD Lugo, sus condiciones y su estado, que de todo hay. Y vaya por delante que aquí nadie pide un estadio nuevo, ni un parking subterráneo, ni un centro de alto rendimiento, que con la que está cayendo no están las cosas para tanto, pero si destacar que a veces, solo a veces, es la desidia de las administraciones (y otras veces las del club, que de todo hay) las que hacen que, por no poner una valla o dar una mano de pintura, la imagen dada se encuentre a años luz de lo que debería.
La casa del CD Lugo es de alquiler, como ya se sabe. Los rojiblancos son inquilinos de la Xunta de Galicia, si, ya sabéis, esa institución que se acuerda de nuestra provincia una vez cada cuatro años, o quizás cada un poco menos si las elecciones son anticipadas. El estadio tiene casi 43 años, pero más que mostrar la imagen de un madurito interesante tiene pinta, al menos en su exterior, de viejo decrépito. En 2001 sufrió su mayor remodelación, básicamente porque, a pesar de no ser ni mucho menos un estadio viejo, su estado era lamentable. Luego vinieros cambios cosméticos muy menores, la polémica grada del fondo sur tras el ascenso y la evidente mejora estética en videomarcadores, butacas, palco y oficinas que aún hoy se siguen produciendo. La imagen interna del estadio, hoy día, no es mala. Por fuera ya es harina de otro costal: pintadas por doquier, sensación de “pendello” en muchas partes, puertas acabadas de aquella manera… Muy poco edificante, la verdad.
Y claro, el tema, como siempre, es ver quien debería acometer las obras. La lógica dice que las obras menores las debería acometer el club y las más grandes la Xunta, que para eso es suyo el chiringuito. Pues no. En 2014, cuando se firmó el acuerdo para prorrogar la cesión del estadio al Lugo se acordó que cualquier mejora correría a cargo del club. Un año antes se había acordado entre ambos que la Xunta pondría 66.000 euros para terminar de cubrir Preferencia con eso dos tejados más propios de estabulación que de un campo de fútbol, pero sería el Lugo el que arreglaría las dos zonas de General del lado de Tribuna, que además no se taparían, que en el fondo en Lugo tampoco llueve tanto.
Doctores tiene la Iglesia para valorar lo ventajoso o no que es el acuerdo que actualmente rige la relación entre Xunta y CD Lugo en lo que al Anxo Carro se refiere, pero el hecho de que el césped lleve veinte años sin cambiarse (gloria eterna a Cabo, que hace milagros para tenerlo como lo tiene, es decir, como una alfombra) dice poco de lo que la Xunta se preocupa por una instalación que, al fin y a la postre, es suya y, por ende, de todos nosotros. Además, habrá inversiones que, por inasumibles, el club no podrá realizar por más necesarias que sean. En este aspecto nada se le puede achacar al club. La mejora en la estética del estadio es innegable: butacas, banquillos, zona de minusválidos, palco y antepalco, oficinas, sala de prensa…pero no estaría de más que los legítimos dueños del inmueble ayudasen a adecentarlo un poco en su parte exterior, que deja bastante que desear, y da una imagen del Lugo, de Lugo y de los lucenses impropia de cara al exterior. A las imágenes me remito.
Y si la Xunta tiene el Anxo Carro como lo tiene, que decir de la otra administración con la que el Lugo tiene que lidiar: el Concello. Los alrededores del estadio y sus accesos son de su competencia, y ahí hay mucha tela que cortar, empezando por los parkings. El parking de Tribuna acumula basuras día si y día también, pero lo bueno está en el de Preferencia, parking principal del estadio, que da acceso a las oficinas, vestuarios, palco, zona de prensa y la propia Preferencia. Dicho de otro modo, la mayoría de aficionados, periodistas y autoridades visitantes pasan por allí. ¿Y qué se encuentran? Pues unas hierbas de más de un metro de altura en algunos casos, en las isletas y la rotonda que las corona. Puede que en todo el verano no haya habido tiempo de pasarles segadora, pero sorprende que a dos días del inicio de la Liga en casa para el Lugo ni un solo operario municipal haya hecho acto de presencia para segar el desaguisado en el que se ha convertido el aparcamiento. Una vez más, una insoportable imagen de dejadez que choca con el ímpetu con el que miembros del gobierno local ponderaban lo importante de “lanzar una buena imagen de Lugo al mundo” con la visita de la Vuelta. Es probable que el Lugo no salga tanto en la tele como la llegada de la prueba ciclista, pero el espectáculo de los hierbajos secos cada quince días no es que transmita las mejores vistas de un club que, guste o no en según que esferas, es el principal referente deportivo de la ciudad y la provincia. Afortunadamente, y como siempre a última hora, el Concello ha envíado, el mismo día de hoy, a los operarios para que adecenten un poco dicho espacio. Más vale tarde que nunca.
Y si el parking da pena, hablar de los accesos ya es para nota. A falta de una pasarela elevada sobre la Nacional VI (gracias, Ministerio de Fomento, por nada, el día que pase una desgracia ya hablaremos…), el Concello recomienda a los viandantes que crucen la carretera por el paso subterráneo que da al nivel inferior del Pazo de Feiras, recomendación del todo aceptable…si no fuese por el calamitoso estado en el que se encuentra dicho túnel. Un camino por el que las cabras tendrían problemas de tracción hace imposible que nadie con un mínimo problema de movilidad (unas simples muletas, no hablemos de silla de ruedas) pueda pasar con facilidad. Es ilógico pedir que la gente vaya por esa ruta por seguridad y a la vez tenerla en el estado que se tiene. Supongo que aquí, una vez más, se alzarán voces que digan que hay muchas otras cosas en las que gastarse el dinero, y tendrán razón, pero al menos que no nos vendan desde la Administración Local ese carreiro como un paso peatonal.
Como corolario a ese trayecto hasta el Anxo Carro, un ejemplo más de las facilidades que el Concello pone a los aficionados se encuentra en la Calzada da Ponte, centro de reunión de no pocos aficionados que antes de acceder al estadio quedan en los bares de la zona. Siareiros Lugo lanzaron una propuesta, apoyada por la mayoría de peñas del Lugo, en la que se pedía al Concello que se cerrase dicho tramo de la calle con el fin de evitar atropellos, debido a lo estrecho de la vía, la aglomeración de gente y los coches que por ella se incorporan a la Nacional VI. El colectivo de animación lleva hoy viernes el escrito al registro. De momento, y salvo sorpresa de última hora, la calle seguirá abierta a los vehículos y la gente seguirá quedando en los mismos sitios. Una vez más, el día que suceda una desgracia nos echaremos las manos a la cabeza.
Nota presentada por el conjunto de las peñas lucenses.
Finalmente, no todo van a ser desastres, el campo José Carballido Cerceda es un ejemplo de todo lo contrario, de como cuando las administraciones quieren (y no les cuesta mucho dinero, claro) la colaboración con el club puede funcionar y ser provechosa para ambos. Aunque tarde y mal, pues más de un año tardaron en hacer la cesión y acondicionar el terreno tras la promesa, finalmente el Concello entregó el campo del Ceao para que el Lugo lo utilizase como lugar de entrenamiento, dejando atrás las infames temporadas entrenando en el sintético de la Residencia o peregrinando por los pueblos para ejercitarse. Hoy, el campo del Ceao sirve no solo como lugar de entreno, sino también de campo en el que juegue el filial, ahora que lo tenemos. Por su parte, el Concello convierte un erial lleno de maleza que para nada le servía en un equipamiento deportivo municipal más del que además no se tiene que preocupar en mantener. Un ejemplo, repito, de como a veces las cosas también funcionan.
En definitiva, es el destino del Lugo entenderse con las Administraciones Públicas en lo que a equipamientos se refiere. No se trata de pedir que fondos públicos se desvíen en favor del club, nada más lejos, pero si es necesario pedir, incluso exigir, que dichas administraciones cuiden de sus infraestructuras, no ya por el bien del Lugo, sino por el bien de sus aficionados, que son, en fin, tan ciudadanos de Lugo y de Galicia como cualquier otro. Lejos quedan ya los tiempos en los que desde según que despachos se beneficiaba a este o aquel club deportivo sin control ni justificación, y no es deseable volver a ellos, pero tampoco es admisible que se dejen languidecer instalaciones de todos con la demagógica excusa de que “son del fútbol”. El Lugo no es más merecedor de nada que nadie, pero tampoco menos. Sobre todo, cuando una simple segadora, unos sacos de cemento o un poco de alquitranado sería suficiente. Ojalá en los sillones oficiales se den cuenta.
Fotografías: Xabi Piñeiro (Lugoslavia)
Fotografía cabecera: LFP