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Puedo prometer y prometo

por Denís Iglesias 23 mayo, 2016
Tiempo de lectura: 4 minutos

Cuando el sol asoma en Lugo cambia el humor de la gente. Es una ciudad absolutamente ciclotímica. Poca paciencia y un temperamento voluble que nos convierte en una especie propensa las críticas. Por eso, cualquier promesa incumplida genera un torrente de rencor. Es mejor no hacer nada que tener la intención y no llevarlo a cabo. El CD Lugo no había pasado de la fase del deseo, entonada cada semana de un modo más rimbombante. Perdida la esperanza de entrar en los playoffs sólo quedaba certificar matemáticamente la permanencia y objetivos secundarios como batir el récord de 56 puntos que quedó establecido en la temporada 2012/2013 [crónica y ficha técnica].

Más allá de esos retos numéricos, una bruma de desconfianza asomaba en un soleado Anxo Carro. El estadio sufrió el filtro de final de temporada, en el que sólo asisten aquellos aficionados que verían al Lugo aunque jugase contra el Riotorto. Aunque se intuya lo contrario, los más de 2.800 aficionados son el núcleo más exigente con el club. Son los que siguen su trayectoria de pe a pa y saben por tanto lo que se puede exigir a este equipo.

Cualquier resultado que no fuera una victoria hubiera sido sonrojante para el CD Lugo. De poco valía llevarse a la boca tópicos como que “los filiales son siempre rivales peligrosos”. Tras la pobre imagen presentada en Ponferrada, el triunfo era un deber. José Durán huyó de los experimentos de partida. Mantuvo en la titularidad a Roberto, quien en esta ocasión sí refrendó su carácter de portero de Primera División con varias intervenciones de mérito. A pesar de salir con toda la artillería, el Bilbao Athletic ofreció varias fases de buen juego, contradiciendo su condición de colista de la categoría. La falta de contundencia atrás y el escaso gol dejaron al cuadro del ‘Cuco’ Ziganda sin opciones de puntuar. Sin embargo, jugadores como Unai López descubren que Lezama sigue siendo una factoría de talento.

Sin experimentos

Regresó a la titularidad Israel Puerto, el zaguero más destacado de la pasada temporada, que completará un año plagado de sombras. Un ex internacional que parecía ser una de las grandes referencias futuras del club. Un mal año puede tenerlo cualquiera, pero con la extrema movilidad que prefiguran las plantillas de Segunda no sería extraño verle fuera en el mercado estival. “Acabo contrato en junio y todo está parado (…) Estoy a gusto aquí”, dijo tras concluir un partido en el que cumplió formando pareja con Dealbert.

Volvió a estar a la altura de las circunstancias Pablo Caballero. El argentino tiene una cabeza prodigiosa y aspira a terminar en el top ten de goleadores de Segunda División. Y todo a pesar de esa pubalgia que le está frenando en el final del curso. En la lista de espera, un reserva con muchísima actitud como Joselu, que se ha hecho dueño y señor de las penas máximas. Cerró el partido desde los once metros con el tiempo casi cumplido y el Bilbao Athletic jugaba con diez, por la lesión de Saborit, que quedó sin recambio por la mala gestión de Ziganda.

José Durán, que en los últimos partidos había maltratado el libro de estilo que había elaborado en sus primeras actuaciones, abandonó las estrategias peregrinas del triple cambio. Una conjura necia que no sirvió para levantar el partido en Ponferrada. Sigue jugando con una baraja corta, en la que busca un joker que no encuentra. Desde su llegada ha apostado por Igor Martínez, que había maravillado a Bielsa cuando era un cachorro pero que esta temporada no ha conseguido mostrar un atisbo de la magia presumida.

‘Os dous de sempre’

Aunque los movimientos de fichas en verano auguraban un cambio de dibujo y protagonistas, son los veteranos como Seoane los que están tirando del carro y los que lo mantienen en ruta. La crueldad jugó en contra del mediocentro frente al Alcorcón. Un error suyo le costó los puntos al Lugo. La realidad cotidiana demuestra que es el pulmón de este equipo. Un jugador que refresca la salida balón, corta, distribuye y alimenta el espíritu de su eterno compañero de fatigas: Carlos Pita. Este clásico regaló una jugada al Anxo Carro con varios túneles en el área que no pudo terminar en gol. Hubiera sido uno de los goles de la jornada, y, posiblemente, del año. Pero mientras que Seoane conserva el cubicaje de antaño, Pita llega a las segundas partes en la reserva y el Lugo sufre sin alguien que pueda llevar la batuta.

CD LUGO - BILBAO ATHLETIC (18)

Carlos Pita dejó muestras de su brillantez | Foto: Xabi Piñeiro – Lugoslavia.

¿Y ahora, qué? Con la permanencia al fin empaquetada (el Lugo certifica un lustro continuado en el fútbol profesional), la distancia con la promoción de ascenso es de cinco puntos, una brecha tan fina que el Lugo perdió en los últimos minutos de Valladolid, frente al Alcorcón, Girona… Seguramente esta semana se volverán a escuchar proclamas encaminadas hacia la filosofía del: “Puedo prometer y prometo”. Pero todavía falta alguien en este barco con suficiente altura de Estado para asumir la transición desde la clase media hasta el asalto de los cielos.

Alguien que consiga borrar con creces cualquier atisbo de duda sobre este proyecto y que piense sólo en el fútbol y en su producto primario: las victorias. Soria dictará sentencia, que en un alto porcentaje será negativa. Caer de la cuenta con otra derrota demostraría que se puede prometer hasta la saciedad sin mover un dedo. Sentir la hostia de las matemáticas con una victoria daría un punto de credibilidad a la ambición que se demuestra en las ruedas de prensa y que se traduce como un borrón en el terreno de juego.

Fotogalería del partido, por Xabi Piñeiro (@xabi_boamaneira)

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