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¿Pero esto qué es?

por Daniel Martínez Baniela 9 mayo, 2016
Tiempo de lectura: 3 minutos

Si todos hacemos un ejercicio de honestidad convendréis conmigo en que el sueño de meterse en playoff era bastante complicado, casi un imposible. Demasiados equipos metidos en la puja y un equipo que, a pesar de hacer un buen desempeño, mostraba y muestra carencias que nos lastraban en la pelea. Pero queríamos creer, yo el primero, porque la ilusión es la que muchas veces te mueve cuando, en una tarde lluviosa y desapacible como la de ayer, coges los bártulos y bajas al Anxo Carro en lugar de quedarte viéndolo cómodamente en casa, en HD y con un café bien calentito al lado. Y lo mío no tiene mérito, que vivo aquí, pero pienso en Matalobos y Helenciña, que vinieron desde Inglaterra a ver lo de ayer y claro, uno valora más eso de la ilusión y el amor a los colores, y todas esas cosas que casan tan mal con el fútbol moderno.

Posiblemente lo de ayer tenía que acabar pasando, perder un partido que nos alejase definitivamente de la zona noble y nos condenase a ver pasar las jornadas restantes como jubilado que mira una obra, pero no teníamos merecido, y me refiero a la afición, que fuese así: en casa, contra un rival que no propuso más que nosotros (aunque posiblemente sí tenga más que nosotros, entre otras cosas un delantero de los de verdad, de los que firma 20 goles al año) y, sobre todo, dejando una imagen de pasividad de esas que hacen daño a la vista y al corazón.

Y esto es algo que se repite cada año con preocupante puntualidad. Tan pronto el equipo logra la permanencia virtual, se acabó. Se acaba el gas, se cierra el grifo y las jornadas se convierten en una sucesión de huelgas de botas caídas. Y lo más cojonudo del tema, perdónenme el taco, es que es muy complicado buscar culpables, porque nos ha pasado siempre. Pasó con Bouso y con Saqués, con Mouriz y con Otero, con Setién y con Durán, y con plantillas totalmente diferentes. Sí, ya sé que vendrán los de siempre a decirme que en cuanto te salvas automáticamente te relajas y blablablá, y me lo puedo llegar a creer, pero, ¿cuándo estás a cinco puntos de playoff? ¿En serio? O cuando, como la temporada pasada, firmas una recta final absolutamente lamentable con 10 jornadas consecutivas sin ganar. ¿Pero esto qué es?

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Me pone de muy mala leche el tema, porque yo no me imagino diciéndole a mi jefe que el trabajo que tenía que hacer en mi jornada laboral ya lo he liquidado y que paso de ir a trabajar por la tarde, entre otras cosas porque siempre hay algo que hacer, porque hay que ser profesional y porque encima me pagan por ello. No me encabrono (perdón, otro taco) por quedarnos sin opciones de playoff, que al final, repito, era algo que podía perfectamente pasar. Me llevan los demonios por la forma, que a veces es incluso más importante que el fondo. Me indigno con jugadores que salen de refresco y a los diez minutos no hacen un sprint, por los que se pasan más de medio partido tirados por el suelo, por los pases atrás, uno tras otro, como solución fácil a cualquier situación con unos cambios planeados por el enemigo y, en definitiva, me indigno por la poca hambre ante una oportunidad importante.

Nos gana 1-2 el Alcorcón sin hacer nada, y ya van varias derrotas así. Un primer gol de área pequeña, donde nuestra defensa parece que tiene prohibido entrar, y un segundo gol en el descuento, tras el enésimo error en la entrega de una pelota sencilla. Otra vez la misma película y otra vez la misma sensación, de mala leche, de morderte los labios para no decir lo que piensas por miedo a no pensar lo que dices. Y otra derrota.
Y ahora, ¿qué? Pues ahora a pasar las jornadas que quedan con la mayor dignidad posible, cosa que me da bastante miedo por lo que pueda pasar cuando nos enfrentemos a equipos que se jueguen algo, como la próxima jornada frente a una Ponferradina que se juega la vida. Además de los bercianos, nos quedan Bilbao B, Numancia, Nastic y Huesca. Era calendario para soñar, pero ahora será calendario para deambular, y solo el Numancia estará, a priori, como nosotros, el resto todos se jugarán la gloria o la vida. Y yo, en mi humildad, solo les pido a los nuestros dignidad y profesionalidad. Que ganen todo lo que puedan ganar, que no se repita la ominosa racha de diez partidos sin perder de la anterior temporada. Profesionalidad, simplemente. Y si no va a ser así, salgan y díganlo, para ahorrarnos al menos el berrinche.

Fotos: Xabi Piñeiro (Lugoslavia).
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