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Sergio Marcos, el eslabón necesario

por Daniel Martínez Baniela 29 abril, 2016
Tiempo de lectura: 3 minutos

Reconozco que, de todos los fichajes que el CD Lugo realizó esta temporada, Sergio Marcos (aunque en puridad lo suyo fue una cesión) fue el que más me ilusionó. Más incluso que el de Jonathan Pereira, lo confieso. En los meses de verano en los que Toni Otero iba configurando la plantilla aún estaban frescos en mi retina los minutos que Marcelino le había dado, incluso algunos como titular, en el Villarreal. Minutos de calidad, que son los que las jóvenes promesas necesitan para desarrollarse, nada de los últimos cinco minutos de un partido decidido, sino tiempo de juego en partidos donde el equipo se juega el resultado. Me pareció que ese fichaje daría al medio campo lucense el salto de calidad necesario, demasiado dependiente hasta entonces del buen estado físico de Pita y que la incorporación de David López solo había logrado a medias. En el de Sacedón veía un jugador que, con un poco de paciencia, tendría la clase necesaria para elevar las prestaciones del Lugo en cuanto a calidad y a creatividad. Además, confiaba en que Milla, con experiencia en el trato con jóvenes promesas en las selecciones inferiores, le diese el hábitat adecuado para crecer y que el equipo creciese con él.

Me equivoque a medias, lo reconozco. Sergio Marcos fue de más a menos y Milla no supo, o no quiso, encontrarle la posición que mejor se adaptaba a las condiciones del chico. Poco a poco fue gozando cada vez de menos minutos, siempre demasiado pegado a la banda, donde su juego resulta intrascendente. Porque, y ahí nace una cuestión no menor, ¿qué es Sergio Marcos?

No hace falta ser un Guardiola o un Mourinho de la vida para saber lo que NO es. Le falta presencia física para ser un mediocentro puro, de contención, un Seoane, y tal vez no tenga la velocidad de reacción suficiente para ser un trescuartista de los de toda la vida, de juego eléctrico y último pase venenoso. Indudablemente, como ya dije antes, no es un jugador para situar pegado a la cal, donde adolece de velocidad punta. Entonces, ¿dónde colocar a este joven que prometía tanto pero no terminaba de arrancar?

Mientras que Milla intentaba, con poco éxito, descifrar ese jeroglífico, Marcos fue perdiendo protagonismo. Fue contando cada vez menos, adelantado primero por un David López con mucho oficio, después por un Pita que recuperó las mejores sensaciones y, finalmente, por un renacido Campillo que encontró en Durán la tabla de salvación que lo apartó de ser un fiasco para convertirse casi en un referente. Y precisamente con Durán las cosas no mejoraron mucho en cuanto a protagonismo, para que vamos a negarlo.

En medio de todo esto, eso sí, eran muchos los momentos que nos seguían recordando que Sergio seguía ahí, esperando, con la calidad chorreándole por las botas. Un par de cambios de juego por aquí, tres pases por allá, un caño contra su par o aquel impresionante golazo que valió tres puntos ante nuestros “amigos” de Girona, en su propia casa y helando el rictus jactancioso de Becerra con aquel zapatazo desde su casa. Si, la calidad no se pierde jamás y no depende de rigores tácticos ni de complicadas jugadas de tiralíneas. Se tiene y punto.

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El pasado domingo, frente al Mallorca, Durán volvió a darle la titularidad, por un Campillo que empezó a dar síntomas de cansancio. Y funcionó. Habrá aficionados que dirán que hizo un partido discreto, pues si algo tenemos en las gradas del Anxo Carro es facilidad para poner etiquetas rápidamente, pero hizo un partido más que notable. Y lo hizo en la que, posiblemente, sea la posición en la que mejor rinde. Jugando por dentro, incrustado entre un Seoane que le guardaba las espaldas y un Pita que, liberado de la creación del juego, se permitió no pocas llegadas al área balear, todas con peligro. Ahí, sin duda, es donde más jugo se le saca a Sergio Marcos, distribuyendo y creando juego sin tener que recorrer grandes franjas de campo. Funcionó bien y lo hizo en un tramo decisivo de la temporada, donde vamos a necesitar el concurso de todos, y en sus mejores condiciones. De hecho, con su sustitución el juego del Lugo se volvió lento, plano y previsible, y se perdió el control del partido. Algo querrá decir eso.

Ahora vamos a Valladolid con la baja de Pita por acumulación de tarjetas. En manos de Durán está buscar el recambio que mejor se adapte a las condiciones del partido, que no van a ser fáciles. Veremos entonces si decide dar continuidad a Sergio o prefiere otras alternativas (se da por hecha la vuelta de Campillo y se habla de David López). Sea como sea, Sergio Marcos debe aportar, en lo que queda de temporada, toda esa calidad que tiene y que tanto vamos a necesitar. En una liga tan larga como la Segunda, donde todos los jugadores llegan a los últimos partidos con el gancho puesto y la lengua fuera, tener un activo tan bueno y tan fresco como él. Será importante. Yo, al menos, lo seguiré esperando, pensando que puede ser un eslabón necesario.

Foto: Xabi Piñeiro (LGV y Boamaneira).

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