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Sei bella come un gol al 90

por Denís Iglesias 26 abril, 2016
Tiempo de lectura: 4 minutos

Parte de la afición se había ido, olvidándose por completo de cuánto duran los partidos. Los que quedaban, la gran mayoría, se cubrían la boca para evitar el sopor que había presidido la tarde primaveral en el Anxo Carro.

El gol del Mallorca había aguado más si cabe la cerveza, que este pasado domingo, supo menos que nunca a cerveza. El tanto de Damiá había puesto casi el punto y final a una temporada en la que todos esperaban un calambrazo final con el que el Lugo incomodase a aquellos que tienen el ascenso por obligación. Surgió entonces el gol más bello que existe, el que sirve para decantar resultados cuando el árbitro ya mira el reloj para pitar y recoger los petates.

La gramática del detalle decisivo le era esquiva al Lugo desde los primeros minutos de la temporada. Por una vez, y como excepción, la última bala fue ejecutada por un jugador rojiblanco, un Fernando Seoane al que el fútbol le debía un momento de protagonismo. Pocos han sudado tanto como el mediocentro, entregado en cada partido a las labores de contención. Y así cuatro temporadas de modo consecutivo picando piedra en una causa bien poco reconocida.

El Lugo afirma tener “un eterno capitán”, “un káiser y timonel” y un “santo en la portería”. Tras estas figuras hay un cofrade que ha actuado de bálsamo de la defensa en innumerables ocasiones. Va más allá de lo físico. Sólo hace falta verle sacando el balón y formando pareja con Pita, al que siempre ha dejado los pasos más bonitos mientras él le liberaba el camino.

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Fernando Seoane y Carlos Pita, una pareja para la historia del CD Lugo | Foto: Xabi Piñeiro-LGV.

La excepción de Joselu

“Sei bella come un gol al 90”, refleja una pintada perdida en alguna pared de Italia. Es el mensaje sincero de un aficionado con suficiente amor para repartirlo entre la pasión terrenal, la que se deposita en el verde; y aquella más etérea, aunque más racional, la de su amante. Sabe que la primera será más duradera. No le dice que es la más guapa del mundo, porque sabe que empíricamente eso es imposible. Le susurra con tinta que sólo ella tiene el poder de hacerle temblar con una sola palabra y sumirle en el éxtasis con una caricia.

No tiene las manos más suaves, pero te toca en el lugar justo. Pocos goles que llegan al filo de lo imposible son obras de arte, pero un tanto con el culo en esas circunstancias evoca más que cualquier volea estética desde el centro del campo, preludio de una goleada. Seoane la clavó justo donde más tarde llegan los porteros, en la cepa del palo, con un golpeo duro y limpio. El jabato santiagués cambió en el instante preciso el machete con el que desenreda los partidos por una faca con la que rasgó el corazón del Mallorca. 

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El equipo de Fernando Vázquez lo había hecho todo en la segunda parte para llevarse, por lo menos, un punto. Al equipo balear, sumido en la lucha por no descender, le faltó valentía y le sobraron recursos tácticos ante un Lugo taciturno, demasiado horizontal. Anotó Joselu el primer gol del partido -su tercero de la temporada- que al final acabó siendo decisivo, con lo que resolvió la dura papeleta de sustituir a Pablo Caballero.

Fue una excepción a la regla en el ámbito de los secundarios. A pesar de todas las esperanzas que en ellos están depositadas, evidencian jornada tras jornada que llegan al tramo decisivo de la temporada un paso por detrás de los nueve o diez fijos hombres fijos que fueron de la confianza de Luis Milla, y lo siguen siendo para José Durán.

La inclusión de Sergio Marcos en el once inicial abría nuevas posibilidades en esa parcela del campo, donde el Lugo tiende a diluirse. Sin sacar a relucir su versión más excelsa, su retirada en beneficio de Campillo dejó al equipo descabalgado. Al conjunto rojiblanco le faltó un enganche entre las diferentes líneas. Los once protagonistas locales terminaron por clavarse en el campo, como si aquello fuera un partido de brilé. La falta de ideas genera una innecesaria pérdida de energías.

Celebración do gol de Seoane fronte ó Mallorca

Los jugadores del CD Lugo celebran el decisivo gol de Seoane | Foto: Xabi Piñeiro-LGV. 

Los cambios están siendo la gran quimera de José Durán. El técnico lucense sabe leer bien los partidos y los buenos arranques dan buena fe de ello. La baraja con la que juega no está hecha a su medida y ciertos recursos con los que juega se antojan insuficientes. El Lugo vive media hora en cada partido en una especie de cuerda floja, como tantos otros equipos. Es la realidad de una categoría en la que todo se decide por milímetros.

Con la mágica cifra de los 50 puntos conseguida, que certifica virtualmente la permanencia en la categoría, el equipo intentará dejarse llevar por la senda quijotesca de la promoción de ascenso. La aventura puede ser tan deseada como corta. Cada partido será una final y el equipo querrá decir que por lo menos lo ha intentado. En una temporada de cambio, con una salida abrupta en el banquillo, con una afición a veces enfrentada y que, sin embargo, puede terminar de modo histórico, con el equipo blandiendo la espada hasta el final, con un filial consiguiendo el ascenso a Preferente y con un Somozas logrando una posición histórica gracias al labor de los cedidos. Poca cosa…

Fotogalería del CD Lugo – RCD Mallorca, por @xabi_boamaneira

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