Artículos

Ganar para creer

por Daniel Martínez Baniela 22 abril, 2016
Tiempo de lectura: 4 minutos

Vamos a empezar con un ejercicio de sinceridad: nos jodió perder en Elche. Esto es así. Y cuando digo que nos jodió me refiero a que nos jodió más de lo que nos jode habitualmente cuando pierde el Lugo. Y nos jodió, y disculpen por la repetición del taco, porque quien más y quien menos ya hacíamos cuentas con la posibilidad de vernos en puestos de playoff con tan pocas jornadas por delante para que acabase la liga. Claro que el objetivo es la permanencia, claro que lo primero son los 50 puntos, claro que este equipo no estaba entre los que se supone que, a priori, iban a estar peleándose por los puestos de honor al terminar la temporada (pregunten en Mallorca y en Almería), pero una vez que te ves ahí, con esos puestos de lustre a tiro de dos puntos miserables, es normal aspirar a asaltarlos, a nadie le amarga un dulce y todo eso.

El caso es que se perdió. Se jugó bien, dicen los que saben de esto que la primera parte fue de lo mejor de toda la temporada, pero se perdió, y las cuentas de la lechera se convirtieron en un cántaro de leche en mil pedazos, con la leche derramada en medio del camino. Nos alejamos a cinco puntos y parece que el suflé se fue desinflando poco a poco. Sin malas caras de nadie, pues no se puede exigir ahora lo que hace unos pocos meses era poco menos que una utopía, sin señalar a este o a aquel culpable y sin mucho ruido de sables, pero la ilusión decayó, como suele ocurrir en esta tierra gallega, con esa especie de fatalismo mezclado con resignación tan nuestra que nos hace agachar la mirada, encoger los hombros y murmuras “se veía venir”, el mismo rostro que tenía Arsenio cuando da la rueda de prensa posterior a aquel empate del Deportivo contra el Valencia y aquel penalty que Djukic no debió tirar, o como cualquier aficionado celtiña cuando los olívicos dieron con sus huesos en Segunda justo después de disfrutar las mieles de la Champions. En esta tierra sabemos de decepciones futboleras, de eso no cabe duda.

Ante todo eso, yo me rebelo. Son cinco puntos, si, pero prefiero decir que SOLO son cinco puntos a decir que YA son cinco puntos. Quiero, por una vez, ser optimista. ¿Firmaría el Mallorca, nuestro próximo rival, estar a cinco puntos del sexto puesto? Sí. ¿Lo firmaría el Almería, un transatlántico de Segunda que debería estar luchando contra el Alavés o el Oviedo en lugar de hacerlo contra el Llagostera o el Huesca? Por supuesto que sí. Entonces, ¿por qué somos nosotros los que nos tenemos que autoimponer el pesimismo de un objetivo inalcanzable cuando ni es inalcanzable y, siendo honestos, ni siquiera era nuestro objetivo a principio de temporada? Puede que nos corten las alas, pero ¿por qué cortárnoslas nosotros mismos?

25749886733_30095fce17_b

Cinco puntos. No son ni muchos ni pocos. Son la simple distancia que nos separa de hacer, de nuevo, historia desde la humildad y el trabajo. ¿Cuántos en el mundo del fútbol apostaban por el Lugo frente a un Éibar que era favorito? ¿Cuántos frente a un Atlético Baleares hecho poco menos que a golpe de talonario con ilustres apellidos en su alineación? ¿Cuántos frente a un Cádiz que aún olía a Primera? Y se logró. Se sudó, se luchó y casi nos cuesta algún que otro infarto, pero se logró. ¿Por qué ahora no?

Ahora viene el Mallorca, un equipo que por historia, presupuesto y plantilla debería estar, como mínimo, en nuestra posición, y sin embargo está penando por la salvación. Será la primera de las ocho finales que tenemos por delante para hacer historia nuevamente. Qué si, que viene con Ortuño, con Lago Junior, con Óscar Díaz y con no se cuantos jugadorazos más. De acuerdo, pero viene por detrás nuestra, y viene a nuestra casa. El objetivo es simple: ganar. Ganar para recortar distancias con los de arriba. Ganar para seguir soñando. Ganar para romper la racha. Ganar para creer. Porque las grandes guerras se ganan a través de pequeñas batallas, y la de esta jornada es la primera. Ganar para poder decir que lo dimos todo y que, si no llegamos a los playoff, fue porque hubo un equipo, o dos, o tres, que lo ganaron todo. Ganar.

Es muy complicado, va a ser muy complicado, y ni siquiera haciendo las cosas perfectas tendremos asegurado el éxito pero, al fin y al cabo, ¿qué perdemos intentándolo? No hay multas en esta LFP, cada vez más burocratizada y vigilante, por tener ambición, ni por ser tozudos en la búsqueda de la victoria. Así que vamos a intentarlo, vamos a ganar al Mallorca y luego, si eso, ya seguiremos haciendo las cuentas de la lechera. Vamos a ganar. Para creer.

Foto: Xabi Piñeiro (Lugoslavia – Boamaneira).
Comparte:

Deja un comentario