El concepto audotederminación está de moda. Da igual que su origen sea filosófico y que su vertiente política sea decimonónica. Disponer de tu futuro económico y social es una aspiración de todos para todos, aunque a veces se juegue con la historia para conseguir tal propósito. El Lugo también quiere alcanzar su libertad a través de la consolidación de una nación que hable del fútbol con su propia perspectiva y que se defienda frente a las injerencias externas.
El partido frente al Girona sirvió para crear conciencia. En la grada, el ambiente fue como los de las grandes citas. El fútbol, los sábados, gana enteros. Bien sea por una sobremesa bien regada o por no tener la losa del lunes acariciándote las orejas. Hacía meses que no se coreaba de modo tan intenso el nombre del equipo, desde los cuatro costados (casi 5.000 almas, que se dice pronto) [Crónica y estadísticas].
El Fondo Sur emergió como una alternativa eficaz cuando el Norte se tomaba un respiro. Notable respuesta a la propuesta de entradas a precio reducido, que a base de insistencia puede convertirse en el complemento generacional de aquellos que llevan siguiendo al equipo desde siempre.
A viva voz
Los partidos frente al Girona nunca serán uno más. Lo demostraron los aficionados y los jugadores. El duelo fue un relato de titanes donde el músculo acabó sufriendo frente a las mejores ideas de un Lugo que quiso más de lo que obtuvo. El punto arrancado de las fauces de un conjunto catalán físico hasta decir basta resultó un motivo más para seguir creyendo en la meta de los playoffs. Las jornadas se suceden y los barcos siguen encallados en una distancia de tres puntos que cualquiera puede merendarse en una jornada para desperdiciarla a la siguiente.
El equipo de José Durán tuvo autodeterminación para soportar el gol de Eloi a la media de hora de juego, que sacó a la luz la falta de concentración defensiva que atenaza al conjunto rojiblanco. En el desconcierto, la escuadra titubea más de lo que quisiera. Pero esta vez alzó la voz una nación para convertir cada córner y falta en una muestra de autoridad. El aliento se sintió y elevó al Lugo por encima de sí mismo, a diferencia de lo que ocurriera durante un tramo de la primera vuelta, donde el silencio lo marcaba todo.
Isaac Becerra demostró el porqué de su Zamora en Segunda. | Foto: Xabi Piñeiro – LGV.
Pero el equilibrio de la hinchada no existió en el campo. El espíritu zen de otras tardes se descompuso al no contar el Lugo con un timonel eficaz. Carlos Pita se perdió entre sus deseos y en la desgracia le acompañó un Jonathan Pereira errante. Sin estas dos virtudes, revivieron al equipo jugadores como Manu, que han conseguido disipar, poco a poco, las sombras que planeaban sobre su cuerpo.
Tan sólo Caballero -sexto máximo goleador de Segunda- consiguió romper la defensa de un Isaac Becerra pletórico, que se llevó una sinfonía de abucheos por su desaforada celebración del gol visitante. Un gesto de rabia en recuerdo al crudo desenlace de la pasada temporada. Pero volvió el ariete argentino a humedecer el gesto del contrario, con la cabeza, como mejor sabe. A ras de suelo falló más de lo acostumbrado, y en consecuencia, más de lo debido. Con todo, que el gol tenga al fin una referencia genera confianza. Hay jugadores que empiezan a convertirse en signos, que todavía no símbolos, de un proyecto que ya cotiza en la bolsa de Segunda División.
Ya se divisa la frontera de los 50 puntos, psicológica y esperanzadora. Significa la certificación de la permanencia y el trampolín para cuotas altas. El siguiente obstáculo en el frente es el Elche, un equipo sostenido por un nombre propio: Sergio León. De los pocos delanteros de la categoría capaz de decidir un partido por sí mismo. Anularlo será clave para lograr algo positivo en el Martínez Valero. “Vamos a perder poquito hasta el final”, comentaba Durán en sala de prensa en una declaración de sanas intenciones: al frente con cabeza sin perder el corazón.
Manu tiró de galones en una tarde donde los astros no brillaron. | Foto: Xabi Piñeiro – LGV.
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