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Gracias, Luis Milla; suerte, José Durán

por Denís Iglesias 26 febrero, 2016
Tiempo de lectura: 6 minutos

Miércoles, 24 de febrero. 23:40. Procedía el aficionado rojiblanco medio a soñar con la Virgen del Pilar (implorando tres puntos en Zaragoza, próxima visita), Mónica Ceide o su correspondiente mito erótico (masculino/femenino). Dispuesto a adentrarse de lleno en la fase REM comienzan a retumbar las vibraciones del móvil. Avisos, notificaciones… Luis Milla, entrenador del CD Lugo, acaba de presentar su dimisión por “motivos personales”. Era lo único que se podía leer en una escueta nota difundida por el club rojiblanco que dejaba helada a la mayor parte de la parroquia lucense.

El técnico turolense ponía fin a su aventura en tierras gallegas tras pasar poco más de media temporada en ellas. Asumía su renuncia con el equipo en duodécima posición, diez puntos por encima del Albacete, que marca la frontera del descenso, funesto final que el Lugo busca evitar desde su promoción a la categoría de plata hace cuatro campañas.

Ciertos gurús tenían sus pergaminos desenrollados con proféticas proclamas. Los mismos que se han preocupado desde el cambio de directiva por afilar los cuchillos para cortarle el pescuezo a todo lo que olía a nuevo, una actitud en la que también han caído sus supuestos adversarios. Todo era un juego de niños caprichosos hasta que se quebró una de las patas fundamentales del nuevo edificio. A los carentes de poderes propios de Nostradamus, esta decisión nos llenó de incógnitas.

Un Dron y Paco Herrera

La hora de la comunicación por parte del CD Lugo de la dimisión revolucionó todas los horarios de cierre de los periódicos locales e inundó las redes sociales de especulaciones. Internet, esa dimensión paralela, fue la primera en dictar sentencia. “Por fin se ha ido”, “que dimitan todos”, “vendrá Gorosito”, “lo Jon García ha sido decisivo”. La turba comenzó a entonar proclamas sin pararse a reflexionar sobre la gravedad de lo sucedido. Milla acababa de poner punto y final a una etapa, que como mínimo, estaba estipulada en tres años. Ese amplio período significaba que el suyo era un proyecto de futuro, por lo que la renuncia significaba un atentado en toda regla a la estabilidad del equipo. Si hasta le habían ‘regalado’ un dron esa misma mañana… 

Al día siguiente, el territorio de la especulación se sembró de sustitutos. Desde ciertos medios se aseguró que Toni Otero, director deportivo, asumiría las riendas. Algunos llegaron a afirmar que habían visto a Paco Herrera por las calles de Lugo (no es bueno desayunar con aguardiente). Otros se fijaron en Molina, Luisito, Juan Carlos Mandiá... Por otro lado, ciertos medios aprovecharon para decir que la caída en combate de Milla se había producido por desavenencias con el actual director deportivo. Apenas 24 horas antes, el ex jugador del Lugo Jon García había acusado a la actual directiva de haberle despedido por “no saludar al presidente Tino Saqués”.

Los que se habían desgastado los dedos apuntando a Milla en los últimos partidos giraron hacia el palco e incluso juguetearon con la doble moral de desearle lo mejor al ya ex técnico. Los observadores internacionales de esta guerra de trincheras seguíamos reparando en lo dura que significaba esta noticia para el equipo. A estas horas todavía masticamos la misma preocupación.

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Gracias, Luis Milla

Luis Milla, ex jugador de equipos como el FC Barcelona, Real Madrid o Valencia fue uno de los motivos que me hizo ilusionarme a principio de temporada. No era el entrenador más experimentado (tampoco lo era su predecesor cuando llegó a Lugo), pero en su currículum había suficiente experiencia para lidiar con cualquier tesitura. Era el perfecto eslabón para engancharse a la era de la Sociedad Anónima Deportiva, la gran maldición del fútbol actual. Milla tuvo la desgracia de aterrizar en un Lugo que se había divorciado de su novia bonita de la que algunos no han pasado página. Trajo su pizarra y se puso a dibujar lo que sería el Lugo del futuro. Fue un tercero en una disputa en la que no merecía sufrir.

Pocos se acordarán en el plazo de unos meses, pero el turolense consiguió firmar la mejor primera vuelta del equipo en Segunda División. Todo ello, sin contar con el favor de parte de una grada mestallizada, afiliada al silbido fácil y convertida en un polvorín desmemoriado. Por otro lado, una directiva neófita, sin experiencia en el ámbito de las empresas deportivas y con graves problemas para hacer transparentes los conflictos.

Correrán ríos de tintas para intentar explicar lo sucedido. Lo primero y último que se le puede trasladar a Luis Milla es un profundo agradecimiento por su profesionalidad. Ejerció la misma de principio a fin. Aunque se haya ido, volverán a emitirse miles de juicios sobre su juego, para caer, casi siempre, en afirmar que el fútbol practicado por el Lugo “no era bonito”. Los firmantes de este manifiesto son los que conciben este deporte como puro opio, trufado de malabares y jeroglíficos. Como quien va al cine y exige que el príncipe se case con la princesa. Tendrán parte de razón, porque ésta no reside universalmente en ningún colectivo, pero se olvidarán del contexto, el sacro concepto que te ayuda a recordar de dónde vienes y quién eres antes de hablar.

Eterno Capitán

Suerte, José Durán

Ha empezado el tiempo de José Durán, del que muchos tuvieron que buscar su nombre en Google para dispararle las primeras balas. Gracias Milla, y suerte José Durán, un hombre de la casa que estaba haciendo una buena temporada con el Juvenil  División de Honor, al que deja en quinta posición en su grupo, a seis del líder, el Racing Club. El nuevo entrenador del Lugo puede resultar un parche para algunos pero a sus espaldas tiene más de diez años de trabajo en el club. No es un recién llegado a un mundo futbolístico en el que se regalan banquillos a ex jugadores que ni siquiera se han preocupado por sacarse el título de entrenador. Para bien y para mal, Durán conoce la composición de la columna vertebral del club. Él probó el fango de Tercera División, una desagradable materia que no conoce la mayoría de la actual masa social.

Su primera rueda de prensa sirvió de auténtica declaración de intenciones. Al fin, una comparecencia exenta de tópicos y con verdades prefiguradas, tan propias del fútbol y, como no, de este club. “Confío en mis cualidades de entrenador”. “Mi anterior etapa fue muy dura y salió bien”. “Me gustaba la solvencia del equipo y su clasificación”. “Nos debemos a nuestra afición, la obligación es enganchar a la grada, hay que llegar al público. Es mi reto”. Ni un atisbo de duda, ni un respiro para los que cuestionan su nombramiento. Si demuestra una mínima parte de la decisión con la que ejerció su primera actuación en público tendrá, cuanto menos, la ruta marcada. Viene con otros compañeros de viaje conocidos en el fútbol lucense como Manolo Mandiá. Los que hemos visto a este señor corriendo y gritando por la banda sabemos que le sobra carácter.

Ilusiona, pese al tifón desatado, que algún muchacho de la cantera pueda tener oportunidades en el primer equipo. Pero ello no debe distraer al nuevo tándem del principal objetivo: sacar hasta la última gota de talento de una de las plantillas más competitivas que nunca ha tenido el Lugo. Milla, que llegó a presentar su renuncia hasta en cuatro ocasiones según informó Cope Lugo, logró 36 puntos y una efectividad casi letal fuera de casa. Durán aprovechará ese impulso para reconducir la dinámica en casa, clave para la supervivencia en Segunda División. La permanencia es la meta de este equipo hasta que muera o un jeque reviva y fiche al Brasil del 70. Quien parta de otra base puede recordar los tiempos de los cafés en el campo de Negreira y de los peajes en la AP-9.

La intervención de Durán fue el rayo de esperanza para clausurar una jornada en la que el club asumió la opacidad informativa como norma. En la que sólo el director deportivo Toni Otero dio un paso al frente para regatear con excusas las preguntas sobre la marcha de Milla. Un día en el que se evidenció la terciaria posición que ocupan los socios en las Sociedades Anónimas Deportivas, donde son meros consumidores.

Con todo, es preferible invertir sudor y lágrimas en esta compañía que en cualquiera de las que cotizan en el Ibex 35. Tras la bandera clavada por el nuevo timonel, debe venir el tan ansiado empujón de jugadores como Manu, Carlos Pita, Fernando Seoane, David de Coz o José Juan, emblemas del Lugo moderno. Tendrán que alzar la voz hasta que lleguen los 50 puntos, cifra balsámica para un club que sigue respirando. El único pacto que vale es uno entre afición y equipo, el verdadero gobierno estable para un estado rojiblanco joven, soñador y con miles de curvas por delante.

Foto principal: CD Lugo. 

Fotos cuerpo: Xabi Piñeiro – LGV.

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