Si uno mira la clasificación de la Segunda División, el viaje del Lugo a tierras almerienses debería encuadrarse en una salida más de las de esta temporada, esta concretamente a un equipo que, configurado para ascender, pena por la zona baja de la tabla y necesita, mucho más que nosotros, sumar una victoria delante de los suyos. Si solo mirásemos la clasificación, diríamos que el Lugo, con 33 puntos, encara este desplazamiento con la tranquilidad de estar en la zona templada de la tabla y que debería jugar con la ansiedad del Almería, antepenúltimo con 22 puntos. Diríamos también que es una buena oportunidad para que el Lugo prolongue su magnífica racha sin perder fuera de casa, que si se pierde no pasa gran cosa y que si se gana los rojiblancos podrían pegar un estirón hasta situarse cerca de los puestos de play-off. Todo eso sería lo que diríamos si el Lugo no viniese de lo que viene, que no es otra cosa que una goleada en su casa, una imagen patética y la rebelión, no entraré en calificarla de justa o injusta, de cierta parte de la afición. Pero como la realidad es la que es, por más que la clasificación diga otra cosa, la lectura que se hace, a priori, de este partido es totalmente diferente a lo que indica la tabla clasificatoria. Vamos al lío.
Lo cierto es que el Lugo viaja a Almería con una ansiedad sobrevenida que pocos podíamos imaginar antes de la debacle frente al Mirandés. Una ansiedad en la que confluyen la pésima imagen mostrada frente a los de Terrazas, el no menos pésimo juego y la sensación de que este equipo está cogido con alfileres, que los puntos se van sacando pero que basta no ya un vendaval, sino una ligera brisa, para que la pretendida solidez del equipo se derrumbe como un castillo de naipes. Si a eso le añadimos el enrarecido ambiente en parte de la afición, más pendiente de revivir el pasado, que nunca vuelve, que en prepararse para las batallas del futuro, podemos decir que nos encontramos muy cerca de una tormenta perfecta que arrecie al equipo. Así que sí, lo que el Lugo se juega en Almería es mucho más que los puntos en litigio. Se juega la tranquilidad o la bronca, no lo duden.
Si nos ceñimos a lo meramente deportivo, el Lugo debe recuperar, sí o sí, la solidez defensiva, si es que alguna vez la hemos tenido a lo largo de esta temporada, más allá de los milagros de José Juan. La goleada del Mirandés desnudó todas las vergüenzas de la zaga lucense, desde unos laterales superados a unos centrales despistados y blandos, muy blandos, que permitieron remates injustificables. A este respecto se antoja capital el retorno de Carlos Hernández, sin duda el jugador más en forma de la defensa lucense, que volverá a formar junto a Dealbert en el eje de la zaga. A Puerto le han pasado la segadora tras su actuación del pasado fin de semana y no viaja ni convocado. Manu y Cendrós volverán a ocupar los laterales, con De Coz esperando su turno desde el banquillo. Que se apliquen, que el Almería puede estar flojo, pero arriba colecciona pólvora.
Por lo demás, la baja de Jonathan Pereira puede provocar que Milla abandone el 4-4-2 de las últimas jornadas y retorne al 4-3-3 primigenio que desarrolló durante casi toda la temporada. De ser así, la duda se centraría en quién sería el tercer hombre que acompañe por dentro a los innegociables Seoane y David López. Pugnarían por el puesto Campillo, titular las últimas jornadas, un Sergio Marcos que merece más minutos de los que lleva y un Carlos Pita que ve como su peso específico en el equipo ha menguado considerablemente. Completarían el once Iriome y Ferreiro en las alas y Caballero como referencia arriba. La posibilidad de un 4-4-2 con Joselu de acompañante de Caballero se nos antoja bastante poco probable.
Por parte del Almería, la noticia es que no habrá noticia, ya que Gorosito tuvo a bien desvelar los once jugadores que se enfrentarán al Lugo en la rueda de prensa de ayer. Con problemas en defensa por las bajas de dos titulares como el central Morcillo y el lateral Dubarbier, que serán sustituidos por Fran Vélez y Goñi, y Jose Ángel, al que cubrirá Pozo. El peligro andaluz, como casi siempre, vendrá de las botas de Quique, Lolo Reyes y, sobre todo, un Chuli que no es el que el año pasado asombró en el Leganés pero que sigue teniendo mucho gol. Ojo con él. “Nuestro” Iago Díaz esperará su oportunidad en el banquillo, aunque es más que probable que tenga sus minutos, cosa que no me agrada especialmente, sobre todo por aquel dicho que señala que no hay peor cuña que la de la misma madera.
Queda, eso sí, una última incógnita que desvelar, y no es menor, referente a quién ocupará la portería del Lugo en Almería. Desde hace unos días corre el rumor de que Milla puede haber decidido darle la oportunidad a Roberto en detrimento de José Juan. De ocurrir, no seré yo el que juzgue lo justo o injusto de la decisión, pero si no me gustaba el “turnismo” que Setién estableció en su día en la portería lucense, tampoco me agradaría cambiar de caballo a mitad del río, y menos ahora que las aguas bajan revueltas y que el gran JJ no ha dado razones para tal sustitución. Sea como sea, que decida Milla, que para eso tiene un título de entrenador y un sueldo del que yo carezco. Y que se traigan los puntos de Almería, eso sobre todo, aunque de portero juegue Cembranos.
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