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Nosotros, el Lugo

por Daniel Martínez Baniela 23 enero, 2016
Tiempo de lectura: 4 minutos

“We, the people…”, o lo que es lo mismo, “Nosotros, el pueblo…”. Así comienza la Constitución de los Estados Unidos de América. Más allá de lo que contiene dicho texto, tengo que reconocer que ese comienzo es de los más bellos que se pueden leer en la Carta Fundacional de cualquier Estado del mundo. Nosotros, el pueblo, como afirmación de comunidad, de grupo de personas que se unen en busca de un beneficio común. Una comunidad en la que, como en todas, habrá diferentes puntos de vista, antagónicos incluso, pero que aparcan a cambio de una unidad en cuanto a los objetivos comunes que beneficien a todos.

Naturalmente, no voy a hablar de política aquí. Sí lo voy a hacer, como siempre, de fútbol. Del CD Lugo. Concretamente, del sentimiento de pertenencia que, ante partidos como el de hoy, es necesario, diría que fundamental, alentar de cara a buscar el mejor resultado posible, que no puede ser otro que la victoria, en este caso frente al Real Oviedo.

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Viene el partido envuelto el polémica. El reparto de entradas ha capitalizado cualquier otro debate deportivo al respecto. La pasada de frenada desde la capital del Principado, pidiendo primero nada menos que 3.000 entradas, o mejor dicho, exigiéndolas, y las posteriores reacciones, desde aficionados de a pie del club azul hasta directivos, a los que se supone cierto sentidiño, pasando incluso por jugadores, han ido enrareciendo el ambiente y, lo que es peor, atizando a un caldo de cultivo que no debería tener sitio en el fútbol, pero que existe: el de la provocación, el ninguneo y el desprecio, cuando no el insulto. Así están las cosas.

Mirad, en Oviedo el Lugo no cae bien. Ya tiene bemoles que un equipo tan humilde como el nuestro se haga enemigos por el mundo, pero en Oviedo no somos bien vistos. Sin remontarme a su visita en Segunda B, cuando algunos aficionados suyos, no todos, no voy a generalizar, tuvieron comportamientos deplorables en nuestro estadio, las cosas ya venían torcidas, pero el simple hecho de que un empate, un mísero empate en Girona, acabó de ponernos en su lista de clubes no afines. Cualquiera que viese aquel partido sabe que el Lugo salió fatal, que en la primera parte los catalanes pudieron hacernos cuatro y que solo sus propios nervios y sus desaciertos nos permitieron meter el gol en el último momento. A causa de eso, el Sporting ascendió a Primera y eso, en Oviedo, son palabras mayores. A partir de ahí, que si somos la putita del Sporting (sic), que si íbamos primados y blablabla. Naturalmente, el embrollo de las entradas (que si 900, que si 3000) ha acabado de encender el ambiente y nos tienen ganas.

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Uno, que acostumbra a navegar por las redes sociales, se ha hartado de leer desprecios hacia el Lugo. Ya sabéis, que si futbolín, que si aldea, que si somos cuatro amigos…y que queréis que os diga, al menos a mí ya me ha bastado. No somos el Real Madrid ni el Barcelona, cierto, ni tenemos un estadio como el Bernabéu o el Camp Nou, ni siquiera un Carlos Tartiere, pero sí tenemos dignidad. Y a esa dignidad apelo en esta previa de partido.

El sábado, más que nunca, debemos ser nosotros, el Lugo. Debemos ser una sola voz que se quede afónica animando a los nuestros desde el minuto 1 al 90. No debemos ser un campo fúnebre, ni dejar a los Siareiros todo el trabajo de animar a los nuestros. No. Debemos ser nosotros, el Lugo, el que empuje a nuestros jugadores cuando más lo necesiten. Debemos ser nosotros, el Lugo, el que lleve a gol ese balón que va pegado al palo. Debemos ser nosotros, el Lugo, los que despejemos ese córner peligroso. Debemos ser nosotros, el Lugo, los que ganemos el partido.

Todos nosotros debemos ser José Juan. Todos nosotros debemos ser Pereira. Y Hernández, y Dealbert, e Iriome, y Ferreiro, y todos los que jueguen. Todos nosotros, el Lugo, debemos ser Milla, y Miñambres, y Gandía. Todos nosotros, el Lugo, debemos ser el Anxo Carro. Y tenemos que ganar, porque somos humildes, pero dignos; futbolín, sí, pero inexpugnable; pocos, puede ser, pero incontables. Y demostrar que no nos gusta que nos minusvaloren, porque todo lo que tenemos nos ha costado muchísimo, y porque ese escudo de cinco barras rojas nos representa a todos.

El tópico dice que la unión hace la fuerza, y yo me lo creo. Me creo que, ante los grandes, este club sabe dar lo mejor de sí, y que, cuando peor vayan las cosas, y creedme que en este partido lo vamos a pasar mal, la grada va a saber reaccionar en apoyo de los suyos, de los nuestros. Porque este viejo y feo Anxo Carro, cuando quiere, también gana partidos, aunque cueste tanto llenarlo de ilusión. Y sí, creo que vamos a ganar. Y gananremos. Nosotros, el Lugo.

Fotos: Xabi Piñeiro (Lugoslavia y Boamaneira)

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