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Llagostera 0-0 Lugo: la cogorza

por Denís Iglesias 30 enero, 2016
Tiempo de lectura: 4 minutos

Una primera parte deliciosa. Una segunda mitad para borrar. Un palo de Pablo Caballero. Un carrusel de ocasiones en el primer acto revirtiendo la dinámica del partido del Real Oviedo. Un rival herido con orgullo que también pudo llevarse el partido. Un empate más para la cuenta que permite seguir sumando a domicilio. Otro equipo de la zona baja que se escapa vivo. [Llagostera 0-0 Lugo, resultado y estadísticas] 

Si quisiéramos, el resumen del Lugo-Llagostera se podría reducir a este párrafo. Cumpliríamos con una de las premisas del periodismo tradicional como es la concreción. Sería la medida perfecta para un gustoso breve en un periódico de tirada nacional. Pero en Lugoslavia tenemos la estrambótica premisa de que este equipo sea tan digno en cuanto a memoria escrita se refiere. Y es que el partido de hoy ha sido una auténtica borrachera…

O cogorza, melopea, merluza, mona, tajada, llorona, moña… Una retahíla de sinónimos tan propia para la noche de un sábado. Comenzó el encuentro en el Nou Estadi con unos tragos largos. Un carrusel de ocasiones que parecían presagiar un partido de dominio absoluto del Lugo. Esas cañas que te tomas en los bares, cuando todavía eres persona, y que hidratan tus pigmentos y neuronas.

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La foto es contra el Oviedo, pero expresa bien el sentir de un domingo por la mañana y la pérdida de dos puntos. Xabi Piñeiro

El equipo se creció en los primeros instantes ante un Llagostera que afrontaba este encuentro como una final. Luis Milla apostó por situar a Antonio Campillo escorado a banda y durante buena parte del encuentro funcionó como un auténtico cronómetro. Un pasito para adelante, otro para atrás. Por dentro y por fuera. En el margen contrario, Iriome no salió del naufragio en el que vive esta temporada y apenas se dejó llevar por la euforia de una escuadra que encajó con gusto el paso de las rondas y las bandejas de los pinchos.

La tolerancia del Llagostera

Los bolsillos se fueron vaciando y la invitación, en este caso el gol, no llegó. Lleva el Llagostera bebiendo alcohol barato durante toda la temporada, caminando en una cuerda floja infinita, pero esto le ha permitido absorber el dolor en los partidos. Su entrenador, Oriol Alsina, ha visto ascender a este equipo desde Regional a Segunda División. Sabe tener los pies en su sitio y tiene a mano el omeprazol ante las duras resacas de las derrotas.

El conjunto llagosterenc se ha reforzado en este mercado invernal con perros viejos como Natalio y si es capaz de segregar en más partidos la actitud del segundo tiempo recuperará parte del terreno perdido. Porque sí, el rival también juega, aunque a muchos aficionados no se lo parezca y se empeñen en lanzar dardos o piropos a su equipo sólo en función de lo que este haga.

Secuestro en el vestuario

Milla dispuso a Jonathan Pereira y a Pablo Caballero en punta de ataque. Su relación no fue tan próspera como en anteriores citas. Con todo, el argentino estrelló un balón en el palo. Es un rematador nato y en ello debe concentrarse. Pero algo le sucedió a él y a todos sus compañeros en el vestuario. Se metieron en el local equivocado, ese que al que te llevan los que reparten flyers. Te seducen con barras libres y cientos de miembros del género opuesto. Caes en la trampa y acabas ingiriendo agua destilada mientras observas al camarero/a en busca del amor que te habían prometido.

El Lugo cayó preso de un bajón intensísimo en el segundo tiempo. Lo que semejaba una pájara inicial se convirtió en un estado de somnolencia que a punto estuvo de costarle en el punto en alguna fase del partido. Pero entonces apareció José Juan, el conductor responsable, aquel que coge el coche para transportar a sus colegas a cualquier discoteca. Un tipo que pasa desapercibido durante la noche pero que acaba salvando a todos de una muerte segura. Ah, y siempre rinde. En cualquier situación. Sacó una mano antológica para desbaratar un seguro gol de Natalio.

En la segunda parte salieron esos que se unen al grupo después de salir de trabajar o estudiar. Frescos, aún prestos para la acción pero que tardan en ponerse al nivel de la masa. Relevan a los que se pasaron al principio, como Campillo, al que le faltó magia para llevar a buen puerto un pase de Ferreiro en la que fue una de las ocasiones más claras del segundo tiempo.

Hablando de Puerto(s), ¿qué es de Israel? En su lugar entró Sergio Marcos, uno de los que acostumbran a recorrer la noche pero que saben aprovecharla al máximo. Malcolm in the Middle dio dos pases antológicos para Joselu, que no supo definir. Y es que el Lugo va sobrado de calidad, lo que necesita es punch y entrar en modo instintivo. El equipo entró en el after, aguantó hasta el final, se atrevió a tomarse la copa de la entrada y apretó hasta el final. Pero era tarde. El Nou Estadi cerró y se quedó con un punto que deja un sabor amargo a ambas hinchadas, como con el que te levantas al día siguiente de pernoctar.

“Vamos (muy) bien, puntuando como cubas, ¿y qué? Aún nos mantenemos en pié. Y ya no paparemos hasta la salvación”

Y es que a fin de cuentas, la clave, por ahora, es que no nos echen de los bares de Segunda.

 

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