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“Somos los mismos que hace una semana”

por Denís Iglesias 5 octubre, 2015
Tiempo de lectura: 3 minutos

El Lugo perdió la compostura por primera vez en esta temporada en el Sadar. Probó la tierra en un campo maldito para muchos en Primera. Osasuna se regocijó y conservó el liderato con una demostración de carácter, acompañada de una inestimable ayuda arbitral. El equipo de Luis Milla iba a perder la condición de invicto antes o después, pero nadie imaginaba que de modo tan doloroso. Su equipo se vio superado por las circunstancias desde el pitido inicial y sucumbió ante una escuadra rojilla que tiró de habilidad.

“Este equipo es como el Sporting del año pasado”, declaró David López, ex de Osasuna, tras la primera catástrofe. El técnico osasunista Enrique Martín, al igual que el ‘Pitu’ Abelardo, es un hombre de la casa que está sacando lo mejor de un grupo de chavales criados bajo una misma filosofía. Otrora este modelo de equipo, atenazado por el crecimiento precoz, sucumbía frente a la escuadra madura. Las tornas han cambiado. Cualquier jugador postadolescente se la juega ante aquel que ya peina canas.

El equipo lucense adoleció de falta de ritmo en los primeros minutos, un problema que Milla ya ha anotado en el apartado de tareas a resolver. El Lugo es como un diesel al que le cuesta entrar en calor y que se cala en la primera cuesta frente a escuadras impetuosas como Osasuna. El equipo se mostró sin agarre en todas las líneas y la zona de creación volvió a anegarse de ideas sin concreción. La mala cara se tornó en una triste mueca con los dos penaltis pitados en contra por Piñeiro Crespo, un colegiado de manga ancha que no tardó en bombardear con tarjetas a todo el que se cruzó en su camino.

Dame veneno, Piñeiro Crespo

Que no engañe el apellido, este asturiano puso veneno en el plato y el Lugo, como si de un pequeño roedor se tratase, picó de lo lindo. Los de la ciudad amurallada todavía no se habían visto con el marcador en contra en un partido y demostraron que todavía no gestionan bien la presión. “Nunca vi nada igual. El arbitraje me parece bochornoso y vergonzoso. No entiendo nada. Es una vergüenza”. Así fue como definió el pontevedrés Braulio, director deportivo del Real Valladolid, la actuación del colegiado astur tras el empate del conjunto vallisoletano frente al Numancia (2-2) en la quinta jornada. Una declaración muy a lo Cañita Brava (ídolo lugoslavo) que demuestra la escasa simpatía que ha generado este colegiado en los primeros partidos del año.

Milla obvió criticar la actitud arbitral en un claro ejercicio de profesionalidad. Sustituyó los reproches por una clara afirmación: “Somos los mismos que hace una semana”. Así, a lo Eskorbuto: “Cuidado, os avisamos, somos los mismos que cuando empezamos”. Su equipo se mostró demasiado punk en Pamplona, donde Ferreiro firmó un pico en su gráfica descendente. Exhibió un tímido brillo en la noche de un Lugo que se desmoronó en defensa. Carlos Hernández, que en anteriores citas se había mostrado seguro, perdió fuelle y se vio superado por el torbellino Roberto Torres. Hernández se dejó llevar por el pícaro Nino en la segunda pena máxima, quien forzó un penalti de modo descarado.

¿Sed?

Para colmo cayó en combate Carlos Pita, ahora que por fin parecía haber recuperado la batuta. Sufre un traumatismo en la rodilla izquierda. Se une a Iriome, quien estará de baja entre tres y cuatro semanas por una rotura en el glúteo derecho. Todo esto conduce al Lugo a su primer gran reto de la temporada. Precisa limpiarse la cara y afrontar con esmero la visita del Córdoba. La Segunda te la juega cada semana. Dos derrotas te condenan al pozo y otras tantas victorias te relanzan. Llega la hora de tomar el vaso mediado de frente y hacer que parezca lleno. De lo contrario, empezará la sed, y con ella los muertos de hambre.

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