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Ponferrada como bálsamo

por Daniel Martínez Baniela 15 octubre, 2015
Tiempo de lectura: 3 minutos

A este Lugo le pasa algo notablemente curioso. Mientras que algunos se empeñan con impropio ímpetu en señalar lo mal que juega, el poco futuro que tiene el plantel y lo negro que se está poniendo el futuro de la institución, otros se baten el cobre pidiendo tiempo para que el proyecto se asiente, para que el juego mejore y los resultados vuelvan a acompañar, tras un bache que, de momento, se salda con goleada en contra en Pamplona y derrota inmerecida en casa ante el Córdoba, dos transatlánticos llamados a pelear por todo en esta temporada que, para ellos, debe ser un breve paso por la Segunda antes de volver al oropel de la Primera División. En lontananza asoma ya la quilla del Alavés, un buque que a lo mejor a principios de temporada no contaba como aspirante a nada pero que viene de cascarle tres a Osasuna y con la moral, y los sueños, por las nubes y con ganas de cargar puntos también en la ribera del Miño. El Lugo se juega en ese envite mucho más que tres puntos, se juega recuperar la senda, tranquilizar a los escépticos y volver a ilusionar al resto. La palabra “crisis” ya comienza a  sobrevolar el Anxo Carro y evitar que anide pasa por ganar a los vitorianos.

Y en medio, la Copa. Desplazamiento corto, tranquilo, sin hacer noche ni transbordos, a Ponferrada. Es la Ponferradina un equipo pintón, de esos que vas repasando su plantilla y vas asintiendo con la cabeza, complacido con lo que ves. Lleva tiempo coqueteando con meterse en play-off de ascenso a Primera (en Lugo perdieron uno de esos trenes) y, aunque desde El Toralín nadie lo diga en voz alta, ese era, a fin de cuentas, el objetivo de este año ya que, si por lógica siempre se busca mejorar la clasificación anterior, el siguiente paso sería la sexta plaza. No obstante, bajan también revueltas las aguas en Ponferrada, donde las dos caras que muestra el equipo (invicto en casa, muy vulnerable fuera) hacen crecer las dudas en una afición que se había ilusionado con los fichajes. Veremos.

Así las cosas, al Lugo se le presenta este partido como un bálsamo perfecto para volver a la buena senda, espantar al pesimismo y cargar las pilas de cara a la liga. Frente a las opiniones que prefieren poco menos que tirar la Copa y ahorrar esfuerzos para la competición de la regularidad, esta eliminatoria se presenta como una oportunidad casi única de dar el golpe de efecto que tanto se necesita en momentos de duda. Pasar de ronda significaría entrar en el bombo con los Primeras, alargar un poco el sueño de ver a un equipo de fuste en el Anxo Carro y levantar los corazones y los ánimos.

Porque, en el fondo, el fútbol es un estado de ánimo y toda buena noticia ayuda, ya sea avanzando una eliminatoria o dando una buena imagen. Milla se ha cansado de repetir que, sin ser la competición del club, el Lugo no va a tirar la Copa, va a competir y va a luchar por ganar, que viene a ser como el valor de los soldados, algo que se supone. Habrá las lógicas rotaciones y debutará Roberto en partido oficial, lo cual no es poca cosa. Seguramente Joselu formará en punta, tal vez con Pereira, e incluso podremos ver a Caballé en acción. Puede que con tanta rotación sea excesivo pedir una victoria, pero en la Ponfe harán lo propio y, que carallo, con rotaciones se ganó en Córdoba. No nos pongamos la venda antes de hacernos la herida, que por aquí somos muy dados a ello. Confiemos en los chavales.

En definitiva, el partido de hoy es a la vez riesgo y oportunidad. Riesgo de que una tercera derrota de carrete a los agoreros, siempre listos para atizar, pero también oportunidad de callar bocas e ilusionar a la afición. Poniendo en su justa medida esta eliminatoria, una derrota no supondría nada especialmente malo para el equipo, pero una victoria volvería a subir el ánimo de todos, cosa que en sí misma no es baladí. Vamos, pues, a por la Copa, bebamos el bálsamo que contiene y seamos positivos. El equipo lo merece, y también lo necesita.

Imagen principal: Óscar Cela, La Voz de Galicia.

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