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Ellos

por Daniel Martínez Baniela 7 octubre, 2015
Tiempo de lectura: 4 minutos

Tengo que reconocer que a mi me pasó como a Concha Piquer en la copla “Y sin embargo te quiero”, de Quintero, León y Quiroga, y que, como cantaba la valenciana, “me lo dijeron mil veces, pero nunca quise poner atención”. Sí, me lo avisaron, que en cuanto viniese la primera mal dada para el CD Lugo, ellos iban a salir a aprovechar que el Miño pasa por Lugo para cobrarse las facturas, reales o imaginarias, (más bien lo segundo) que  suponen que tienen con el nuevo dueño, el nuevo Consejo y parece que, ahora también, el nuevo entrenador. Sí, me lo dijeron mil veces, “espera a que perdamos”, me decían, “ya verás como dan palos a diestro y siniestro”. Yo, con cierta candidez, casi con inocencia, respondía que no, hombre, que si de algo presumen ellos es de ser del Lugo por encima de todo, que el club es lo único importante y que por tanto, cuando viniesen mal dadas, cuando pintasen bastos, ahí iban a estar ellos, los primeros de la fila arrimando el hombro y empujando para que al Lugo le fuese bien.

Me equivoqué. Nadie es perfecto, y yo menos que nadie, pero es cierto que me la comí con patatas. Solo hizo falta una derrota, una goleada en contra y una racha de juego poco brillante para que ellos salgan, antorcha en mano, tirando con bala rasa contra todo lo que se mueve. Directiva, entrenador, jugadores…todo mal, todos culpables. Reconozco que se veía venir, que ellos ya iban dando pistas sobre lo que iba a ocurrir. Si se ganaba, era de milagro; si se puntuaba, era gracias a la Divina Providencia, o a José Juan (como si el portero no contase); si se marcaba, oponían que se jugaba mal y si, por lo que fuese, no se marcaba, era culpa de un planteamiento táctico cavernario. Hubo quien sacó el curriculum de Milla, como si en la vitrina del Lugo rebosasen los trofeos, se le comparó con este o aquel, se criticaron los fichajes por ser de medio pelo y, cuando vino Jonathan Pereira, el discurso de ellos viró a que era muy caro. Todo por el bien del club, claro, que ya he dicho antes que para ellos el club es lo primero.

Ellos miran por el bien del club, sí, pero son los que se pasan el día hablando de lo mal que está todo, y cuando digo todo me refiero a todo. No es cuestión de que el vaso esté medio lleno o medio vacío, es que en el vaso no ven ni una gota de agua, y no serán ellos los que abran el grifo. Bastó el partido de Osasuna para que ellos hablasen de descenso a Segunda B, de vergüenza intolerable, de nuevo palos a la directiva y de nuevo palos a Milla, que no juega a nada, que no sabe, que si patadón… Ahora enarbolan las banderas del alarmismo diciendo que estamos a tres puntos del descenso, obviando que estamos también a cuatro del ascenso, pero claro, decir eso no interesa. Califican la goleada de ayer como vergonzosa y humillante, y no seré yo quien lo niegue, pero coño, sin tirar mucho de memoria se recuerdan otros tan bochornosos como un 6-0 en Girona, o ver como te remontan un 3-6, que también tiene su delito.  Hay para todos, aunque algunos solo vean la paja en ojo ajeno.

Ellos se preocupan mucho por el Lugo, pero últimamente de su boca no sale ni una sola buena palabra hacia el Lugo. Toda iniciativa es mala, todo juego es ramplón, todo resultado es insuficiente. Nada vale, todo son palos, todo una pertinaz lucha por echar por tierra el trabajo que se está haciendo, antes incluso de ver si es acertado o no. Ellos quieren, repito, lo mejor para el Lugo, pero negarían que los parió su madre si con ello logran poner un palo más en la rueda de la institución. Ellos pedirán la unión del lucensismo mientras quieren cargarse a la directiva, al entrenador y a media docena de jugadores. Pedirán que vuelvan los de antes, inconscientes de que esa época, gloriosa como nunca, ya pasó. Ellos prefieren vivir del pasado que encarar positivamente el futuro. Ellos, que tanto crédito prestaron en el pasado, negarán el pan y la sal, siquiera el beneficio de la duda, a los actuales rectores institucionales y deportivos porque, según ellos, esos no representan al Lugo. De carallo.

Se perdió en Pamplona jugando mal, se recibieron cuatro goles y pudo ser alguno más, y el equipo no estuvo a la altura. Eso es tan cierto como que hay un sol que nos ilumina, pero también lo son dos penaltis, uno inexistente, una expulsión, un arbitraje deleznable y una cuota de mala suerte no pequeña. Y sí, somos el Lugo, y precisamente por eso deberíamos saber que vamos a recibir golpes de estos, que habrá rachas malas, como las hubo en el pasado, y que nos asomaremos al precipicio. Les pediría a ellos que, al menos, esperasen a que la situación sea realmente mala para mostrarse así de incisivos, y no con 10 puntos en la clasificación y octavos. Seamos serios, o al menos tengamos vergüenza.

Por cierto, caigo en la cuenta de que no he dicho quienes son ellos. Da igual, ya me han insultado bastante estos días, y de todos modos, el que se dé por aludido, si alguien se da, que haga examen de conciencia. O no, que a fin de cuentas cada uno es dueño de sus silencios y prisionero de sus palabras, y quien soy yo para afear nada. A fin de cuenta, si por algo se les puede reconocer a ellos es por lo pertinaz de sus afirmaciones y lo obtuso de sus razonamientos. Así son ellos.

Foto principal: dantezaragoza.com

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