Ayer fue el día en el que David López y Sergio Marcos demostraron poseer un nivel técnico digno de una categoría superior. Luis Milla dispuso un sistema hasta ahora desconocido, con un doble pivote, una línea de 3 mediapuntas muy interiores y un delantero referencia. El ex jugador de Osasuna se situó junto a Seoane en una posición retrasada, Campillo y S. Marcos partieron como teóricos interiores a pierna cambiada y Pereira se movió con total y absoluta libertad por detrás del goleador de la tarde, Pablo Caballero.
Lo comenté a principios de temporada y lo mantengo: me gusta bastante la planificación de la plantilla en todos los puestos, excepto en los laterales. Ayer se vio el por qué. Tras reflexionar acerca de los motivos que pudieron llevar al técnico turolense a disponer de esa forma a sus jugadores, creo que lo tengo claro. Aprovechando la ausencia de Carlos Pita, todavía renqueante de su lesión, Milla quiso colocar a Jonathan Pereira en una posición privilegiada, pero liberarlo de la carga defensiva que conlleva. Por eso, lo blindó con dos centrocampistas a los lados, y reforzó muchísimo los pasillos interiores. Como es obvio, este movimiento conllevó el problema de que las dos bandas fueron entregadas a Cendrós y Manu, que ni son muy dados a subir ni muy dotados técnicamente. La grada terminó desesperada por la increíble cantidad de centros desaprovechados, y con toda la razón del mundo.
A pesar de este desajuste, no se puede decir que el Lugo estuviese mal en la faceta ofensiva. David López, que ofreció una clase magistral mientras el físico le aguantó, fue el encargado de venir a recibir junto a los centrales para sacar el balón jugado. A partir de este primer toque del riojano, que fue casi siempre de calidad, el Lugo imprimió vértigo con la clarividencia de Sergio Marcos (va un segundo por delante del resto) y varios apoyos interesantes de Jonathan Pereira. Incluso Campillo, que sufrió más durante el encuentro, gozó de una buenísima oportunidad mediada la segunda parte. De ahí se explica que Oltra, en rueda de prensa, declarase que una victoria local no sería para nada injusta.


David de Coz y Fernando Vega ni tan siquiera estuvieron en el banquillo. / Foto: Óscar Cela, La Voz de Galicia.
Queda claro, por tanto, que el equipo se fue de vacío por su mal hacer defensivo. Aquí, por doloroso que resulte, tenemos que resaltar la figura de Israel Puerto. El andaluz está mal, perdió la titularidad en favor de Carlos Hernández, y resulta evidente que el próximo domingo el jienense volverá a ser de la partida junto a Dealbert. En el primer gol, Xisco le gana la espalda con el suficiente margen para controlar y definir. En el segundo, duda entre seguir al balón o a la marca, reacciona tarde, está lento en el giro, y cuando se quiere dar cuenta Pineda ya está celebrando el gol en la esquina.
El Córdoba no está llamado a pelear el ascenso por su brillante juego o por su plantilla plagada de estrellas, sino por ser un equipo muy sólido en defensa y capaz de aprovechar cada error que le concede el rival. Por eso perdimos, porque ellos fueron muchísimo más prácticos que nosotros. Porque hicieron gala de una experiencia que el Lugo no tiene.
Lo bonito de esto es que nunca para. Toca pensar en lo que viene, pues el jueves viajamos a Ponferrada (donde se espera una buena representación lucense gracias a una iniciativa del club que aplaudimos) y el domingo recibimos al Alavés (no es para nada descartable que volvamos a perder). Nadie dijo que fuese fácil, así que disfrutemos del camino.
Imagen principal: Óscar Cela, La Voz de Galicia.
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