Hemos pasado ronda en la Copa del Rey, y lo hemos hecho además ganando en el campo de todo un Córdoba, un recién descendido de Primera al que se le supone, como el valor de los soldados que no han entrado aún en combate, la categoría suficiente como para ser uno de los gallitos de esta incipiente temporada que recién ha arrancado en la Segunda División. Además, lo hemos hecho confirmando las expectativas que este nuevo Lugo ha ido apuntando en las tres primeras jornadas de Liga, mostrando que fuera de casa no tenemos la intención de seguir siendo las madres que eramos en temporadas pretéritas. El compañero lugoslavo @Monstruoki celebraba, con un punto de sana ironía, en Twitter la victoria recordando que esta victoria a domicilio nos dejaba asolo un partido de igualar el registro de victorias a domicilio de la temporada pasada. Puede parecer un chascarrillo, pero no cabe duda de que la pertinaz capacidad del equipo de tirar partidos como foráneo nos alejó indiscutiblemente de poder aspirar a algo más la temporada pasada (ay, Setién, si algo te hubo que reprochar el año pasado deportivamente fue eso). Este año parece que los chavales y Milla están dispuestos a mejorar eso. Bienvenido sea.
El caso es que, mientras seguía el partido a través de las redes sociales (no se televisaba el partido, verbigracia de las plataformas televisivas que tanto maltratan la Copa hasta que aparecen los Primeras) entablamos un debate varios tuiteros lucensistas en torno a la oportunidad de los partidos de Copa para un equipo como el Lugo, que ni de lejos aspira a ganarla. Por un lado, valorábamos la mella que en una plantilla como la nuestra, con puestos doblados pero no excesivamente larga, podía hacer la competición del KO. Viajes largos no siempre con las mayores comodidades, posibilidad de lesiones inoportunas, cansancio extra, una roja directa que se arrastre a la Liga… razones todas ellas que hacían que algunos, con mucha lógica, viesen la Copa más como una distracción inoportuna que una oportunidad de reinvindicarse. A todo esto oponía yo, con más corazón que cabeza he de reconocer, la ilusión del equipo humilde, tener a los menos habituales enchufados y oye, quien sabe, la posibilidad de avanzar las rondas suficientes como para que te llegue a tocar un Primera, los aficionados nos demos un gustazo y el club haga su agosto tardío con el taquillazo si, llegado el caso (¿os lo imagináis?) un grande nos tocase en suerte y tuviese que visitar nuestro particular Anfield Carro. Imaginaos una eliminatoria contra un Depor, un Celta o un Sporting, por no ponernos soñadores y pensar en un Madrid, un Barça, un Atlético, un Valencia… No estaría mal, ¿no?
Y es que ahí está el quiz de la cuestión. ¿Qué debe hacer un modesto, un modestísimo como el Lugo, con la Copa del Rey? Milla dejó su pensamiento claro en la rueda de prensa previa al desplazamiento a tierras andalusíes: la Copa es una maravilla y no la vamos a tirar, pero tampoco vamos a arriesgar innecesariamente. Chapeau. Y además, unió los hechos a las palabras reservando a jugadores clave como Caballero o Iriome, pero ni mucho menos supuso esto viajar a Córdoba para hacer turismo, como posteriormente se demostró. 0-1, Joselu que se estrena y a esperar sorteo.
Reconozco que es complicado mantener la balanza en estos casos. De hecho, lo más fácil era lo del miércoles, que simplemente consistía en hacer lo que Milla hizo, es decir, no arriesgar a nadie, plantear el partido seriamente dando chance a los menos habituales y ver qué pasa. Pero ahora que hemos pasado de ronda, cada nueva eliminatoria aumentará la ilusión de los aficionados, las ganas de los jugadores y las expectativas de los directivos. Porque ahora viene una nueva ronda, y en función de quien toque podemos pensar incluso en pasar a la siguiente (el año pasado estuvimos a un penalti de apear al Betis y entrar con los Primeras). ¿Seguiremos aceptando el discurso de que la Liga es lo primero o nos empezará a picar el gusanillo de convertirnos en el nuevo Numancia, el nuevo Alcorcón o el nuevo Mirandés? ¿Seguirá Milla reservando o también querrá probar suerte?
A mi la competición de Copa me gusta, a pesar de lo que la maltrata esta Federación con continuos cambios en su normativa que siempre favorecen a los grandes, el sindiós que supone no saber dónde se va a jugar la final y los horarios infames de los partidos. Me gusta quizás por la querencia que tengo por el fútbol inglés, donde cada año equipos de Premier caen ante semi-amateurs que le dan salsa a la competición, y me gusta por los equipos humildes, como el Lugo, que cada año tienen su momento de gloria eliminando a algún Primera incauto. Me gusta, sobre todo, porque son eliminatorias en las que puede pasar de todo (a pesar de que los enfrentamientos a doble partido le quiten gran parte de la emoción, y no seré yo el que renuncie a la posibilidad de que el Lugo viva uno de esos momentos).
Lo nuestro es la Liga, cierto, consolidarse en Segunda y ver qué viene luego, sin volvernos locos, pero no puedo evitar soñar con una noche de Copa en el Anxo Carro, con el campo lleno, buscando la épica en un córner o aferrándonos a un penalti, porque la ilusión muchas veces es la gasolina de los pequeños, y vive Dios que es tan solo un poco, un poquito más de ilusión lo que hecho de menos en este Lugo. Crecer también significa ir tomando, poco a poco pero sin miedo, mayores cotas como meta. No, este año no vamos a ganar la Copa, puede que nunca lo hagamos, sería lo más normal, pero imaginaos simplemente llegar a dieciseisavos, o a octavos de final, y que en un córner Caballero le gane el salto a Piqué y bata a Ter Stegen. Imaginaos ese Anxo Carro estallando. Al final diríamos a la Copa del Rey lo que le decía el borracho al vino: “te perdono el mal que me haces por lo bien que me sabes”. Sería incómodo para la Liga, sin duda, pero menuda incómoda ilusión.
Foto: elprogreso.
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