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Tócala otra vez, Pita

por Denís Iglesias 24 agosto, 2015
Tiempo de lectura: 3 minutos

Esta es la historia de un hombre cualquiera
que una tarde marchita de domingo
pegado al transistor, sufre y espera
a que den el resultado del partido.
Suena un tango que aflora
entre las equis, los unos y los doses traicioneros
del equipo local
que con mas clase sin embargo ha perdido
demoliendo tanta terca ilusión
dinamitando tantas torres de naipes, tantos sueños
del quinielista pobre que tendrá
que volver a la fabrica de nuevo

El relato que encabeza esta reseña pertenece a Inventario, el primer álbum de Joaquín Sabina. Cuando era un poeta y no se había dejado arrastrar por la madurez mal llevada. Es una pieza imperdible, contada desde la óptica de un aficionado al fútbol. Nadie mejor que un seguidor del Atlético antiguo, precholista, para encarnar la sangre que se suda en cada jornada más allá del Olimpo. El Tango del quinielista volvió a sonar en cada campo. En primera lo hizo para evidenciar el trágico escenario de sequía en el que se mueve el fútbol de élite. En Segunda se escuchó para expresar las primeras angustias y alegrías de una categoría que promete dar más emoción que el primer escalafón. Ya no es ninguna novedad.

El Lugo completó sus primeros pasos. Había mucha expectación. Los que quisieron ponerle la zancadilla al nuevo proyecto se removieron en sus asientos. Los que bailaron desde un comienzo con la era Saqués se mostraron satisfechos, pero conscientes de que esto sólo ha sido una media vuelta. El equipo de Luis Milla demostró que danza mejor suelto que al “agarrado”. Se adelantó en dos ocasiones, pero fue incapaz de defender las ventajas. El Real Oviedo cortó de raíz la muiñeira y acabó con un xiringüelu que puso a los rojiblancos contra las cuerdas.

Partido complicado. El regreso de los ovetenses al fútbol profesional era suficiente aliciente como para que no convirtiesen el partido en una suerte de lances desafinados. Luis Milla, con Setién en la grada, sacó un once que mostró competitividad desde el pitido inicial. Atrás quedó la imagen de ese Lugo apático a domicilio que tantos puntos se ha dejado por el camino en temporadas anteriores. El equipo asturiano no es un recién ascendido al uso y buena fe dio de ello. Hizo correr a la defensa lucense. El ex rojiblanco Héctor Font demostró que todavía está en forma y puede ser uno de los jugadores importantes de esta Liga.

Pero amigos, si algo hay que destacar es la resurrección de Carlos Pita. El muchacho de los rótulos debió quedarse anonadado con su gol, que le acabó llamando Javier. Volvió a ser el timonel como antaño. Domó el esférico, templó la posesión y anotó, sin lugar a dudas, el mejor tanto de la jornada en la categoría de plata. Recorte, quiebro, descalabro en la defensa y zapatazo por toda la escuadra. Otra vez ojipláticos ante la clase de un futbolista escurridizo que firmó una pasada temporada sombría.

Viejos valores

Apareció Jonathan Vila para apagar la fanfarria desplegada por la parroquia lucense. Erró la defensa en una jugada a balón parado. La estrategia todavía no está dominada y es lógico en un equipo con tantas caras nuevas. De todas ellas, se espera mucho de Sergio Marcos, incapaz de sellar un estreno en condiciones. Queda tiempo. Los rookies tienen un voto de confianza. Mientras, los viejos valores cotizan al alza. Que se lo digan a José Juan, titular por casualidad por la baja de Roberto. Eclipsó a todo un Esteban en la meta contraria con intervenciones que acabaron salvando los muebles. Un año más, sana competencia en la portería.

En la sección de buenas noticias también se cuela Pablo Caballero. El Lugo este año tiene gol. Cierto es que no posee recambio, pero ver a un jugador entrar al remate sin titubeos y tocarla con sentido es todo un placer. El hombre que concedió el ascenso al Sporting, repitió frente al Real Oviedo, por lo que su condición de persona non grata en la capital del Principado parece evidente. Linares, máximo realizador en Segunda B el año pasado, mandó a la red un pase de Borja Valle. Salió mal el último número. Justo en los últimos compases del tango el Lugo pisó a su pareja y esta le devolvió una colleja con el ceño fruncido. Quedan melodías por interpretar y la orquestra todavía afina. Así que, tócala otra vez Pita. Te estábamos esperando.

Foto: LFP

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