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Dealbert, el ‘orellut’ que se convirtió en líder cosaco

por Denís Iglesias 9 agosto, 2015
Tiempo de lectura: 6 minutos

“Pam Pam Orellut!, ¡el València ha perdut!”. Este es uno de los gritos de guerra más antiguos del fútbol español. Pertenece al inmortal Castellón, un club histórico fundado en 1922. Un equipo que lleva agonizando injustamente en Tercera desde la temporada 2011 / 2012, categoría en la que el Lugo buceaba no hace tanto. El nuevo fichaje rojiblanco no podría entenderse sin la entidad blanquinegra. Ángel Dealbert, futuro líder de la zaga, nació y maduró en Castalia. El Pam Pam Orellut es el himno oficial del Castellón. Orellut significa en casellano orejudo y el origen de este apodo se remonta a los años 20, en los que brilló Pepe Alaga, considerado el primer gran ídolo del equipo castellonense. Un arquero felino imposible de batir para los arietes de la época, nada remilgados, dispuestos a meter la pelotita con los dientes si la situación lo requería.

Alanga era un tipo supersticioso. En todos los partidos colocaba de modo minucioso un elefante de ébano detrás de su portería. Una mascota-talismán que le había traído un familiar de África tras participar en la guerra. A partir de ahí se empezó a popularizar el término orellut, cuyo segundo origen está en la figura de Jaime Varella, un aficionado del Castellón con unos pabellones auditivos que ni el Pazo dos Deportes. Un popular hincha que era objeto de sátira por sus orejas pero alabado por su amor a los colores.

Dealbert es un orellut. No por el tamaño de sus tímpanos. Su origen es blanquinegro. En Castalia vivió unos años mágicos, ya con el Villarreal en plena ebullición, un equipo fundido a base del talonario de Fernando Roig, dueño de Pamesa. parte de Mercadona y otras tantas empresas. Un perfecto ejemplo del tipo de persona que controla este deporte. El nuevo zaguero del Lugo nació en Benlloch, una localidad de poco más de 1.000 habitantes situada en el centro de la provincia de Castellón. Una villa famosa -entre otras cosas- por sus turrones artesanos.

Dealbert, con el brazalete de capitán del Castellón | Marca.

Recién cumplida la mayoría de edad, Dealbert debutó con el filial del Castellón en la temporada 2001 / 2002. Ahí, el ‘B’ era el que estaba en Tercera División, sólo un escalón por debajo del primer equipo. Esa misma temporada el zaguero consigue estrenarse en la categoría de bronce. Jugó sus primeros minutos en un derbi autonómico frente al Benidorm. Eran los años de la burbuja inmobiliaria, de la que muchos equipos, sobre todo de la zona del Levante, se aprovecharon para erigir proyectos magnánimos, muy por encima de sus posibilidades históricas. El estallido de la crisis provocó el descenso y la pérdida de patrocinadores. El Benidorm fue un caso paradigmático. Sin las subvenciones municipales, se vio abocado a la desaparición tras convertirse en SAD, un modelo venenoso que ha puesto contra las cuerdas a nuestro fútbol en infinidad de ocasiones.

Un emperador en Segunda

Dealbert formó parte al año siguiente del equipo que se proclamó campeón del grupo tercero de la Segunda División B. Un conjunto comandado por José Luis Oltra, que había concedido apenas 17 goles en contra en toda la temporada regular, pero que fue incapaz de conseguir el ansiado ascenso a la categoría de plata. Tuvo que esperar Castalia hasta el curso 2004 / 2005 para ver la escalada de los suyos hasta Segunda División, una categoría en la que Dealbert se hizo fuerte a base de contundencia y colocación. Se perdió una decena de partidos en las cuatro temporadas que militó en esta división. Era imperial por arriba y por abajo luchaba con carácter frente a todos los delanteros, independientemente de su perfil.

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Su esfuerzo tuvo recompensa en 2009, cuando el Valencia de Unai Emery puso sus ojos sobre él. En 2004 había sido tentado por otro de los tiburones de este deporte, el depredador Dimitry Piterman, dueño del Alavés, que había conseguido convencer al jugador para sus delirantes aventuras. El Castellón consiguió acallar los cantos de sirena del magnate de Odesa, pero con el conjunto ché en liza, poco pudo hacer. Vistió la camiseta valencianista durante tres temporadas en las que fue de más a menos.

“Voy a sudar sangre”, dijo Dealbert en su presentación con el Valencia | EFE.

Logró convencer al técnico vasco en un principio, pero la llegada de nuevos actores para la zaga como Jérémy Mathieu, Ricardo Costa o Adil Rami le fue relegando a un segundo plano. Se convirtió en una pieza de recambio, un rol que no experimentaba desde sus primeros años en el Castellón. Aún así, consiguió acumular un buen número de minutos en Primera e incluso compitió en Champions y Europa League. No olvidará aquellos 90 minutos en Old Trafford el 7 de diciembre de 2010. Un día en el que dejó secos a Rooney y Berbatov, incapaces de batir a Guaita. Probó en sus carnes el fútbol del más alto nivel, con todo lo que ello implica. Su pasado es un agradecido expediente que seguro le ayudará a transformarse en uno de los jefes de la nueva camada lucense.

Líder cosaco

A los 28 años decidió dar un giro brusco a su carrera. Renunció a oxidarse como muchos otros jugadores hacen, asentados en el acomodo de los grandes equipos a pesar de no disponer de minutos. Algo así como una prostitución deportiva, en la que entregan su cuerpo al tiempo y esperan a que este lo devore con más gloria que pena. Al no contar con minutos en Valencia, Dealbert ficha por el Kubán Krasnodar de la Liga Premier de Rusia,un club alejado de los buques insignia del fútbol eslavo como el Spartak, Lokomotiv o las nuevas ententes del Zenit y el Rubin Kazán.

Krasnodar es una ciudad del sur de Rusia situada a las orillas del río Kubán, del que toma su nombre el principal equipo de la ciudad. Es tierra de cosacos, un pueblo conocido por sus peculiares danzas y que se caracteriza por tener una fuerte personalidad. Los cosacos han sido a lo largo de los siglos guerreros con destreza militar. Debido a sus alianzas con la dinastía de los Romanov, regente durante el Imperio Ruso, estuvieron bajo sospecha tras la Revolución rusa. Contestatarios por naturaleza, los habitantes de Krasnodar han conseguido aislarse del ruido que provocan los cambios. “Allí no hay medios deportivos. Los periodistas no van a los entrenamientos”, explicaba Dealbert en una entrevista con El Fútbol es injusto, para referirse a las notables diferencias que existen entre el fútbol español y el eslavo.

El Kubán Krasnodar es el equipo histórico de la ciudad. Fundado en 1928. Su presidente es Aleksandr Nikolayévich, quien también ejerce de gobernador del krai (unidad administrativa equivalente a una provincia). En los últimos años ha rivalizado en los últimos años con el FC Krasnodar, club fundado en 2008 por Sergey Galitsky, dueño de la cadena de hipermercados Magnit. Un equipo que ha tenido un meteórico ascenso a base de talonario.

En Rusia, Dealbert disputó más de 50 partidos y se convirtió en el indiscutible líder de la zaga cosaca. El Kubán Krasnodar consiguió jugar la Europa League, donde el defensa se midió a su ex equipo, el Valencia, en un duelo fraternal.

Dealbert, ante Hulk, casi nada | Winkio.

De Krasnodar a Emiratos; fin a la exploración del globo

El fútbol se deja llevar mucho por las metáforas, sobre todo relacionadas con el ámbito militar. El término que mejor se adapta al juego del de Benlloch es coracero. Este fue un tipo de jinete con sable que se hizo famoso durante las Guerras Napoleónicas. Los coraceros eran cuerpos armados que combatían en melé, otro término que ha adaptado el deporte. Eran batallas salvajes, descontroladas, en las que siempre se llegaba al cuerpo a cuerpo. Si de algo presume Dealbert es de su capacidad para estar donde circula el balón. No duda en ir al quite en cualquier acción y esa potencia le convierte en un seguro atrás.

El verano de 2014 volvió a introducir cambios en la biografía del jugador. Otra vez maletas y un billete hasta Abu Dabi. Dealbert respondió a la llamada de Luis García Plaza. Conviene especificar el segundo apellido para evitar confusiones. Este madrileño de 42 años se incorporó a la disciplina del Baniyas SC emiratí hace dos temporadas. Emprendió la búsqueda de un sueño, bañado en oro, lejos de casa. Dealbert se unió a la disciplina de un equipo en el que compartió vestuario con Joan Verdú, ex del Deportivo y Espanyol. Este año, la estrella del equipo será Joaquín Larrivey, el canchero que abandonó el Cela.

El episodio asiático duró año. El castellonense todavía tiene fútbol en sus botas y no quiere formar parte del cementerio de elefantes en que se han convertido las ligas de Extremo Oriente. Dealbert ha dejado el camino fácil para sumarse a la espinosa senda que afrontan equipos como el Lugo en Segunda. Tiene madurez. Busca vivir viejos tiempos con la ilusión de antaño. Bienvenido.

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