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Tres años y un día

por Borja García Varela 25 junio, 2015
Tiempo de lectura: 4 minutos

No puede pasar el día sin hacer mención a la final del Carranza, eso es así. Siempre merece la pena recordarla, hablar de ella desde la distancia y pensar en todo lo que conseguimos desde aquel veinticuatro de junio de 2012. Empezaba una aventura para todos y el prólogo de mi historia en Segunda lo escribió un tío de Ferrol en Ourense. Cuento pinceladas, que el partido ya lo vio todo el mundo.

Como soy un tío previsor, minutos antes de llegar al cuarenta y cinco yo ya estaba en la barra del chiringuito que montaron en la plaza de Augas Férreas el día del partido repostando las litronas de cerveza para evitar la aglomeración del descanso. Si no recuerdo mal andaba por allí David el Gordo. Pitan el penalti y Escalona lo para. Todo en orden pero con susto en el cuerpo. El caso es que Juanjo Serrano marcó el 3-1 y, después de pasarlas canutas, Manu desató a la masa. Esa es la historia. Historia que dio para un sinfín de acontecimientos.

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Por ejemplo, a raíz de eso, entré en VAVEL.com y fui conociendo además de a toda esta gente (ahora) lugoslava con la que guardo una muy buena amistad, a otros buenos amigos de fuera de Lugo. Me permitió entrevistar a gente como Belfortti, Setién, Seoane, Dani Mallo, gente del entorno del club…

El penalti de Manu lo recordará emocionado todo lucensista de bien como la cinta rota que el campeón rompe al pasar la meta, pero además dio también para que, tiempo después en una cena, Ramón hiciera unas declaraciones que quedarán para nuestra historia lugoslava. “Sei que non é o mellor momento para decilo pero a min non me gusta como tira os penaltis Manu”, sentenció palillo en boca y licor café delante luego de ver en la tele un reportaje sobre el ascenso.

¿Y qué más dio todo esto? Pues otorgó un apodo a la plantilla de aquel año que portará, con orgullo, de por vida. Los Héroes del Carranza. Por el momento solamente queda Pita vistiendo la capa rojiblanca. Está por ver Manu. Creemos que Víctor Marco no… Pero seguirán siendo Héroes del Carranza allá donde vayan, desde Isma López hasta Monti, desde Belfortti hasta Belencoso, Escalona, los enfadados Berodia y Quero, el gran Aitor, Javi Rey, Rubén García y hasta el menos querido Diego Rivas… Todos y cada uno de ellos.

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También permitió que entidades de categoría como Osasuna, Zaragoza, Valladolid, Betis, Villarreal, etc. pisaran el césped del Anxo Carro. Hasta ya Milla calentó el banquillo cuando la Selección sub-21 jugó un amistoso aquí.

Hay mucho que contar desde hace tres años. Mucha gente vistió -con más o menos gloria- la elástica rojiblanca. Óscar Díaz, héroe del primer año en segunda; Héctor Font, un bajito que jugó la UEFA (y que estuvo medio año sentado con una sinusitis); el regreso a casa ya con galones de Fernando Seoane; un fantástico y estiloso Vincenzo Rennella; Yoel, portero de primera; el canario Airam que marcó un hattrick al Xerez; un castigado Ernesto…

Aunque también hubo turbulencias institucionales desde entonces. Una conversión en SAD más costosa (en todos los ámbitos) de lo que se preveía, un Gerard López que aterrizó de manos de Bouso y Mouriz y que se fue con las manos vacías; discrepancias, rupturas en la afición gracias a todo este circo, incluso roces desafortunados con exjugadores del club… A ver si el asunto se va reponiendo poco a poco.

Pero si hay una cosa que me gusta por encima de todo es el sentimiento de lucensismo que, desde mi punto de vista, cada día crece un poco más gracias a esto. Me alegra ver orgullo y personalidad en el equipo y en la ciudad. Hay que estar agradecido, por supuesto, a quien dejó ese legado y también a quién lucho antes de que el cántabro llegara. Todos y cada uno pusieron su granito de arena y, por supuesto hay que acordarse de ellos.

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Ya veis, tres años que dieron para tantas cosas, para mil historias que aún se me quedaron en el tintero y para otras tantas que llegarán. Os cuento, al final, el prólogo de mi historia.

A la semana siguiente del ascenso me voy al Derrame Rock, a Ourense. Una de las bandas que allí actuaba el viernes era Loquillo y los Trogloditas. Bien, pues resulta que en un momento en mitad del concierto, el bueno de Loquillo gritó al público un desacertado “¡Viva Lugo!” en lugar de mentar la ciudad en la que estaba dando tremendo concierto. ¿Qué pasó? Pues que los lucenses que allí nos congregábamos le dedicamos una ovación tremenda y empezamos a cantar temazos del Anxo Carro.

El caso es que a mi lado estaba un tío muy majo de Ferrol que no conocía de nada y luego de preguntarme si yo era de Lugo me dijo: “Tío, lo bueno acaba de llegar. Vas a flipar cómo mola la Segunda División”.

¿Lo mejor? El bueno del hombre no se equivocó nadita. Siga así.

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