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Qué bueno que viniste

por Denís Iglesias 26 marzo, 2015
Tiempo de lectura: 3 minutos

Todo futbolero ha querido vestir la camiseta de un gran equipo cuando era pequeño. Así nos lo recordaba a diario el pegadizo tema ‘Astro da Bola’ del grupo portugués Despe e Siga. Un clásico del Xabarín Club que veíamos a la vez que devorábamos un bocadillo de nocilla mientras cogíamos a tientas un sobre de Panini para completar el álbum de la temporada. 

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En mi caso conducí el furor hacia tipos melenudos como Gabriel Batistuta u otros carácter complejo como Hristo Stoichkov o Romario, personajes que se recreaban con el balón y hacían de este deporte un completo espectáculo. Futbolistas sin límites que pasaban de la comunión con la afición al más puro enfrentamiento. Llámenles cancheros, díganles peloteros o simplemente capullos con magia. Sea como fuere, estos hombres eran -se encuentran en vías de extinción- la salsa de un deporte al que le falta picante, y donde los quilates han asfixiado el carácter y la pasión.

Pero el destino siempre guarda sorpresas, y gran parte de ellas vienen con la bandera albiceleste atada al pescuezo. Es indiscutible que en Argentina el fútbol se vive de otra manera. La locura se expande desde las gradas hasta las canchas, donde cada momento es una concentración de decibelios y frenesí difícilmente equiparables. Este caldo de cultivo hace que cualquier jugador criado en territorio argentino posea un carácter que rompe con la tosquedad del fútbol patrio.

En Lugo lo vivimos con jugadores como Claudio Monti o José María Belfortti ‘Melli’, profesionales que se enfundaron la elástica lucense como si fuese la de sus equipos natales. Como en todo hay excepciones, y la lucense estuvo en la figura de Diego Tonetto, un apagado avanzado que pasó con más pena que gloria por el Anxo Carro. En el mercado de invierno, un nuevo argentino recaló en la disciplina del CD Lugo: Pablo Caballero. Su origen era más bien incierto. Llegaba a la ciudad amurallada tras un paso infructuoso por la Superliga China. Antes había vestido camisetas como las de Racing de Avellaneda, Tigre, Guaraní (Paraguay), Ferrocarril Oeste y Almirante Brown. Su bagaje goleador no era alentador, y a priori parecía un refuerzo para el resto de delanteros del equipo lucense.

Su rendimiento hasta la fecha no puede ser más favorable. Tras un par de partidos de adaptación, Caballero firma los siguientes números: 3 goles en 6 partidos. Son los mismos que llevan Loló Plá y David Aganzo en liga y uno menos que Luis Fernández, sus tres competidores en la punta de ataque. Además, les ha ganado la titularidad sin estar a su mejor nivel físico. La fatiga es su fiel compañera en los finales de partido, pero antes de esta compañía, el avanzado de Totoras demuestra poseer dos cualidades indispensables para un delantero: buena colocación y lucha. No es el más rápido, pero sí otea el horizonte de los remates mejor que sus marcajes. Esta capacidad de anticipación le permitió anotar dos goles frente al Alavés que permitieron al Lugo acumular el quinto partido sin conocer la derrota.

Queda competición por delante, pero la incorporación de este y otros jugadores como Toni o  Diego Seoane -desgraciadamente lesionado- refutan el buen ojo de la secretaría técnica lucense para cubrir las carencias del equipo. En este siguen sin integrarse jugadores como David Aganzo, Jonathan Valle o Ernesto -reincidente-, futbolistas curtidos en mil batallas que no parecen ser capaces de afrontar nuevas lides.

Caballero cumple con el perfil de delantero espigado cuya testa es su mejor argumento. Se asemeja a otros exdelanteros del Lugo como Juan Carlos Belencoso -alias Belenklose o Belengol-, que sigue haciendo de las suyas en el fútbol de Hong Kong. Este rol es una garantía de éxito en un equipo que posee excelentes centradores por ambas bandas como David López o David Ferreiro, una virtud que tan sólo avanzados de la talla del argentino -valga la redundancia- pueden aprovechar.

Queda competición por delante, pero la incorporación de este y otros jugadores como Toni o  Diego Seoane -desgraciadamente lesionado- refutan el buen ojo de la secretaría técnica lucense para cubrir las carencias de un equipo, en el que siguen sin integrarse jugadores como David Aganzo, Jonathan Valle o Ernesto -este último reincidente- futbolistas curtidos en mil batallas que no parecen ser capaces de afrontar nuevas lides.

Foto: EFE.

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