Firma Invitada

Bienvenido Míster Marshall, por Borja Refojos (@BorjaRefojos)

por Lugoslavia 30 enero, 2015
Tiempo de lectura: 4 minutos

Os recibimos, americanos, con alegría

Olé mi madre, olé mi suegra y olé mi tía

Por fin es oficial. El americano ya es futbolista del CD Lugo. Dos semanas entrenando con el equipo después y tras una buena cantidad de rumorología variada y dimes por aquí y diretes por allá, Antonio Rodríguez Dovale, Toni, ya es albivermello. Un emigrante retornado, un gallego de principios del siglo XX a principios del XXI, la alegría de una afición que esperaba como agua de mayo una buena noticia que llevarse a la boca, en vistas de la regular trayectoria del equipo últimamente.

Y es que si hay algo que suele poner contentos a los aficionados, al margen claro está de que su equipo gane, son los fichajes. Da igual quién sea, da igual lo que valga. Poco importa si es un brasileño proveniente del Atlético Paranaense, un serbio de la Vojvodina o un coruñés desde el otro lado del charco. Caras nuevas, ilusiones nuevas. Sobre todo en el mercado de invierno y cuando el equipo necesita una reacción.

E ti, ¿de quén ves sendo?

Pero, “¿quién es Toni y qué puede aportarle al CD Lugo?” “He leído que en Vigo no se comía ni los mocos” “Si se fue a Estates hace un año, ¿cómo es que vuelve tan pronto?” A modo chavalotes, estas incógnitas están fundamentadas e intentarán ser despejadas. Que Toni no es el futbolista más glamuroso del planeta está claro. Que cuando era un chaval y estaba en La Masía soñando con jugar en el FC Barcelona apuntaba unas maneras que no terminaron de concretarse, también. Pero no es ni un juguete roto, ni mucho menos un paquete, como alguna vez se ha podido leer/escuchar.

Para empezar, Toni es un futbolista de marcado carácter ofensivo. Un jugador que puede actuar en cualquiera de las dos bandas o incluso por el centro. Buena técnica y mucho dinamismo. Es hábil en las conducciones y tiene intuición en el juego sin balón. La paja mental de Luis Enrique pensando que podía convertirle en el nuevo Jordi Alba le perjudicó. Mucho. Tanto que acabó significando su salida definitiva del Celta.

Toni venía progresando poco a poco en el club celeste. Debido a su juventud y a la escasez de minutos, salió cedido en el mercado invernal de la 2010/2011 al Huesca. Un exilio muy valioso para el coruñés, ya que pudo foguearse en Segunda y además ser clave en la permanencia del equipo aragonés. Al año siguiente volvió para jugar 30 partidos en el Celta del ascenso, siendo determinante en el tramo final de la temporada y ganándole la titularidad a todo un Quique De Lucas, que además de ser guapísimo, en aquella época era toda una institución en Vigo.

El primer año en la Liga BBVA volvió a verse frenado, pero la llegada de Luis Enrique, la temporada pasada, parecía el trampolín hacia la consolidación que tanto tiempo llevaba esperando el Chiki (mote ridículo por cierto). Y así fue, los problemas para encontrar un lateral zurdo de garantías hicieron que el asturiano apostase con fuerza por la reconversión de Toni a esa posición. Los experimentos con gaseosa no suelen salir bien en el fútbol de élite y el trampolín no le llevó al estrellato, sino a estrellarse. Muchos problemas defensivos, sobre todo para proteger su espalda y a la hora de guardar la línea, fallos que provocaron goles, malos partidos… El chico acabó por convertirse en el punch ball de la grada. Cada pelota que tocaba en Balaídos era un runrún. Llegó la ansiedad, el poner 30 centros por partidos cortos y a media altura, las prisas. Finalmente Luis Enrique decidió meter a Jonny en esa posición y, con la misma vehemencia con la que apostó por Toni, le relegó a la grada.

Este ostracismo precipitó la salida del coruñés del Celta. De nuevo en un mercado invernal, hace ahora un año, Toni hizo las maletas y se fue a hacer las américas. Desde luego que había muchas ciudades más atractivas que Kansas City para vivir, pero el emigrante se instaló en la Puerta del Oeste, en el medio y medio de las barras y las estrellas. Puede que allí no encontrase el glamour de otras urbes, pero se encontró con algo mejor: a sí mismo como futbolista. El gallego tuvo mucha participación en el Sporting Kansas, siempre como extremo o interior, dejando un buen recuerdo a esos entrañables marulos con camisas de cuadros y afición por la cerveza con sabor a pis y las jaris con palos de billar en un bar de música country.

Como en casa en ningún sitio

De nuevo el mercado de invierno ha sido el pasaporte de Toni. Esta vez de regreso a casa. Dos semanas entrenando en la ciudad de la Muralla y la apuesta pública de Setién por él, le han hecho decantarse por vestir la albivermella. Ciudad tranquila y a una hora de casa. Calidad de vida. Además, a pesar del tute que lleva encima, Toni todavía tiene 24 años, por lo que le queda mucha vida futbolística y un amplio margen de mejora.

Setién ya dijo que si fichaba iba a jugar mucho. Toni puede darle esa aceleración en el tramo final de campo de la que a veces adolece el Lugo. Esa marcha más en un equipo demasiado plano en ocasiones. Dinamismo. El coruñés juega a mucha velocidad, tiene ritmo y puede ser desequilibrante. No será solución para los problemas con el gol o la clarividencia del último pase, pero seguro que será la agitación necesaria para imponerse en los partidos. Ese céntimo que le falta a veces al Lugo para llegar al euro. Pero, sobre todo, un chico de la tierra que fácilmente se identificará con la camiseta y con el escudo, y más después de vivir un año al otro lado del Atlántico. Ahora es le toca a él intentar transmitir la alegría de su juego a la grada para que, de verdad de la buena, los albivermellos podáis “recibir a Míster Marshall con alegría” y, por qué no, poder cantarle aquello de “olé tu madre, olé tu suegra y olé tu tia”.

Comparte:

Deja un comentario