Artículos

Genialidad táctica

por Daniel Martínez Baniela 24 octubre, 2014
Tiempo de lectura: 4 minutos

Estimados amigos y vecinos, lucenses y lucensistas todos, las redes sociales en general y Twitter en particular han sido, son y serán un hervidero de expresiones, “palabros” y frases hechas que solo tienen significado si el interlocutor al que se las soltamos se mueve también en ese mundillo, o de lo contrario te arriesgas a quedar como un lerdo. Imaginaos que, por un momento, os presentáis ante vuestro jefe, vuestra tía Aurora o mismamente vuestra pareja y le soltáis, sin que sepan de que va la vaina, algo del tipo “OLA KE ASE”. El aludido, claro, se os quedaría mirando pensando si sois tontos o le habéis dado a la botella antes y más de lo habitual. Si se lo mandáis en un sms o en un whatsapp, escrito con las faltas de ortografía antes descritas y que no son tal porque la gracia, en parte, consiste en escribirlo así, directamente pensarán que te falta un verano, o dos. Por eso, antes de seguir, voy a explicaros, sucintamente, qué carajo es eso de una “genialidad táctica” y por qué titulo así este artículo de hoy.

El concepto de “genialidad táctica” surgido en Twitter y aplicado inicialmente al mundo del fútbol, aunque luego se haya generalizado y se utilice para todo, es una forma irónica de referirse a decisiones estrambóticas, erróneas o equivocadas. Por ejemplo, que el Levante tenga a un tipo de metro noventa y tantos, Diop, y lo ponga a sacar los corners en lugar de a rematarlos, es una genialidad táctica. Es la utilización de la ironía para denunciar un error, se podría decir.

Voy entrando en harina, que os dormís. El pasado sábado Setién decidió prolongar la titularidad de Dani Mallo bajo los palos del CD Lugo tras su partido en Copa. Se confirmaba, así, que el cántabro iba a utilizar, también este año, la rotación de los porteros, dándoles X partidos a cada uno. He de decir a este respecto que esta decisión de Setién es algo que entiendo poco y me gusta menos, ya que deja de lado los méritos de cada uno (José Juan y Dani Mallo) a la hora de decidir quien juega, sustituyéndolos por un “turnismo” como aquel del siglo XIX entre Cánovas y Sagasta para gobernar España. Así, nunca sabemos si el que está jugando es el que está en mejor forma de los dos, el que más le gusta al mister o el que mejor entrena, sino que juega, básicamente, porque le toca. Habrá quien me rebata diciendo que tal vez los dos están a un gran nivel y merecen jugar, o que, eliminados de la Copa, a Mallo, presunto suplente, le viene bien jugar partidos para tener ritmo, o que se fomenta así la competencia y que ambos estén a tope. No compro, pero bueno, para gustos los colores.

EL caso es que en Vitoria Dani Mallo jugó y tuvo la mala suerte de lesionarse. De lesionarse, además, para dos meses, lo cual es una putada para él, que no va a volver a estar disponible, mínimo, hasta el año que viene, pero más putada aún para el Lugo, que de repente se ve sin portero suplente (o titular) y con la necesidad de subir a un chaval, Cacharrón o Cedrón, del Juvenil. Ojo, del Juvenil, no del B, recordemos que no tenemos filial.

Y ahora, como diría Carlos Gegundez en la tertulia del pasado miércoles en Deportes Cope Lugo, es cuando el amigo Edward A. Murphy entra en escena. Y no, no es un portero británico que viene a ejercer de tercer guardameta, sino el científico que, con tanta sorna como acierto formuló la mítica “Ley de Murphy”, esa que a todos nos ha tocado comprobar alguna vez y que se cumple, si o si, de forma cabezona, y que se resume en eso de que si algo puede salir mal, saldrá mal, pero que en el caso del CD Lugo ocurre, además, con el agravante de reincidencia.

¿Os acordáis cuando el año pasado Mallo se lesionó, tuvo que salir José Juan, acabó también tocado y tuvimos que ir a Las Palmas con los dos porteros averiados y rezando para que ninguno de los dos se rompiese? Fruto de aquel apuro, desde el club pensaron, supongo, que a lo mejor era interesante contar con un tercer portero, un chaval joven que acatase sin mucho ruido su situación inicial de tercero en la lista de la portería y que, si progresaba, acabase siendo alternativa a José Juan y Mallo. Y vino, efectivamente, Jon Ander Serantes, chaval curtido en Lezama y que, por lo que le vimos en la pretemporada, apuntaba maneras, muy ágil y valiente a pesar de no ser efectivamente muy alto. Y a todos nos pareció una decisión prudente y acertada. No íbamos a repetir el error de quedarnos sin portero. Bien.

¿Bien? Pues no. En una decisión creo que mal tomada y peor comunicada, el CD Lugo decidió, sobre la bocina del mercado de fichajes, ceder a Serantes al Léganes. ¿El motivo? Pues miren, ni idea, porque nadie explicó tal decisión, y pensar que se le cedió para que tuviese los minutos que le iban a faltar en Lugo es, como poco, de ingenuos, toda vez que Queco Piña es titular indiscutible entre los pepineros… Sea como fuere, el Lugo se quedó, de nuevo, sin tercer portero.

Y ahora se lesiona Dani Mallo. ¿Habría que tenerlo previsto? Obviamente, eso es imposible, las lesiones no vienen con preaviso, pero dice un amigo mío que ser dirigente es, básicamente, ponerse siempre en el peor de los casos, y la eventualidad de que un portero se te lesione, sobre todo cuando, según la “doctrina Setién”, ambos van a jugar mucho, lo que aumenta las posibilidades, tiene que estar contemplado como una opción y, en consecuencia, con una solución también prevista. Nosotros fichamos a Serantes para luego cederlo. Y ahora nos acordamos de él. Lo dicho, una genialidad táctica.

Comparte:

Deja un comentario