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No es ciudad para fútbol

por Daniel Martínez Baniela 7 agosto, 2014
Tiempo de lectura: 5 minutos

Queridos amigos y vecinos, el otro día estaba echando una ojeada a mi TL de Twitter (el TL es el “timeline”, para los que no conocen la red social del pájaro azul) cuando me tropecé con un tuit del inefable Manuel Cordido (saludos, Manolo, ¿este año también estás acreditado como Prensa en el Anxo Carro?). El tuit en cuestión, del 5 de Agosto, daba unos datos que a mi, personalmente, me parecieron brutales. Brutales y también un poco vergonzosos, para que negarlo. Indicaba que, a esa fecha, el CD Lugo llevaba 1.568 abonados. La Ponferradina, en una ciudad con cerca de 30.000 habitantes menos, llevaba 2.754. Soy de letras, pero os voy a ahorrar la molestia de que saquéis el móvil para calcular la diferencia: en Ponferrada nos aventajaban en 1.186 abonados. Casi nada. Es algo a lo que llevo dando vueltas desde que resido en la muy noble ciudad de Lugo. Es algo que escapa a mi conocimiento y a mi entendimiendo. Me refiero, lógicamente, a la extrema dificultad que tiene el club rojiblanco para atraer nuevos aficionados, nuevos abonados. Mientras el equipo penó por Segunda B lo atribuí a lo poco atractivo de la categoría, de los rivales y de los jugadores que jugaban cada quince días en el Anxo Carro. También al frío que hace en invierno, a lo incómodo del campo (gracias, sucesivos gobiernos de la Xunta, por tener tan bonito el Anxo Carro, y tan arregladito) y al coñazo de bajar hasta el río al fútbol. Excusas más o menos válidas pero que me iban valiendo para explicar las paupérrimas afluencias de espectadores. Es verdad que hace un frío del carajo en invierno, que el estadio es una calamidad y que los accesos son poco menos que tercermundistas, cruzando la Nacional – VI como jabalíes, que un día va a haber una desgracia pero, seamos serios, si te gusta el fútbol y tifas por el equipo de tu ciudad, todo lo anterior son nimiedades. Un par de cervezas en el Vilacoba (¿os hemos dicho que es nuestra sede social?) y a tirar millas. Con el equipo en posiciones de ascenso a Segunda el equipo vivió un repunte de masa social, y las eliminatorias de ambas temporadas se vivieron con el Anxo Carro luciendo muy buenas entradas, casi lleno. En el ya histórico partido del Carranza, la ciudad se volcó atestando la Plaza de Augas Férreas, bares y salones de pisos de colegas para ver por la TVG el milagro del ascenso. Y yo, iluso de mi, pensé: “Ahora si, ahora el Lugo ha prendido definitivamente en Lugo”.

Me equivoqué, como casi siempre. En la primera temporada del Lugo en Segunda División veinte años después, la segunda en toda la historia de la entidad, se notó un ligero repunte en las entradas y en los abonos, pero lejos del boom que se esperaba con el retorno al fútbol profesional. Más de lo mismo el año pasado, acuñando una expresión ya clásica cuando alguien te pregunta si había mucha gente en el campo, “os de sempre”. Y ese “os de sempre” se cuantifica, de forma empírica ahora que por fin hay tornos y el dizque speaker del Lugo se desgañita en decirnos cuantos somos, en una cifra que baila entre los 3.500 y los 3.700 aficionados. Incluso podría asegurar que la oscilación depende de los aficionados que vengan del otro equipo. El día de la Ponferradina, alguno más; cuando viene el Sporting, bastantes más. Y claro, cuando viene el Deportivo de La Coruña, medio campo más, aunque ese día parece que todo lucense es del Lugo y todos tienen derecho a una entrada. Pero sólo ese día. Sea como fuere, el CD Lugo tiene un problema evidente en ese aspecto. Ha sido incapaz de enganchar a los ciudadanos con su proyecto, de que la gente que no es se haga del Lugo y de que la gente que lo es arrime un poco el hombro y se haga abonada, o al menos vaya regularmente al campo pagando su entrada, incluso atravesando el mejor momento deportivo de su historia. No sé los términos en los que el misterioso empresario anónimo, pero que todos conocemos y que puso la grada de fondo sur, negoció su explotación con el Lugo, pero bien le pudo aprovechar la visita del Depor, porque el resto de la temporada lució prácticamente vacía, esqueleto de multitudes, llegando a rellenarse con invitaciones a colegios de la provincia (por cierto, a veces animaban más los críos que el resto del campo, pero de la piperización del Anxo Carro hablaremos otro día). La Tribuna y Preferencia raramente muestran algo más que media entrada, a veces menos, e incluso el revoltoso fondo norte muestra calvas en las esquinas. El Lugo no conecta con Lugo.

Y las excusas se acaban. Los precios de los abonos son de los más baratos del fútbol profesional español y este año, si llevas contigo a alguien que quiere hacerse abonado, te descuentan un 20% en la renovación de tu carnet. Mal que bien, las dos esquinas de Preferencia, antes descubiertas y consideradas General, se han cubierto y ya no se mojan. Y esto es la Segunda División, y este año van a venir un carro de equipos ex-Primera, con jugadores que hasta hace poco veíamos por la tele, y… pero los números de abonados suben tan lentamente que desespera, no se ven colas para cambiar sitio y tampoco se adivina movimiento en la ciudad ni excesivo fervor rojiblanco. Espero equivocarme, pero la sensación es que no se van a superar las cifras de abonos del año pasado, y seguramente tampoco la asistencia media.

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Es cierto que la ciudad siempre se ha identificado más con el baloncesto, que el Breogán ha dado más alegrías y que la pasión por unos colores se tiene o no se tiene, pero no sale de un día para otro. Al que no le gusta el fútbol no le va a nacer la afición porque el equipo de su ciudad ascienda, pero me niego, sinceramente, a creer que en Lugo (y su provincia, ojo, que viene gente de fuera de la ciudad) no haya más de 3.500 aficionados a los que le gusta ver a su equipo cada quince días. No soy nadie para pedir nada, la cosa está dura para todos y el dinero no aflora en los árboles, pero tampoco veo mejor plan para la tarde del sábado o del domingo que bajar al buen y viejo Anxo Carro a pegar cuatro voces, insultar al árbitro, gritarle a Seoane que tire a puerta o a Manu que no le ganen la espalda. El Lugo nos da alegrías, aunque no nos demos cuenta, casi a diario. Me niego a pensar que Lugo no es ciudad para fútbol.

Foto principal: LFP

Foto cuerpo: CD Lugo

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