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Un reajuste necesario

por Ramón Rivas 28 octubre, 2018
Tiempo de lectura: 5 minutos

A la 1 y pico de la madrugada de este sábado, horas después de la derrota frente al Cádiz y con el cuerpo todavía caliente, el Club Deportivo Lugo emitía un escueto comunicado en el que informaba de la destitución de Javi López como entrenador del conjunto rojiblanco. De la estrategia comunicativa del club hablaremos otro día porque da para capítulo aparte, pero no es de recibo hacer semejante anuncio a semejante hora, con todas las redacciones de los periódicos evidentemente cerradas y con la práctica totalidad de tus aficionados evidentemente durmiendo. Pero bueno, no hay para más. La presentación ridícula de ayer de las categorías inferiores y clubes asociados es el enésimo esperpento que se suma a una lista de chapuzas que ya parece interminable. Los 3700 y algo que ayer estábamos en el Anxo Carro sabrán bien de lo que estoy hablando.

Todos estos asuntos, si bien es necesario reconocer que ya vienen de lejos, habían quedado habitualmente en un segundo plano gracias a la dinámica del equipo, casi siempre en estos años con una estabilidad y rendimiento aceptables cuando no por encima de lo previsible. Sin embargo, y como ya veníamos barruntando, las cosas se han puesto complicadas. Y cuando el barco naufraga, toda la porquería sale a flote. Hace apenas 15 días era Emilio Viqueira quien pedía tiempo para Javi López e insinuaba que gran parte de los males que afectaban al Lugo procedían de la excesiva presión que la masa social del club ejercíamos mediante las redes sociales, y hoy ya solamente quedan un entrenador incapaz con la carta de despido en la mano y un director deportivo muy tocado, cuya piedra angular del proyecto y apuesta exclusivamente personal no ha durado más de 11 jornadas. Por si esto fuera poco, el rendimiento de la mayoría de los fichajes realizados por Viqueira está dejando muchísimo que desear, y si algo está salvando al equipo de la debacle es el paso adelante que han tenido que dar muchos jugadores de la vieja guardia, con Carlos Pita como máximo exponente. Pero claro, esto no deja de ser lo normal cuando te dedicas a ser un mero intermediario entre una agencia de representación y un club. Esto, por cierto, ya lo denunciamos antes del advenimiento del nuevo director deportivo, y el que no nos crea que tire de hemeroteca. Ah, y antes de que se me olvide, Viqueira tiene contrato hasta 2022. De esto también hay un responsable.

Pero vayamos a lo futbolístico o, mejor dicho, a la ausencia de lo mismo. Porque también de justos es reconocer que la imagen mostrada por el equipo en los tres primeros compromisos ligueros no hacía ni mucho menos presagiar una caída tan pronunciada del rendimiento a partir de ese momento. Aunque con resultados dispares -derrota con el Málaga, empate en Granada y victoria frente al Numancia- y salvando momentos concretos de los partidos que el Lugo pagó muy caros en forma de goles en contra, la propuesta del Lugo parecía atrevida, con una apuesta clara por la posesión en campo contrario, con laterales muy largos, delanteros móviles y un gran volumen de ocasiones. En el debe quedaban la solidez defensiva y la efectividad de cara a puerta, dos aspectos (especialmente el primero) que se confiaba que con el paso de las jornadas fueran mejorando sustancialmente.

Desde la visita al Metropolitano el equipo no volvió a ser el mismo

Sin embargo, desde la visita al Metropolitano el equipo no volvió a ser el mismo. En aquel partido, que se puede calificar de insulto a todos los que nos dignamos a aparecer en Madrid un lunes a las 9 de la noche -no por falta de acierto, sino por ausencia de carácter, actitud y competitividad- algo se rompió en el vestuario albivermello. Más preocupante todavía fue la actitud del entrenador en sala de prensa, que ya dio muestras de ver escenarios irreales en un partido en el que el Lugo no pasó de ser un cromo en manos de un valiente y atractivo Rayo Majadahonda. A partir de ese momento, y dejando los siempre condicionados encuentros coperos a un lado, el equipo sumó sendos ridículos frente a Oviedo, Elche y Cádiz y partidos absolutamente planos ante el Mallorca, el Tenerife y el Nàstic, obteniendo de todos ellos dos empates y una victoria. Sobresale, en medio de este maremágnum, una solvente y sólida victoria por 0-2 en La Romareda, partido que no pude ver y del que por tanto no voy a opinar.

Mientras todo esto ocurría, fuimos descubriendo a un técnico incapaz de establecer un modelo de juego o un esquema medianamente reconocibles y efectivos, pero también de mantener algo de coherencia o sentido en lo que a alineaciones y convocatorias se refiere. Más irritantes para mí lo eran sus ruedas de prensa, en las que siempre se mostraba tranquilo y parecía haber visto multitud de cosas positivas donde el resto sólo apreciábamos desastre. Sin ir más lejos, la de ayer frente al Cádiz. No es sostenible decir que has sido mejor en la primera parte cuando a partir del minuto 15 te has dedicado a correr detrás del balón en tu casa ante un equipo que, no lo olvidemos, transita en la zona baja y cuenta con una de las propuestas más conservadoras de toda la categoría. Del segundo tiempo creo que no es necesario comentar nada. Penalti aparte, no recuerdo un miserable tiro a puerta en 90 minutos de partido. Por primera vez, el público se hartó y pidió la cabeza del entrenador. Él salió tan convencido a rueda de prensa, a dar su típica argumentación. Seguro que no se esperaba la que le venía. Casi por primera vez, respaldo completamente la decisión del consejo de administración. No es de recibo comerse una hora de coche bajo la lluvia y dos horas de frío infernal para ver semejante mierda y que además parezca que todo va sobre el guion. Se me estaban pasando las ganas de bajar al campo. Ya me han vuelto.

Sería de ilusos pensar que con la marcha de Javi López quedan resueltos todos los problemas del Lugo

Sin embargo, sería de ilusos pensar que con la marcha de Javi López quedan resueltos todos los problemas del Lugo. La temporada pinta mal, y lo de la salvación como objetivo primordial se ha vuelto este año más real que nunca. Aquí uno que la firmaba hoy mismo. A falta de ver quién será el nuevo entrenador, lo que parece claro a estas alturas es que Emilio Viqueira tendrá muy poco peso en la decisión. El presidente traerá al técnico que quiera o pueda traer, y el director deportivo queda muy tocado tras esta destitución que también es un mensaje claro para él y sobre todo un duro golpe a su línea de flotación. En lo que a mí respecta, si su objetivo es repetir la obra que construyó en sus dos últimas temporadas en Tarragona, se puede volver por donde vino. Si me diesen la oportunidad de entrevistarlo, en vez de ofrecerle un masaje a buen precio, le preguntaría por el desenlace del culebrón Ramón Azeez, por cómo es posible que no se le encuentre acomodo en Segunda B a Guille Donoso, un jugador al que 5 meses le bastaron para marcar diferencias en la categoría, o le preguntaría qué demonios pintan Borja San Emeterio o Carlos Calderón en la plantilla del Lugo. Pero tranquilos, no me la van a dar.

Lo bonito de todo esto es reafirmarse otra vez en la idea de que ellos, todos ellos, están de paso. Unos vienen y otros se van, y los que hoy llegan son los que mañana se irán. Permanece una ciudad, una provincia entera y todos aquellos valientes que se atreven a mostrar su lucensismo lejos de Galicia, de Madrid a Girona, de Armenia a Argentina. Por eso el martes volveremos a bajar a nuestro templo bufanda en mano, porque el Lugo somos nosotros.

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