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La rebelión en el búnker de Marcelo Djaló

por Denís Iglesias 2 diciembre, 2016
Tiempo de lectura: 4 minutos

La del UCAM Murcia es una de las revoluciones del fútbol moderno en España. Un club fundado en primera instancia en 1999, ligado a la universidad privada que le da nombre. Tras varios años en Tercera desapareció en 2005 y resurgió en 2011 a golpe de talonario para, en menos de cinco años, plantarse en el fútbol profesional.

Se ha convertido en el primer equipo (en cuanto a categoría) de una ciudad que es un auténtico reino de taifas donde el UCAM intenta convivir el Real Murcia, histórico en horas bajas y el CAP Ciudad de Murcia, club de accionariado popular que nació de la antítesis de este modelo, el Ciudad de Murcia de Quique Pina, desaparecido en 2007 tras menos de diez años de historia. Una carrera igual de meteórica que el UCAM.

Este club joven ha apostado, sin embargo, por la veteranía para configurar la plantilla con mayor edad media de Segunda División: 29 años, igualando al Getafe, y casi cuatro años más que la del equipo que consiguió la heroica de subir a la categoría de plata. Fue en ese Baby UCAM donde el hoy central del CD Lugo Marcelo Djaló se quitó una espina. Murcia fue el oasis que salvó una temporada en blanco en el Girona.

Emilio de Dios: “Djaló es una primera opcion”

Djaló se reencontrará con el UCAM, donde tuvo que asumir el papel más complicado en el momento más decisivo: ser el reemplazo de Dani Pérez, sin actividad en el cuerpo y con la responsabilidad de tener que jugar un playoff de ascenso a Segunda División, categoría en la que no había conseguido debutar. Cumplió y celebró el ascenso junto a sus compañeros después de que el UCAM superase al Real Madrid Castilla. Y allí, o cerca, debió estar Emilio de Dios, director deportivo del CD Lugo, que dijo de él que era “una primera opción” en la lista de refuerzos.

Djaló, en su época como jugador del filial del Granada | Foto: EFE.

A principio de pretemporada, la pareja de baile titular para Luis cÉSAR estaba clara: por un lado, Carlos Hernández, el defensa más regular de la pasada temporada. En el otro flanco, el veterano Ángel Dealbert. El mercado de verano barajó las cartas. Aparecieron dos nuevos palos: Ignasi Miquel y el propio Marcelo Djaló. El primero, técnico, habilidoso y con pasado internacional en las categorías inferiores de la selección y formación en equipos como el Barça y el Arsenal. El segundo, pura fortaleza física, cedido en primera instancia para una compra en la segunda temporada por parte de la Juventus.

Djaló se mostró contundente desde pretemporada

Aquellos que pudimos seguir al Lugo en pretemporada definimos rápidamente al central barcelonés, con pasaporte bisaugineano, como contundente. Quizás, un subterfugio para evitar calificativos más agresivos. Algún compañero de grada susurraba que con alguien así en el campo, más de un partido el Lugo acabaría con diez. Y no por ser Djaló un destripador, sino por sus entradas sin mesura o por su incapacidad para no entrar con todo en cada lance. Atributos contraproducentes en un fútbol a veces protagonizado por titiriteros.

De Córdoba a hoy, un camino de mejoría

Luis César depositó desde el inicio la confianza en la dupla formada por Carlos Hernández e Ignasi Miquel, el único central zurdo de la plantilla. El CD Lugo entró en una espiral de goles a favor y en contra que hizo dudar al vilagarcián.

Diseñó un nuevo dibujo ante el Córdoba, frente al que Djaló consiguió su primera oportunidad. No fue su día. Un mal despeje sirvió el primer gol de los cordobeses de Rodri. Cometió el penalti que concedió el segundo tanto al atacante. Esta actuación le llevó a la sombra.

No reapareció hasta el partido de Copa ante el Tenerife, donde se contagió el apático espíritu del peor Lugo de toda la temporada. Le tocó volver a la sala de espera, junto a Dealbert, a la sombra de la dupla formada por Carlos Hernández e Ignasi Miquel. Pero llegó una inoportuna apendicitis del segundo y se produjo una auténtica rebelión en el búnker. En Lugoslavia incluso hicimos una encuesta sobre quién debería acompañar a Carlos Hernández: Djaló o Dealbert.

Luis César, que hasta la décima jornada había apostado por la continuidad en el eje de la zaga, no tuvo más remedio que armar un plan alternativo. Empezó poniendo a Dealbert, ante el Reus. Y volvió contra el Cádiz. Dos derrotas en dos partidos. Hasta el Carlos Tartiere, donde retiró a Carlos Hernández y al propio central castellonense para volver a situar a Djaló junto a Miquel, que retornaba en Oviedo.

Y ahí comenzó la eclosión de la fuerza controlada del central de 1,93, que ha crecido estas últimas cuatro jornadas como titular al lado de Miquel. No han sido las mejores en cuanto a resultados, pero en el aspecto individual, el cambio ha sido categórico. Frente al UCAM volverá a ser titular pero tendrá un nuevo compañero de viaje, Carlos Hernández, que sustituirá al sancionado Miquel. El central más regular de la pasada campaña y al que le ha ganado la partida en los tiempos recientes gracias a su buena colocación, rápido al corte, sosiego, visión… Parámetros se han inscrito en la cartilla de un jugador que ha subido por la escalera de la titularidad con paciencia, por encima de jugadores como Carlos Hernández, y que ahora espera que el propósito de enmienda se extienda al colectivo.

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