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Empate medio lleno

por Denís Iglesias 6 noviembre, 2016
Tiempo de lectura: 4 minutos

Un aficionado perezoso del CD Lugo, o que quiere espectáculo rápido, podría entrar en el campo un cuarto de hora al inicio y otro tanto al final del partido. Le bastará para ver un gol propio y un gol ajeno, un acierto y, en ocasiones, un error de cierre que deja al equipo con los deberes a medio hacer. La película del Tartiere, a diferencia de relatos anteriores, no deja tan mal sabor de boca.

Porque el empate sirve para cortar una racha de tres derrotas y se produce en unas circunstancias adversas. En un campo que presiona más que la media de la categoría; en un césped catatónico, que anuló el raseo del balón que le gusta al equipo rojibanco; y con un arbitraje permisivo, que mantuvo en el campo a Hector Verdés, el autor del gol del Real Oviedo y de un elenco de patadas y empujones.

El Lugo vio, conquistó y retrocedió, como muchas veces esta temporada. Y la otra, y la anterior. “No estamos acostumbrados a jugar como lo hemos hecho. El césped nos ha impedido desplegar nuestro fútbol. Me voy contento”, dijo Luis César tras el partido, que se quitó la capucha con el gol de Seoane al cuarto de hora. Este tanto permitió al equipo visitante mantenerse tranquilo durante casi todo el partido.

Sólo el Reus y el Numancia habían conseguido anotar en un Tartiere que vio a su equipo a merced del Lugo en la primera mitad. Antes, Linares puso el miedo en el cuerpo visitante cuando anotó en posición adelantada en el minuto 3. Este aviso se clavó en el ADN del conjunto rojiblanco, que a partir de entonces armó un bloque.

Comandante Miquel

En el renovado eje de la zaga, Ignasi Miquel asumió las labores de mando, como había hecho durante todo el primer tramo de liga hasta que sufrió una inesperada apendicitis. A su lado, un Djaló en plena selectividad, que mostró su mejor versión, aunque esta se compusiera de golpeos violentos hacia arriba, sin lugar para enfoques. También volvió Manu, el capitán, al que sus compañeros echaban más de menos que otras veces.

Pedraza exploró la banda menos mala de un campo que no pasaría ninguna inspección agraria. De las botas del andaluz salió el lustre inicial que necesitó un equipo arropado por casi 400 aficionados, los verdaderos vencedores de este duelo. El andaluz puso el centro ganador que Seoane anotó. El tiro del santiagués impactó en Verdés y acabó colándose en la meta de Juan Carlos. Pero el éxito del Lugo en el primer acto estuvo atrás, donde Linares y Toché apenas tocaron bola y se mantuvieron lejos de los dominios de José Juan. Si es que alguno tuviera esperanzas por ver fútbol de toque, esta óptica acabó dilapidada por el fútbol de choque con el paso de los minutos.

Ante la incapacidad para abrir el cerrojo rojiblanco, el Real Oviedo rompió aguas con faltas y continuas interrupciones. Pedraza se llevó la peor parte. Verdés, con la vara de medir en casa, se dejó los tacos en la espalda del extremo. Fue lo único rojo que se percibió en una acción a la que siguieron empujones, arrastres y caídas en ambas áreas. Desatascó esta situación Joselu, casi al borde del descanso, con un gran desmarque que terminó en un remate al que le faltó un punto de precisión. El artillero del Lugo no fue capaz de acomodar la puntera lo suficiente para lograr un tanto que habría herido de muerte a un equipo asturiano sin ideas.

El Real Oviedo se enfundó el mono de trabajo en la segunda mitad e impuso su mayor calidad. Comenzaron a aparecer los invisibles de arriba y otros como Susaeta o un impecable Lucas Torró prendieron los fogones de las jugadas. Al fin, los jugadores de Fernando Hierro ejercieron presión en campo ajeno. Las dudas empezaron a aparecer en el equipo lucense, poco amigo del cronómetro. Con ese paso al frente, las opciones del Real Oviedo se multiplicaron.

La pólvora mojada fluctuó en los de arriba. El tanto llegó de mano de un zaguero, Verdés, que aprovechó un balón muerto tras un saque de esquina. En un último intento por recuperar los dos puntos perdidos, el Lugo, ya con la lengua por fuera por culpa del esfuerzo empleado en achicar, elaboró sus dos únicas contras de la segunda mitad. Nada pudo hacer Brayan Perea, un jugador sin gol que le ha ganado la partida a Pablo Caballero en la lista de Luis César.

Y dejó de llover, para alivio de todos, quedando sobre la mesa del Tartiere un vaso medio lleno que calma la sed de unos y amplía la hidratación del equipo ovetense, ya en ascenso directo. Un refresco necesario para un Lugo que se levanta del trancazo tripartito de las pasadas jornadas. Justo a tiempo para recibir al malherido Rayo Vallecano, que acaba de despedir a Sandoval, contra el que Luis César quiere volver a pujar fuerte.

Ficha técnica

Real Oviedo: Juan Carlos; Christian (Michu, min. 77), David Fernández, Verdés, Fernández; Torró; Susaeta (Jorge Ortíz, min. 69), Erice, Rocha, Linares (Pereira, min. 77); Toché.

CD Lugo: Jose Juan; Jordi Calavera, Ignasi Miquel, Marcelo, Manu; Seoane, Pita; Iriome, Campillo (Sergio Gil, m. 86), Pedraza (Igor Martínez, m. 75); Joselu (Perea, min. 78).

Marcador: 0-1, min. 14: Seoane; 1-1, min. 88: Verdés;

Árbitro: Prieto Iglesias, Eduardo (Colegio navarro). Amonestó al local Verdés (min. 41); y a los visitantes Jordi Calavera (min. 57), Seoane (min. 60) y Joselu (min. 66).

Incidencias: Partido correspondiente a la jornada 13 de la Liga 1/2/3 disputado en el Carlos Tartiere ante 14.000 espectadores. 400 aficionados lucenses desplazados.

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