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Madre mía

por Denís Iglesias 3 enero, 2016
Tiempo de lectura: 4 minutos

Madre mía, Lugo. Era este un partido para alegrarle el retorno a aquellos que acudían al Anxo Carro apurando las últimas horas antes de volver a sus lugares de trabajo, bien en la ciudad amurallada o a cientos de kilómetros de ella. Era un duelo para prender el primer fuego de 2016 y empezar a dibujar la línea de un horizonte próspero en el nuevo año. Pero el conjunto rojiblanco, con la camiseta recién estrenada, se empeñó en hacer uno de los mejores partidos en la parcela ofensiva mientras lo complicó todo atrás. Ayudó al enredo Medié Jiménez, que vino a Lugo con unas New Year’s Resolutions demasiado exigentes. [Estadísticas y resultado]

¡Madre mía, no habían pasado ni cinco minutos y a José Juan ya le habían clavado la primera en la frente! El héroe en tantas batallas se convirtió en un mártir de plástico. Hacía meses que el impertérrito portero no mostraba una versión que le lleva a padecer cortas pero intensas crisis de confianza. Es, nada más, un borrón en un expediente imprescindible para el devenir del Lugo. ¿Tendrá el hasta ahora prejubilado Roberto una oportunidad? 

¡Madre mía, y tras el tanto, el equipo se repuso como nunca antes lo había hecho! Empezó a tocarla y a trenzar jugadas, como si alguno de los deseos de año nuevo de Luis Milla se hubiera cumplido. El turolense demostró que no le tiembla el pulso a la hora de hacer nuevas probaturas y dio descanso (forzado y merecido) a Manu. En su lugar entró un resultón Fernando Vega al que le falta acople pero que tiene recursos en defensa y ataque. Peor ejercieron sus compañeros de bailes atrás, un Dealbert cuya contundencia se quedó en ganas. Al inicio, al central parecían haberlo despertado de la siesta, después fue cayendo por su propio peso en una modorra que la lluvia no pudo frenar. La cesión a JJ que provocó el tercer gol fue la prueba evidente del calamitoso estado del jefe de la zaga.

¡Madre mía, el partido de Jonathan Pereira! Es un virtuoso y lo sabe. Le falta entender el contexto para sus florituras y darle el sentido práctico total, pero goza de un talento que no se puede comprar. Por fin figura como una pieza en un esquema y no como un apóstrofe. Tras el pitido final pudo ser el más contento. En la segunda mitad echó algún soplido tras correr en todas direcciones. ¿”Todo lo tengo que hacer yo hoy?”. Anotó un doblete y sirvió varias en bandeja. Formó pareja de igual a igual, aunque de modo circunstancial, con Pablo Caballero y ambos demostraron que la fórmula funciona, sólo falta que acepten su patente. La empresa puede contar con aliados de garantías como un tal David Ferreiro que volvió a aportar electricidad.

¡Madre mía, qué árbitro! Era la primera vez que podía asistir al Anxo Carro en toda la temporada y las decisiones de los colegiados, de cerca, duelen más. Medié Jiménez demostró ser un trencilla de mano fácil. Profesionales que se complican la tarea a sí mismos. Posiblemente, jueces de manual, que aplican la ley de la compensación para tapar sus propios errores. Se dejan buscar las cosquillas, se cabrean con el mundo, y empiezan a repartir tarjetas como si fueran visitadores médicos. Expulsó a Regalón y luego a Pau Cendrós, falto de una infusión en los últimos encuentros. El árbitro cayó en la trampa de Óscar Díaz, el máximo goleador histórico del Lugo en Segunda, al que le honra su agradecimiento a la afición que le vio dar su gran salto como jugador. Después de mandar al rincón a varios jugadores, perder la friolera de seis minutos, decidió prolongar sólo uno en la primera mitad. En la segunda volvió a enfrentarse con el mundo y ejerció su poder de modo aleatorio. Culminó la faena privando de un córner al Lugo. Demasiado rabo, muchas orejas cortadas y al final, paños blancos.

¡Madre mía, Carlos Pita, “tu me estás dando mala vida, yo pronto me voy a escapar, por lo menos date cuenta”! El timonel, el contramaestre, el matamercenarios, el cinco… ¿Dónde se ha metido? El equipo rojiblanco volvió a prescindir del centro del campo y las bandas sirvieron de guía para todos los ataques. El coruñés no se sintió cómodo en ningún momento y apenas participó en el juego. El Numancia pedía un juego rápido que, esta vez, Pita no supo dar. Sergio Marcos, en apenas un par de lances, dio más oxígeno al juego lucense que un jugador al que echamos de menos, desde el fondo norte al sur. También se echa de menos al Iriome que no era un jugador simplón, lento y falto de ideas. Volverán, como lo hizo Fernando Seoane en la segunda mitad, relegado a un segundo plano en un encuentro que pedía su fuerza. 

¡Madre mía, Jagoba Arrasate, qué bien se portó el fútbol contigo! Los sorianos celebraron el triunfo como si hubieran levantado la Champions. No es para menos, a tenor del desarrollo de un encuentro que les permite volver a sonreír tras seis jornadas sin ganar. Al Numancia le bastó con un poco de tosquedad bien empleada para llevarse un encuentro que rompió con faltas cuando quiso. ¡Madre mía, en dos jornadas el Lugo cierra la segunda vuelta! Seis puntos para rubricar un buen primer tramo de temporada, en el que los puntos se han ganado dentro y fuera del campo. Nàstic y Huesca, dianas a resquebrajar. Y pobre del que quiera robarnos la ilusión…

Foto: José Juan – Xabi Piñeiro – LGV.

PD. El disparo del señor del Gol Olímpico – Nissan Qashqai entró. Fue una jugada de fútbol indoor. Injusticia e incomprensión… ¿Dónde está su coche?

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