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Nieto, un portero cinco jotas

por Denís Iglesias 27 junio, 2015
Tiempo de lectura: 3 minutos

Estimado nieto, perro robot, lagarto o cualesquiera ser que vaya a tomar mi testigo. Como sabrás, a mi avanzada edad, tiendo a contar historietas de la chavalería, de aquellos tiempos en los que le daba a la mandanga y a la lejía; pero sobre todo, de aquellas tardes en el Anxo Carro, convertido ahora en una gasolinera más del Carrefour. Con los franceses no hay quien pueda. Hoy quiero hablarte de un portero que me dejó marcado. No por sus intenciones, la verdad es que fue precisamente su tierno letargo el que me dejó mella. Se llamaba José Juan, no confundir con Juan José Padilla, ese pirata biónico que ahora nos gobierna tras derrotas en unas elecciones al resucitado Manuel Fraga.

JJ, nombre que usábamos en petit comité, era un arquero parco en palabras pero presto para cualquier intervención. Llegó procedente del Granada en el verano de 2012. El ascenso del club nazarí a Primera no había favorecido el sino del muchacho. Harto de la insolencia de las taifas decidió volver a su Galicia natal, en donde había vestido la elástica del Ourense y del Celta de Vigo. A las órdenes de Milo Abelleira, en el filial celtiña había compartido vestuario con un tal Borja Oubiña. Luego tuvo la suerte y la desgracia de caer en el Ciudad de Murcia, un proyecto engendrado por Quique Pina, otro pirata, pero este del fútbol moderno. Su fortuna estuvo en la ganancia de minutos en una categoría como la Segunda División, su desventura, el vivir la insólita venta del club, la plaza y el nombre al Granada 74, en lo que se recuerda como una de las mayores atrocidades de nuestro balompié (creo que esta palabra ya no existe).

¡ESCUCHA EL RAP DE JOSÉ JUAN!

http://www.smule.com/recording/midi-mafia-turkey-burgers/398105622_139287530/frame/box

Más o menos en 2015 hice un rap honrando a la figura de un maestro de la meta lucense. Me encontraba en el paro tras haber estudiado una carrera, un posgrado y un máster. Esa retahíla académica que me había condenado a beber latas de los chinos que pululaban por Sol (Madrid). Pero la canción era merecida. JJ, apodo que le pusimos en el fondo norte, era un hombre dispuesto a saltar por cualquiera que cometiera un error. El tercer central de un modelo que popularizó un Quique Setién al que todavía ahora añoramos. Tuvo que suceder a un tándem que había marcado época: Diego Rivas y Miguel Escalona, dos porteros que marcaron época en el CD Lugo. Al primero le acabamos cogiendo una rabia del copón, porque su casero le había pintado su nueva vivienda con nuestro escudo; argumento insuficiente para que el de Narón cambiase de aires y se convirtiera en un mueble ilicitano.

JJ nos embelesó. Abrió una tienda de delicatessem en Albacete. Era un hombre con visión de futuro. No tenía agente, esa malvada sombra que sólo intenta succionar los presupuestos de los jugadores. Luego creo que vino un compañero de Chantada llamado Roberto, pero esto creo que es un spoiler que no deberías conocer. El lucense había disputado hasta cinco temporadas en Primera, pero cuando coincidió con JJ, ambos estaban más en el torneo provincial de dominó. Ojo, aún así tenían las manos largas para frustrar cualquier intento rival.

JJ no hizo una buena campaña 2014 / 2015, en la que tuvo que alternar con Dani Mallo. ese portero que tenía porte para jugar en la Juventus. A pesar de los pesares, a mí me siguió pareciendo un portero cinco jotas, un meta que degustaba cada balón. Un tipo que a veces imprimía demasiada emoción, pero que nos había dado más seguridad que Prosegur en otros tiempos. Un portero fiel, consecuente y realista que nunca nos dejó de lado. Todavía recuerdo el penalti que le paró con 43 años a Bojan Kirkic, cuando este militaba en el Llagostera. O la falta frustrada a Morata en el Albacete… Qué grande era JJ.

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