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…ni siquiera la fría lluvia de Noviembre

por Daniel Martínez Baniela 15 mayo, 2015
Tiempo de lectura: 4 minutos

Dice el temazo de Guns n Roses “November Rain” una verdad como un templo cuando Axl Rose entona aquello de “…nothing lasts forever, even cold november rain”, que es una forma de decir finamente que todo lo bueno se acaba. Que nada es para siempre, vaya. La canción, un auténtico himno al amor que se acaba pero que los amantes aún quieren mantener, muy a pesar de que ambos saben que todo está ya perdido, es una de mis favoritas de todos los tiempos. Supe de ella, o mejor dicho, me hicieron saber de ella, hace mil años, cuando aún no sabía que me iba a convertir a la religión del rock ni a sus apóstoles de las pistolas y las rosas. Me ha acompañado como himno generacional desde que era un adolescente, con mi pelo largo, mi chupa de cuero y mis uñas pintadas de negro (si, todos tenemos un pasado), y forma parte de mi hat-trick de canciones para toda una vida, junto con “Creeping Death”, de Metallica, y “Fortunate Son”, de la Creedence. Llegué a comprarme una guitarra eléctrica (una Aria Pro II, poca cosa) para poder tocar algún día el solo que se marca el amigo Slash, fracasando total y torpemente, e incluso valoré muy por lo menudo tatuarme la cruz con las cinco calaveras emblema del grupo. Pecadillos de juventud.

Saco esto a colación porque llevo desde el pasado sábado dándole vueltas al paralelismo entre lo que cuenta esta canción y lo que está pasando con el capitán del CD Lugo, el eterno Manu, que completó el peor partido que se le recuerda. Os juro que hay pasajes enteros del tema que casan como un guante con la situación por la que está atravesando el lateral izquierdo, de su relación con la afición y, lo que es, creo, más importante, la relación de Manu con Manu, consigo mismo, que al final es lo que más le tiene que doler, ese “con lo que yo he sido…” que seguro le atormenta después de cada partido, de cada balón al que no llega, de cada centro mal puesto, de cada jugador que se le va… Después de cada penalti fallado, recordando que fue él, precisamente él, el que anotó el penalti más importante en la historia del  Lugo.

Dice Axl en “November Rain” que:

Nada dura para siempre
y los dos sabemos que el corazón puede cambiar.
Y es difícil sujetar una vela
bajo la fría lluvia de noviembre

en una traducción aproximada. Y eso es lo que le está pasando a Manu ahora mismo. Ya no es el que fue, ya no sube como subía ni defiende como defiende. Pesan las piernas y los años, y el poco o casi nulo descanso que en todos estos años de fiel servicio al Lugo. Ya no es el amo de la banda izquierda, ya no es un valladar en defensa ni un puñal en ataque. Cada vez sus oponentes son más rápidos, lo miden y lo llevan más. Y cada vez es más difícil cumplir con la exigencia, porque esta es cada vez mayor.

Y esto, claro, es fútbol, y el fútbol, estimados, no espera por nadie. El pasado queda muy bien en las vitrinas y en los logros de las viejas glorias. Estoy seguro de que, cuando Manu se vaya o cuelgue las botas, alguien con algo de sentido común le dedicará una placa, un busto o el nombre de una grada (tradición muy british y que aquí, no se por que, no se estila) del Anxo Carro a Manu. Se lo merece. Pero del pasado ya hemos dicho todo y del futuro poco se puede esperar. Y el presente, que es lo que manda, muestra un desgaste mutuo, un desapego fruto de los muchos años. Ya no vemos en Manu al Eterno Capitán, que lo es, ni al Héroe del Carranza, que también lo es, sino al lateral izquierdo que juega siempre y que no nos convence en absoluto, aunque este desencanto lo expresan mucho mejor Guns n Roses, claro, cuando dicen que:

Hemos mantenido esto por un largo, largo tiempo,
tratando simplemente de matar el dolor,

pero los amantes siempre vienen y van,
y nadie está realmente seguro de a quién está dejando
alejarse hoy

en otra traducción más o menos atinada. A Manu le debemos mucho, me atrevería a decir que más incluso que el penalti del ascenso. Ese fue el colofón, pero no lo más importante de su carrera en Lugo. Su valor, el valor de Manu, reside sobre todo en haber servido, siempre hasta donde pudo y entregando todo, al club que le paga. Sin dejarse nada, como hizo siempre, como hizo el último sábado contra el Sporting. Porque el problema es que, dándolo todo, ya no le llega. It`s not enough, que dicen en la lengua de Shakespeare. Dudaré siempre, de si Manu es el lanzador de penaltis ideal o de si Manu debería seguir siendo titular, pero nunca dudaré de que lo deja todo en el campo, hasta la última gota, y ese es precisamente su drama, que ya no llega.

Dijo Setién en la rueda de prensa tras la derrota con los asturianos algo así como que a Manu se le perdonaba todo. Flaco favor. Lo último que se merece Manu es la conmiseración. Manu se merece que se le hable claro, con franqueza, no jugar por decreto. Se merece ser tratado como un futbolista, no como una reliquia de otros tiempos. Se merece jugar cuando lo merezca y sentarse en el banquillo cuando le toque, porque no hay mayor muestra de respeto que el que te traten como uno más, no como alguien que recibe limosnas. El reconocimiento es ser uno más, lo que los latinos llamaban un primus inter pares, el primero entre iguales, no un beneficiado. Y que Manu entienda, como todos que:

cuando no hay nadie más a quien culpar,
y no te preocupas de la oscuridad,
aún podemos encontrar un camino.
Porque nada dura para siempre,
ni siquiera la fría lluvia de Noviembre.

Deseo que Manu termine la temporada lo mejor posible. Que haya otro penalti y que, si es el encargado de tirarlo, que lo marque. Deseo que no se le vayan más contrarios y que sus centros sean precisos. Pero deseo, sobre todo, que su final de carrera esté a la altura de lo que fue su recorrido en este club. Y que no lo traten como un ídolo, sino como una persona que, llegado al final de su recorrido, tiene la dignidad de dar un paso a un lado, sin más, porque nada es para siempre, ni siquiera la fría lluvia de Noviembre. Ya lo dejaron escrito los Guns n Roses.

(Aquí os dejo el temazo, por si gustáis)

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=8SbUC-UaAxE]

Foto: Óscar Cela. La Voz de Galicia.

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